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 Por un momento soñamos (Capítulos del 18- 21)

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franckpalaciosgrimaldo
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Por un momento soñamos (Capítulos del 18- 21) Empty
MensajeTema: Por un momento soñamos (Capítulos del 18- 21)   Por un momento soñamos (Capítulos del 18- 21) Icon_minitimeDom Abr 12, 2020 10:05 pm

Capítulo 18: Una duda razonable II
—¿Y qué fue de ese tal Kevin? —me preguntó Fernando unos minutos más tarde endulzando su café.
—Kevin… —Sonreí—. Pues hemos estado viéndonos algunas veces.
—Cumpliste tu palabra de ir con él a cenar o a beber algo.
—Si. Cuando volví a Catalina pensé en que lo sucedido con Daniel iba a quedar ahí. Tu entiendes. Vine pensando que ahora que estábamos lejos, pues no tardaría mucho en olvidarlo, en que todo vuelva a ser como antes. Aparte me estuvo escribiendo algunas veces durante mi última semana en Sta. Laura, pero casi no le respondía, como entenderás mi mente estaba en otra parte. —Fernando asintió—. Cuando regresé a Catalina Kevin me llamó, al día siguiente, el domingo, temprano. Me preguntó si había vuelto ya, y pues le dije que sí. Me invitó a almorzar, y así lo hicimos. Nos hemos visto algunas veces desde ese día, nos hemos hecho muy cercanos.
—¿Te fías de él? —me preguntó Fernando.
—¿A qué te refieres? —repuse.
—Digamos que es extraña esa relación de amistad.
—Lo mismo repite Soledad. —Sonreí—. Es raro, no lo negaré, pero cuando lo conoces te das cuenta que es un chico bueno, con buenos sentimientos y muy respetuoso. Ya superó a Estefanía, está concentrado en su trabajo y cuando salimos la pasamos muy bien, no ha intentado nada, algunas veces me abraza y me dice cosas lindas, pero supongo que es por ser amable.
—No me fiaría de él si fuera tu.
Sonreí.
—¿Por qué? Realmente no es diferente a otro chico con el que pueda salir.
—¿Estas segura que solo quiere ser tu amigo? —me preguntó.
—Fernando, no soy una niña tonta, es cierto que sale conmigo porque le parezco atractiva, que se yo; pero de ahí a que quiera algo más, creo que es lo suficientemente maduro para saber que eso no es una posibilidad.
—¿Y por qué? ¿Por qué no querría intentar algo contigo? ¿O tu con él? Dices que es un chico normal, como todos. —Bebió un sorbo de su taza.
—No seas tramposo. —Sonreí—. Me refiero a que, si ya estar con mi primo es una locura, estar con el ex de la nueva pareja de mi ex, es muy pero muy surreal.
—¿Por qué te pasan estas cosas eh? —dijo divertido.
—No seas burlón.
—No. No, no lo tomes así, es que de verdad es complicado. Es confuso. Pero, te lo has buscado y hay algo de ironía en todo esto. Los dos chicos que quieren estar contigo, son una imposibilidad para tu ética y moral. —Se río—. Creo que tarde o temprano vas a tener que tomar una decisión. Y si no te sacas de la cabeza tantas represiones sociales o como quieras llamarlo, pues podrías quedarte con una frustración constante cuando todo esto pase. Porque pasará, Adriana.
—¿Tu crees que me arrepienta? —le pregunté.
—No creo que te arrepientas. Creo que te quedaras con una duda razonable.
—Otra duda razonable… Odio las dudas razonables.
—Es que no hay otra opción. Si decides por el primo y comienzas a explorar con él lo que puede ser una relación emocionante, secreta, apasionante; podrías darte cuenta de que una vez pasada la intensidad y la emoción, solo fue eso, una experiencia. Por otro lado, si aceptas dejar ahí las cosas, comenzar con Kevin, explorar la posibilidad de estar con alguien que no tiene mayor pecado que haber estado con una tramposa que tiene un pésimo gusto para elegir hombres, sin ofender, podrías darte cuenta que podrían tener algo; ya tienen en común algunas cosas y creo que lo conoces bien, según dices. —Se encogió de hombros—. O quizá la opción más madura de todas…
—Quedarme sola —completé.
—Quedarte sola. —Asintió.
—Lo he pensado muchas veces —agregué—. Es decir, estoy sola por ahora.
—No realmente —me dijo—. En tu cabeza hay un mundo. No creo que salgas con Kevin, o te pases las tardes esperando el mensaje de Daniel, convencida de que no va a suceder nada. La realidad de estar sola radica en aceptar que no necesitamos la atención de nadie, mas que la que nos damos nosotros. —Levanté una ceja, él lo notó—. Es la parte difícil. No me mires así, ambos sabemos que te gusta mucho la atención, Adriana.  —Sonreí, era cierto. Me había olvidado lo mucho que me conocía Fernando.
—Tienes razón, lo acepto. ¿Pero que puedo hacer? Tengo mucho en que pensar. —Suspiré—. Creo que al final me quedaré sola. Engordaré y me compraré unos gatos. ¿Qué dices?
Fernando se río.
—Difícil que hagas eso, Adriana. Eres una chica muy linda, si no es tu primo, o el tal Kevin, seguro habrá por ahí algún otro loco —sonrió.
Me hizo reír también.
—Te pasas… En serio, Fernando.
—Es una broma. Hay que tomárselo con gracia.
Las veces en que salí con Kevin, estas últimas semanas, han sido divertidas No negaré que la pasamos bien. Creo que he comenzado a conocerlo desde un punto de vista diferente. Ya no perdíamos el tiempo hablando de nuestras ex parejas, o de las cosas que hicieron o harán. Han sido muy contadas las veces en que tocamos el tema. No era necesario, por parte de él todo estaba superado, por mi parte pues pocas veces he vuelto a pensar en Andrés. Era muy raro que recordaba. Desde que me cambie del apartamento he estado pensando más en mí, en mi trabajo, algunos proyectos; claro, también en Daniel y el Kevin, pero eso es diferente. Incluso volví a salir con mis amigas, algunas que no veía hace mucho. Soledad estaba muy contenta por mí, según ella se notaba el cambio en mí. Lo que no había logrado aun Kevin, era que cuando esté con él deje de pensar en Daniel. Pues algunas veces venía a mí su recuerdo, y era difícil sacarlo de mi mente, por más que Kevin era divertido y muy inteligente, era completamente distinto a Daniel. No sentía eso que despertaba en mi Daniel con unos cuantos gestos. Como dice Fernando, lo que tuve con Daniel fue algo fuerte, que sigue ardiendo aquí. No podría disfrutar realmente de nadie si no me quitaba esto del pecho, si no me decidía de una buena vez.
Pensar en eso me daba dolor de cabeza.
Cuando salía con Kevin e íbamos al cine, a comer algo o a beber un trago y bailar, la pasaba muy bien. Es muy divertido, un chico con visión, le gustan los negocios y sabe tratar a las chicas. Algunas veces me acostado en mi cama a pensar en que sucedería si nos lanzamos a algo más, pues, aunque él no me ha dicho nada aun, esto segura que lo hará pronto. Pues vamos saliendo casi tres semanas seguidas y la verdad es que cada ves lo noto mas cercano, mas cariñoso, mas galante y su forma de hablarme y de coquetear son cada ves mas evidentes. Yo trato de mantenerme neutral, no me ha nacido responderle de la misma manera, pero es por que aun pienso mucho en Daniel.
Muchas veces he pensado en la posibilidad, ¿sería algo tan malo estar con él? Finalmente, la relación de Andrés y Estefanía parece que fracasó. No he sabido mucho de eso, solo que la boda se canceló, no se pospuso. No me interesa de todas formas. Entonces ¿Por qué no pensar que algo entre Kevin y yo funcionaria? Daniel y yo no es una posibilidad muy realista. Me gustaría, si, pero es algo que no puede suceder, por mas que… por mas que aun lo tenga en el corazón, tan dentro que no puedo sacármelo.
Lo que me decía Fernando me hacía pensar mucho. Tendría que decidir tarde o temprano, pues mantener equilibrado esto que me esta pasando es cada vez más difícil. Lo mas irónico de todo esto es que de poner quitarme a los dos de la cabeza, no lo haría. Lo que nació con mi primo es muy especial, fueron las dos semanas mas bellas que puedo recordar en muchos años. Y Con Kevin, había encontrado a un chico que se interesaba en mí, que me respetaba, que me quería y con el que me divertía mucho.  ¿Qué sentía por Kevin? Me gustaba, no puedo negarlo, es muy atractivo, muy divertido y tiene un trato muy bonito. Que dolor de cabeza. A veces me pregunto por que no pude conocerlo en otras circunstancias.
—¿Cuándo lo veras nuevamente? —me preguntó Fernando.
—Mañana, me invitó a cenar mañana. Iremos a un restaurante en el centro. ¿Sabes? Creo que me dirá para estar.
—¿Tú crees?
—Como te dije, ha estado un poco raro en estos días. Sus mensajes, sus llamadas, sus regalos. Soledad me dijo que ese restaurante es muy elegante, y romántico.
—Según lo que me dices, pues tienes razón. ¿Qué has pensando? ¿También vas a despreciarlo? —Sonrió—. Pensé que yo era especial.
—Tonto —Sonreí—. Tu nunca me dijiste para estar.
—Es verdad. No me diste oportunidad. Pero no estamos hablando de eso —sonrió—.  ¿Y si lo hace? ¿Si se declara? ¿Qué piensas hacer? —me preguntó.
—Pues eso no losé. Digamos que lo hace, pues… Como acabas de decir, voy a tener que decidir. Tienes razón cuando dices que la vida es una sola, que hay que vivir, que debemos dejar esos miedos de lado. —Me encogí de hombros—. Tal ves deba considerarlo, tal ves pueda comenzar algo, no lo sé. Es un buen chico. No quiero quedarme con esa duda razonable.
—¿Y que hay de Daniel? —me dijo.
Sonreí, entornando los ojos un poco.
—Creo que Daniel siempre será alguien muy importante. Como dices, me ayudó a transitar por este camino, de no ser por él quizá ese viaje no hubiera sido tan terapéutico.
—Quizá el tampoco hubiera decidido formar esos papeles —me dijo bebiendo su café.
Levanté una ceja. No lo había pensado así.
Tenía razón, Daniel se decidió poco después de lo que pasamos juntos.
—¿Crees que fue por mí, Fernando? —levanté mi taza de café, bebí un sorbo mientras esperaba la respuesta.
Mi amigo asintió mientras saboreaba su bebida y dejaba la taza en la meza.
—Creo que los dos se han ayudado a superar estas etapas. Pero creo que en el fondo los dos sabían que luego de esa semana que vivieron regresarían a sus vidas. Es por eso que lo vivieron tan intensamente, rompiendo con todo lo establecido. Tu mima lo dijiste. Fue porque estaban en otro mundo, en una fantasía que sabían que no duraría mucho. Quizá de haber tenido la libertad suficiente, todo el tiempo del mundo, no haber tenido las limitantes de la sociedad y el qué dirán, no lo hubieran disfrutado con tal pasión. ¿No crees? Tu lo sabias. Sabias que cuando te fueras del pueblo poco a poco la pasión, el amor, la emoción iría desvaneciéndose. No quiere decir que lo que hay detrás, ese calor, se apague; pero si es verdad que esos sentimientos necesitan ser alimentados, ser tratados… El amor es así, es tan frágil a veces. Y es más frágil si con él hay inseguridad.
—No me lo haces más fácil, Fernando.
Me sonrió y se encogió de hombros.
—No es fácil. Tampoco te mentiré, por eso las novelas de amor son tan atractivas, es más fácil ver a otros transitar esos senderos, es más sencillo pensar entenderlo cuando no estas tu pasando por eso. De ser fácil nadie sufriría por amor, o tendría esos conflictos emocionales.
—Eso es verdad.
Me quede en silencio un instante. Suspiré.
—Tómalo con calma —me dijo—, cualquiera sea tu decisión trata de tomarla conscientemente. Al final se trata de que tú te sientas bien. Cambiando de tema, más o menos: ¿Terminaste el libro? —me preguntó.
—Si. Fue un final agridulce. Por un momento soñamos. Pensé que terminaría con ellos juntos, el chico y la chica del comienzo. ¿Lo has leído verdad? —Fernando asintió—. Entonces sabes que ese final es muy duro. ¿Acaso así es la vida? Dios mío…
—No. La vida es más dura, mi quería Adriana. Leí ese libro hace muchos años, tiene al menos 40 años esa novela. Lo recomiendo como lectura en mis cursos algunas veces. Es muy fuerte, pero refleja precisamente lo que se busca en el amor y lo que muchas veces encontramos: dolor, traición, decepciones y conflictos afectivos, emocionales, psicológicos. Todo teñido de pequeñas pinceladas de felicidad. Amar puede ser el comienzo de una historia, pero nunca es el final. No uno bueno al menos. Hablando claro de cuentos.
—¿Cómo acabaras el mío? Dijiste que lo escribirías. —Pregunté.
Fernando me miró, entornó los ojos y río nasal.
—Pues con lo que me has contado no necesitaría más. —Jugó con la cucharilla en su tasa—. Creo que tengo el final perfecto, claro tendría que aumentar algunas escenas, algún personaje más por ahí, haría a la esposa del “héroe” una verdadera perra, y quizá el personaje de la protagonista, tu, lo haría más de cascos ligeros.
—¡Ey! ¡No! Capta mi personalidad… —Sonreí—. Hazme como soy. Dulce, tierna, muy sexy y sobre todo…
—¿Aburrida? —Sonrió.
—¡Escribe esa historia y te denunciaré! —Le dije divertida.
Ambos nos soltamos a reír.
—El aun no termina el libro que le recomendé —comenté—, pero es comprensible, tiene muchas más paginas y el trabaja mucho. Pero me ha dicho que está muy enganchado y que le está gustando cada vez más. Algunas veces conversamos sobre eso, me quiere sacar información de la trama, pero no le digo nada, para que no pierda la emoción de seguir leyendo. Además, él tampoco me dijo que el libro terminaría así, el que el me regaló.
—Bueno, es mejor así. Nada es mas horrible que alguien te cuente el final de un buen libro. ¿O te hubiera gustado saberlo?
—Pues creo que sí, así hubiera estado preparada. Cuando lo terminé tuve que llamarlo, le reclamé. —Sonreí—. O sea, no de mala manera, pero me entiendes. El libro fue muy bueno, pero de verdad me rompió el corazón.
—El libro te da muchas pistas de lo que sucederá. Como todo en la vida. Si pones atención, es fácil saber como todo llegará a su desenlace. Ese es el arte de contar una historia, poner esos detalles ahí, pero tan sutiles que solo captas de forma inconsciente. En la vida es igual. Algunos lo llaman instinto; otros, presentimiento. Son solo esos detalles que captamos de una manera que no entendemos y nos van a guiar al inevitable final. “La vida es una novela escrita de magistral forma, nos dan los títulos de cada capítulo, pero no nos dicen nunca el contenido”. Edwart Sanjai. Uno de mis escritores favoritos.
—Pues sí. Tienes razón, Fernando.
—Uno nunca sabe que esperar de la vida, hasta que te estrellas de cara, y entonces te das cuenta que pudo ser diferente si ponías más atención. La novela que leíste habla algo acerca de eso.
—Lo sé. Es una buena novela, entiendo por qué le gustó tanto a mi primo. Pero te juro que nunca pensé que la chica había muerto hace muchos años, la historia la cuentan como si estuviera pasando a la par, pero en realidad era de atrás hacia adelante en el caso de él. Pensé que lloraba a su esposa, no a la chica que conoció en ese campamento. —Suspiré—. De solo recordar me pongo triste.
—Tranquila. Si la historia fuera lineal, no tendría ese impacto. Me alegra que te gustara. Podría recomendarte algunas parecidas, si quieres llorar un poco más.
—No. No. Gracias, ya no quiero saber nada de esos dramas, volveré a mis aventuras épicas y románticas con finales felices. Aunque te diré que si es de esos libros que nunca voy a olvidar. Me alegra haberlo leído. Aunque al final… Me hizo llorar mucho.
Fernando me miró y sonrió. Apuró su taza de café.
Nos quedamos hablando unos minutos más, de su trabajo en la universidad, de mi trabajo en el hospital. Incluso recordamos anécdotas del segundo año en la UNC, la universidad de catalina. Fue divertido, sirvió para quitarle un poco la tensión de los temas de los que hablamos al principio. Había sido terapéutico poder hablar con él. Se que Soledad no me juzga, pero es mas critica, en cambio Fernando me comprendía, había pasado muchas cosas en su vida y muchas de ellas relacionadas justamente con los amores imposibles, platónicos, amores pasajeros y pues su forma de ver la vida me hacía sentir comprendida. Complementaba perfectamente la voz de la razón que a veces toma Soledad.
Tenía una duda razonable en la mente. Acerca de Daniel, de mí; de Kevin y yo. La duda de si realmente uno de los dos era la respuesta a lo que estaba sintiendo y por qué. Ya no tenía en mente a Andrés, lo recordaba alguna vez, pero pasaba rápido. Cuando estaba con Kevin la pasaba muy bien, tiene mi edad, pero es muy maduro; con Daniel, la distancia no había hecho que se apague lo que sentía, pero si había reducido la intensidad de las emociones.
No podía hacer mas que analizar la situación y esperar que cuando deba decidir, como me dijo Fernando, lo haga desde la razón y no desde las emociones, lo haga decidida en que será lo mejor para mí, y para ellos también. Pero me preguntaba, o, mejor dicho: tenía una duda razonable. ¿Puede alguien no salir lastimado aquí?
Esa era mi duda razonable.
Se hizo tarde y Fernando tuvo que regresar a casa.  Fue agradable verlo después de tiempo. Me dijo que lo mantenga actualizado sobre mi “historia”, conociéndolo usara mucho de lo que hablamos para crear algo. No tengo problemas con eso. Se que el ya sabe como acabará esto incluso antes que yo. No hay que ser un escritor para saberlo, eso me lo dejó claro. Por ahora seguiré avanzando de página en página hasta que pueda decidir como acabar este cuento. Pues tarde o temprano debe terminar, y tendré que hacerlo yo misma, pues en la vida real no existe alguien que vaya pensando por mí y que me lleve de escena en escena. Esta es la vida real, y en la vida real no basta con pasar unas hojas.
Fernando me acompaño al paradero y me embarcó en un taxi. Nos despedimos con un abrazo y con la promesa de reunirnos un día de estos con Soledad, beber unas copas y conversar. Le dije que me parecía una fantástica idea, hacia mucho que no nos reuníamos los tres.
Me fui y en el camino revisé mi celular, había dos mensajes nuevos. Uno de Daniel y otro de Kevin. No sé por qué, pero primero respondí el de Kevin.




Capítulo 19: Decisiones
Kevin me recogió en mi apartamento al día siguiente.
Me esperó fuera, en su auto. Iríamos a cenar, como me prometió. La verdad había estado muy emocionada, me había arreglado muy bien pues me dijo que era un lugar más o menos elegante, así que me puse un bonito vestido y unos pendientes caros que me regaló Kevin hace unos días. No los quise aceptar, pero insistió y no vi nada malo en eso tampoco.
Soledad y yo habíamos hablado en el trabajo, ella me insistió en que no era buena idea que siguiera saliendo con Kevin, que tarde o temprano querrá ser más que amigos. Yo le dije que era muy posible, y que tal vez no estuviera tan mal aceptarlo como pretendiente o directamente comenzar a salir con él ya no como amigos. Ella insistía en que era una locura. Finalmente me dijo que era decisión mía, y que yo decidiría. Pero como siempre, me dio su opinión como buena amiga que es. Era comprensible su antipatía por él, pues ella no entiende que aquello que pasó entre él y yo no fue un abuso de su parte, para ella él se aprovechó de mí y se fue, pero la verdad es que no fue eso lo que sucedió. Aunque también es comprensible que salir con el ex, de la mujer que se metió con tu pareja es bastante retorcido si lo piensas demasiado.
Ciertamente yo estaba segura de que esta noche Kevin me propondría ser pareja, y no puedo negar que me sentía alagada, luego de Daniel no me habían hecho sentir así. Sentirme emocionada por ver a alguien, hacer cosas juntos. Kevin era bastante encantador, nos conocíamos ya, sabia como tratarme y no había intentado nada inapropiado, era bastante correcto. Mas allá de darme la mano para bajar del auto, acercarme el brazo para cogerme de él y caminar juntos, algún largo abrazo y muchas sonrisas, no había dicho o hecho nada que me hiciera pensar de más. Pero con él es distinto, pues hay una historia detrás. Él ya había despertado en mis emociones, pero emociones muy confusas.
En una de nuestras conversaciones le pregunté por qué no me había vuelto a buscar después de lo que hicimos, es decir acostarnos; me dijo que tenía muchas ganas de hacerlo, buscarme, seguir viéndonos; pero, que, dada nuestra situación en ese momento, que lo que sentía en esos momentos era mucha confusión, conflictos con sus emociones y pensamientos y que había comenzado a despertarse en él algunos sentimientos por mí. Agradecí que fuera tan directo. Me dijo que luego de que nos acostamos él se convenció de que si seguía viéndome se enamoraría, y que eso no podría pasar, no en aquellos momentos. Me lo dijo sin vergüenza alguna, como dije es muy maduro. El domingo que nos vimos hablamos largamente, de todo; incluso le conté lo que pasé en Sta. Laura, obviando que Daniel es mi primo. No estaba preparada aun para contarlo con tanta soltura. Si bien le he contado a Fernando y a Soledad, pues ellos son de confianza, Kevin también lo era, pero en este caso preferí obviar ese detalle. Más aun luego de rencontrarme con el después de más de un año. Supongo que el también habrá tenido mucho cuidado con lo que me contó que hizo en la provincia de Valladares.
Respecto al tema de Kevin, Fernando mencionó algo importante ayer, algunos nos acompañan a salir el sendero del sufrimiento, algunos son instrumentos para salir, creo que el en realidad nunca fue ni uno ni el otro. Quizá Kevin no sea una mala elección, quizá vaya siendo hora de tomar la decisión correcta.
¿Dónde quedaba Daniel en todo esto? Pues sigo sonriendo como tonta al recordar nuestra semana juntos. Sigo sonriendo al ver el libro que me regaló, sigo suspirando al recordar nuestra despedida. Y cuando me llegan sus mensajes, sigue latiéndome el corazón, aunque cada vez es menos frecuente que hablemos como antes, horas largas sin hablar de algo, a la vez que nos decimos todo. Algunas veces es tan fácil no responder, otras veces deseo tanto que me escriba. Daniel aún sigue latiendo dentro de mí, aun siento su piel sobre la mía algunas veces y siempre estaré agradecida de que estuviera conmigo en esos momentos tan difíciles. Creo que el piensa que fui yo quien lo ayudó en aquel momento, lo que ignora es que fue el quien me ayudó a mí. Eso hacía más difícil desprenderme de tanto que siento. Pero a diferencia de Kevin, Daniel y yo nunca podríamos tener algo. No soy capaz, no puedo pensar en que eso se dé sin herir a tanta gente.
Terminé de alistarme y bajé al primer piso. No conseguí nada más abajo del quinto piso, no me importó, tampoco tenía para pagar un mejor apartamento, pero para mí sola estaba bien.
Kevin me esperaba ahí, cuando me vio me sonrió y dio un sobresalto, me pareció lindo. Se había puesto un saco y se le veía muy guapo. Es un hombre guapo, siempre peinado y afeitado, a diferencia de Daniel, que siempre parece estar descuidado, pero tiene ese talante masculino, agresivo, aunque es más tierno que rudo. En fin. No quería pensar en él ahora. Debía concentrarme en Kevin, disfrutar esta noche.
—Estas muy bella —me dijo. Se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla—. Veo que usaste los pendientes. Qué bueno, pensé que no te habían gustado.
—No, nada de eso. —Jugué con ellos con mis dedos—. Son muy lindos. Me gustan muchos. Estaba esperando un momento adecuado para utilizarlos. Ya que iremos a un restaurante bonito, creo que es la oportunidad perfecta.
Le sonreí. Él sonrió y asintió.
—Me alegra, me alegra realmente. Bueno, vamos. La reservación es para las ocho de la noche, tenemos suficiente tiempo, podemos beber algo en el bar antes de cenar. ¿Qué dices? —Abrió la puerta del copiloto y me ayudó a subirme.
—Claro, no hay problema. Me vendría bien un vino antes de la cena.
—Perfecto. —Me cerró la puerta y rodeó el auto, abrió la puerta y entró—. Te va a encantar ese lugar— me dijo sonriente.
—Estoy segura que si —respondí.
Partimos.
En el camino conversamos un poco, nada relevante en realidad, del trabajo, del tráfico, se le veía algo nervioso. Normalmente hablaba mucho, en esta ocasión lo notaba pensativo, no quise preguntarle para no incomodarlo. Llegamos en pocos minutos al restaurante, estaba en el centro de la ciudad, en una zona bastante bonita. Hacía mucho que no iba a un lugar así.
La “Rosa dorada”, un restaurante bastante ficho, como suele decírsele aquí en Catalina a los lugares elegantes. Era más elegante de lo que pensé, no estaba acostumbrada a ir a lugares así, con mi sueldo de enfermera no gano tanto, es decir, no como para estos lujos. Sin embargo, Kevin había hecho buenos negocios en la ciudad y estaba ganando muy bien. Siempre ha sido un hombre mentalizado en trabajar y ganar dinero, las veces que salimos siempre me lleva a lugares bonitos y algunos caros. Yo siempre llevo mi dinero, aunque muchas veces la paga todo, aunque con él se siente natural, nunca he sentido que lo hace por… Por inseguro.
Nos recibieron amablemente luego de estacionarnos, nos dirigimos a recepción y confirmó las reservaciones. Teníamos veinte minutos antes de que podamos ingresar, por lo que nos dirigimos al bar, por un pasillo cerca del vestíbulo.
Nos sentamos en la barra, no había muchas personas. El bar tender nos saludó amablemente y nos invitó a probar sus tragos. Pedí un vino, y Kevin un ron. Nos atendieron rápido y amablemente. El lugar era cómodo, buen ambiente y se sentía glamoroso.
—¿Vienes mucho aquí? —le pregunté.
—Te voy a ser completamente sincero —me dijo—. Siempre quise venir aquí. Muchos amigos me hablaban maravillas de los platillos, del ambiente que hay en este lugar; pero nunca tuve la oportunidad de venir. Quería hacerlo cuando fuera una oportunidad especial.
Me sonrió y jugueteaba con su vaso de ron, donde los hielos tintineaban contra el cristal.
Yo lo miré y entorné los ojos con una sonrisa.
—Salud. —Levantó su vaso y lo acercó a mi—. Porque sea una bonita cena.
Toque mi copa con su vaso, tintinaron.
—Lo será, Kevin. Siempre la paso muy bien contigo. Eres un buen chico.
Me sonrió y bebió de su vaso. Yo hice lo mismo.
—He estado pensando —dijo bajando su vaso de ron—, hay algo que quería contarte. Creo que no lo hice en su momento, pero me ha estado dando vueltas. No soy de mentir u ocultar cosas, y creo que esto es importante.
—¿De qué se trata? Puedes decirme —le dije frunciendo el ceño—. ¿Es algo malo?
Se encogió de hombro.
—No necesariamente. Pero creo que sería adecuado contarte.
—Pues dime. ¿Qué ha pasado?
—Pues hace una semana más o menos, recibí una llamada. Me llamó Estefanía.
Arqueé las cejas de la sorpresa.
El me volvió la mirada, la llevó a su vaso de ron, el cual hacia tintinear con los hielos.
No dije nada, esperé que él continuara.
—Me llamó —continuó—, no sé de donde obtuvo mi número. —bebió un sorbo y volvió la vista a mi—. Fue muy extraño. No me dijo quien le dio mi número, pero supongo que pudo ser alguna amiga en común, aún tenemos algunas. —Asentí—. Lo más extraño fue la razón por la que me llamó.
—¿Qué quería?
—Pues eso es lo que más me sorprendió. Me llamó entre lágrimas, no le entendí bien lo primero que me dijo. Pero estaba muy muy mal. Le dije que se calmara, que no le estaba entendiendo, pero seguía entre sollozos. Le pregunté dónde estaba y logré entender que estaba en casa de su hermana. Fue un impulso. Le dije se tranquilice, que si deseaba que habláramos. Creo que esperaba eso, pues más o menos logró vocalizar: Parque Benedicto. Yo lo conocía muy bien, está detrás del edificio de su hermana. Le dije que en veinte minutos estaba ahí.
—Se reunieron entonces —concluí.
—Si. Como te digo, fue un impulso. —Continuó jugando con los hielos en el vaso—. Yo ya no siento nada por ella. No tenía que guardarle ningún rencor, simplemente pensé en ir y escucharla. No esperaba nada, no esperaba disculpas o explicaciones, solo pensé en demostrarle que a pesar de todo yo podría ser capaz de estar ahí. Entiendes, alguien que ya superó lo que sucedió entre nosotros alguna vez.
—¿Y qué quería decirte? —pregunté. Bebí de mi copa. Escuchaba muy atenta.
—Cuando llegué estaba ella ahí en la banca del parque. Se le veía muy despejada, traía los ojos rojos, estaba pálida descuidada. No la reconocí, cuando la vi, no la reconocí. Siempre fue una mujer bella, que se cuidaba, le gustaba arreglarse, la Estefanía que vi ese día no era la que recordaba. —Hizo una pausa, apuró su trago y dejó el baso en la mesa. El barman le ofreció servirle otro, pero dijo que no con la cabeza—. Cuando me vio llegar se lanzó hacia mí, me abrazó y lloró en mis brazos. Solo pude acariciar su espalda, su cabello y decirle que se calme, que hablemos. Luego de algunos minutos se calmó, le di un pañuelo desechable, tenía uno de milagro. —Sonrió—. Se calmó y pudimos hablar, Adrianita. Me contó todo.
—¿Qué es todo?
—Pues lo que sucedió con Andrés, hasta que… Terminó con él.
Habían terminado entonces. Yo hasta ese momento no tenía idea, pensé que se habían dado un tiempo, hasta que pudieran arreglar el tema de la boda y quizá algún problema entre ellos. Fue lo que me dijo Sofía, pero ignoraba que había terminado. Aunque la hermana de Andrés me dio esa información antes que Kevin hablara con ella. No pude evitar sorprenderme un poco al escuchar eso, no me imaginaba que terminarían tan pronto.
Continuó:
—Me dijo la razón, Adriana. Me dijo que el seguía pensando en ti. —No esperé escuchar eso, fue más sorprendente aun—. Me dijo que pocos días antes de la boda encontró en su computadora algunos videos y fotos tuyas. Le pidió que las borrara, que no las tenga ahí, pues él sabía que ella era un poco celosa y sensible con ese tema, es decir contigo. Pero él se negó a hacerlo, discutieron, ella le reclamó, el aceptó que tenía, dentro de todo, buenos recuerdos contigo, que ella no debía sentirse así, que ya eras parte de su pasado y que se casará con ella en pocos días, pero Estefanía no entendió.
—¿Todo eso solo por unas fotos en su computadora? —pregunté.
—No. No solo es eso, Adrianita. Ella me contó que se había vuelto muy celosa con él, que le costaba confiar, cada ves que se iba a trabajar o salía, ella no podía estar tranquila y que estaba volviéndose loca. —No me sorprendía, me imaginaba lo difícil que sería estar con un hombre el cual engañó a su pareja por estar contigo; tendrías siempre ese cosquilleo que molesta, sabiendo que si lo hizo una vez…Continué escuchando—. Dijo que le revisaba el teléfono, sus correos, lo hacía a escondidas, y pues que discutían mucho.
—Yo pensé que estaban muy enamorados —interrumpí—. Muchas veces me contaban que los veían muy felices, muy enamorados y románticos. ¿Qué hay con eso? Acaso…
—Apariencias. Ella me dijo que el si hacía esos gestos, pero eran como para demostrar que estaba enamorado que realmente él no era así, como bien sabes. Me dijo que en comienzo si le gustaba sorprenderla, ser romántico, tierno, atento; pero poco a poco fueron aumentando las inseguridades, de ambos, no solo de ella. El tampoco era el más seguro.
—¿Y con todo eso por que demonios casarse? O querer hacerlo.
—Está embarazada.
Eso si fue un baldazo de agua helada. Quedé estupefacta. Apuré mi copa de vino y le pedí al barman que me sirva un poco más. Realmente había sido una noticia muy sorprendente. Kelvin me lo contó mas sosegado, pues supongo ha tenido tiempo de procesar aquella información. Por otra parte, Andrés siempre había querido ser papá. Me sorprendió lo pronto que había sucedido con Estefanía, pues yo sabía que seguro y serían padres, pero tan pronto en realidad no. Aun no entendía muy bien por que me contaba estas cosas Kevin. Seguí escuchándolo nada más.
—Continua —le dije.
Asintió y prosiguió:
—Tiene tres meses. Todo va bien aparentemente. Me contó que apenas se enteró Andrés se emocionó muchísimo. Y fue entonces que decidieron apresurar todo para poder casarse, pues querían que naciera en un matrimonio, en una familia. Pero ella no estaba segura del todo. Pues sabía que era muy pronto. Él era el mas emocionado con la boda y el niño. Ella estaba feliz por su embarazo, pero tenía aun muchas dudas con respecto a Andrés, pues se dio cuenta de que no lo conocía realmente. Más aun luego de ver las fotos que aun guardaba y que discutieran. Ella le preguntó si aun sentía algo por ti, él le dijo que algunas veces te recordaba y que por eso no eliminaba las fotos, pero que no sentía ya más. Ella, evidentemente, no le creyó. Decidió lo que ella consideró lo mejor en ese momento.
—Cancelar la boda —agregué.
—Exacto. Me dijo que le dolió mucho, pero que si se casaba con él nunca seria feliz. Que había sido un error querer llevar tan lejos su relación. No piensa que el niño sea un error, pero cree que sería un error mantener una relación con Andrés, pues no confía en él, sabe que no es lo que aparenta y que aun no te ha olvidado. Es lo que ella piensa. Por esa razón le dijo que posponga la boda y luego que la cancelara. Andrés y ella ya no están juntos. Ella decidió terminar con él y desde entonces ha estado en casa de su hermana. La ha buscado unas veces para conversar, volver, solucionar sus problemas, pero ella esta decidida a ya no saber de él. No como pareja, me dijo; pero sabe que estarán unidos por ese niño para siempre.
Asintió y suspiró.
Nos quedamos en silencio unos segundos. Había mucha información que procesar. Muchas revelaciones que no esperaba. En su momento me hubiera alegrado, hasta me hubiera regocijado saber que su relación se había ido a la mierda, pero en estos momentos, en realidad, no sentía mas que… Sorpresa. No podía llamarlo de otra manera, me sorprendía todo lo que me contó Kevin. No hay duda que lo que mal comienza mal acaba. Me daba un poco de lastima incluso, pues una criatura que nazca en esas circunstancias, con sus padres en esa situación, no debe ser sencillo. Y pensar que alguna vez pensé en embarazarme de Andrés, pero siempre algo me lo impedía, no me sentía segura, estoy seguro que para el esta situación tampoco debe ser fácil. Pero es lo que le ha tocado, me imagino que tarde o temprano tendrán que arreglar sus problemas. Mas allá de eso, no deseo nada más.
—¿Entonces te llamó para contarte eso, Kevin?
Asintió.
—Quería hablar con alguien. Su hermana esta de viaje, nadie sabe que está embarazada, solo ellos dos, y bueno, ahora nosotros, Adriana. Me pidió disculpas también. Me dijo que lamentaba mucho lo que me hizo. Se sintió extraño, pues hace mas de un año hubiera deseado escucharlo de ella, hubiera sido satisfactorio, pero ahora fue como… —encogió un hombro—. Como escuchar cualquier otra cosa. Ya no necesitaba escucharlo. Solo le dije que no se preocupara, que todo estaba bien. Traté de tranquilizarla, pues en su estado no era bueno.
—¿Fue todo lo que paso? —pregunté.
—No. No fue todo. La acompañé a su edificio, al apartamento. Le preparé un té de hiervas y conversamos un rato más. Traté de que se animara. Me preguntó que estuve haciendo todo este tiempo, no nos veíamos hace mucho después de todo. No le dije nada de ti, esta mas que claro. Aunque ella sabía que tu y yo nos vimos alguna vez, no se quien le pudo dar ese dato. Me agradeció mucho el estar ahí con ella, me abrazó y… —Asintió lentamente—. Me besó.
No supe que decir, no supe que sentir, no supe como reaccionar. Fue rarísimo. El se quedó en silencio, me evadió la mirada y paso el dedo sobre el borde de su vaso. El Barman se acercó, esta ves Kevin aceptó que le sirvieran otro trago, con dos hielos más.
—¿Y qué más? —le dije.
—Me dijo que aun me quería. Me dijo que muchas veces pensaba en mí, y que se arrepentía de lo que hizo. Que lamenta que sea muy tarde ya. Me dijo que, si yo pudiera perdonarla algún día, le gustaría que fuéramos amigos al menos. —Sonrió—. Ser amigos, ¿te imaginas? Salir a pasear con ella y su bebe, comer helados los domingos. —Suspiró y bebió de tu copa.
—¿Qué le dijiste? —pregunté.
—Le dije que no podría ser amigos. Que no podíamos vernos más. Solo fui por que estaba mal y por que pensé que así la ayudaría, y por qué tenía que verla una vez más, para estar seguro de algo. De que la decisión estaba tomada. Ese beso me demostró que ya no sentía nada, que había acabado por fin, y que ese temor que aun guardaba en el fondo de mi corazón se había desvanecido. —Se encogió de hombros—. Ya la había perdonado hace mucho, dejó de doler al poco tiempo, pero tu me entiendes, en el fondo siempre queda algo, un cosquilleo, un temor a que pasará. Me di cuenta que con ella… Ya no podría pasar nada. —Sonrió y levantó su vaso de ron, lo acompañé con el mismo gesto—. Salud, Adrianita. Salud por eso.
Brindamos.
Me alegraba saber que Kevin había superado de esa manera a Estefanía. Me hacia sentir segura de él, de su madures, mas aun ahora que estaba comenzando a considerarlo como potencial relación. Creo que me ha contado todo esto para que sepa de manera clara y precisa que tanto Estefanía como Andrés forman parte de un pasado y que esta enterrado, que no hay donde mas buscarle. Por otro lado, lo que me contó a mi me había dejado sorprendida, muy sorprendida, pues vinieron a mí algunos pasajes de mi pasado con Andrés, un pasado reciente en realidad. Iba a ser padre, lo que tanto quería, y lo que pudo ser alguna ves entre nosotros. En su momento me emocionaba mucho pensar eso, ahora… Con lo reciente, pues la verdad algo me dice que fue una bendición real el no tener hijos con él. Y estaba el hecho de que el aun pensaba en mí. ¿Qué era esto que sentía aquí? No estaba segura. Fue extraño, por un instante latió mi corazón. Por un instante sentí un placer culposo por saber que Andrés no había olvidado quizá del todo nuestra historia. Soy una estúpida, lo sé.
Pero si de algo estoy segura, es que yo no tengo la madurez de Kevin, de cruzarme con Andrés creo que no sería tan amable con él. No por que aun sienta algo por él, bueno o malo, sino por que en esta historia es el personaje más desagradable. Y de verdad hay algunas cosas que debería saber. Incluso logro sentir algo de lastima por Estefanía, se dio cuenta muy tarde, pero muy tarde.




Capítulo 20: Kevin
—Ha sido una cena deliciosa, Kevin. —Limpie mis labios con la servilleta—. Es la ternera más suave que he comido.
—¿Qué tal el vino? ¿Quieres un poco más? —me ofrecí, levantando la botella con cuidado y acercándola a mi copa, yo asentí—. Muy bien.
Algunos pocos minutos luego de conversar en el bar, el recepcionista nos mandó a llamar. Nuestra mesa estaba lista y podíamos entrar al salón de mesas. Así lo hicimos. Kevin había reservado una bonita mesa para dos no muy al fondo del salón, cerca de los músicos. Si, había músicos tocando suave música clásica, me sorprendió. Era un salón enorme, lleno de mesar muy elegantes, abovedado, con enormes candelabros y arañas de cristal, cuadros en las paredes, alfombra y decorados en madera tallada. Todo se veía elegante y fino. Por un instante me sentí como fuera de lugar, al ver a tanta gente elegante, con trajes caros. No había ido a un lugar así.
Nos atendieron con rapidez, muy amablemente se nos acercó un mozo, se presentó muy respetuosamente, nos dijo que sería nuestro mozo particular. Ordenamos, nos trajeron unas bebidas para esperar y algunos aperitivos deliciosos; cuyo nombre ignoro, eran como pequeñas frituras con verduras. No pregunté el nombre.
Ordené ternera en salsa de mostaza, Kevin pidió pollo al pimiento. Me preguntó si deseaba vino o champaña, ordenamos un vino. Un vino bastante caro, no era nacional, me di cuenta por el nombre, era un semiseco bastante bueno, pero nada que envidiar al que producían en Santa Laura, no pude evitar comparar. Obviamente no mencione nada. Solo lo disfruté.
Conversamos un poco de cualquier cosa mientras cenábamos. Fue una cena amena, deliciosa, divertida. La estaba pasando muy bien con Kevin. Durante la cena algunas veces él se me quedaba mirando, con cara de bobo, luego sonreía y me continuaba comiendo. Yo solo sonreía. Sin duda Kevin no me había llevado ahí solo porque sí, estaba más que segura que en cualquier momento me diría algo sobre sus sentimientos e intenciones conmigo. Las mujeres nos damos cuenta de esas cosas, más cuando son tan transparentes como él. Es gracioso, con Daniel nunca estaba segura de que haría o que pasaría, era algo que me gustaba. Pero igual y estaba siendo yo una exagerada. De todas maneras, solo me quedaba esperar. Hasta el momento, fuera de esa incomoda conversación en el bar, había sido una bonita cena, Kevin es muy divertido.
Me gusta que siempre tiene un interesante tema de conversación. Películas, música, algunos libros, video juegos, anécdotas, etc. Siempre se ríe de las cosas que digo, no como burla, como enfatizando que soy divertida, que lo hago reír. Ríe como bobo, pero cuando le cuento cosas serias, muestra una gran atención y preocupación, luego me comenta y trata de darle una opinión, aunque no se la haya pedido, pero no me molesta. Es un muchacho bastante hablador. No diría que me recuerda a Daniel. Mi primo es divertido, tierno y con el todo es divertido, pero de una forma completamente diferente. Con Daniel sentía otras cosas, ese cosquilleo en el corazón, en la panza, el era mi amor de la infancia, supongo que por eso. Kevin me hace sentir algo similar, pero con él es como que todo tiene una pauta, un paso, sé que va a suceder, y eso me da seguridad. La seguridad de que con él las cosas podrían funcionar, algo que con Daniel no pasará. Aunque ese cosquilleo al verlo a los ojos, y cuando el me ve, no lo he vuelto a sentir.
Si era sincera conmigo, pues esperaba que Kevin tarde o temprano confesara sus sentimientos e intenciones, pero me preocupaba tomar la decisión incorrecta. Yo aun tenía muchas cosas en la cabeza, en el corazón y él, con lo que me contó, me dejó claro que su corazón y su mente están más que listos para volverse a enamorar. Y era eso lo que me asustaba un poco, pues yo no podía darme el lujo de tomar una decisión en base a lo que esperen de mí, debía hacerlo pensando muy bien en las consecuencias, como me dijo Fernando, debía dejar de lado algunas emociones, pensamientos. Decidir pensando en lo que yo quería en realidad. Pero es difícil. No estoy segura del todo en que quiero.
En la tarde me llegó un mensaje de Daniel. Me hizo latir el corazón. Me dijo que me extrañaba mucho. A penas abrí el mensaje y lo leí sonreí como una tonta, porque, aunque mis días transcurrían muy deprisa, entre el trabajo en el hospital, el departamento, mi familia, Kevin; aun extrañaba ver a Daniel. Extrañaba poder salir con él, verlo en las tardes, habrán sido solo dos semanas, pero vaya que parecieron mucho más. Le respondí de inmediato, le puse que también lo extrañaba, que lo quería mucho y que espero poder verlo pronto. Me respondió un poco más tarde, me dijo que me quería también, que extrañaba verme cada día y que cuando pasaba por el almacén no puede dejar de pensar en mí. Fue lindo, me hizo reír y recordar.
Había pensado que luego de que le conté acerca de Kevin, se iba a poner celoso o algo así, pero no. Porque sí, le había contado a Daniel acerca de Kevin, no le dije como lo había conocido, pero si le comenté, en una de esas largas conversaciones de madrugada, que había un amigo con el que salía algunas veces. Me preguntó si era algo serio, pero le fui sincera, le dije que no. Luego de eso no me escribió unos días, pero finalmente volvió a hacerlo, eso me alegró. Pensé que se había puesto celoso, me gustaba pensar que sí, aunque la verdad no me dijo nada. ¿Por qué le hablé de Kevin? Pues porque en el fondo quizá debe entender que tarde o temprano ambos tendríamos que salir con otras personas, enamorarnos de alguien más. Estoy segura que él sabe que no me va a ser tan fácil, así como yo pienso que tampoco el podrá olvidarme tan pronto. Como me dijo Fernando, es cuestión de esperar.
Kevin también sabía de Daniel, él pensaba que era un amigo de la familia, un chico que trabajaba en la fábrica de mi familia; que habíamos tenido un romance de unos días y que gracias a él había olvidado por un momento a Andrés. Ninguno de los dos hacía demasiadas preguntas sobre el otro, era como si no existieran para quien independientemente. Ambos parecían ignorar la existencia del otro, pero a la vez parecían competir en el interior de mi corazón.
El mesero recogió los platos y nos dejó en la mesa solo la botella y las copas.
Levantó su copa, quería brindar, yo hice lo mismo.
—¿Por qué? —pregunté.
—Porque ha sido una buena cena, con la mejor compañía y porque no la pasaba tan bien desde hace mucho. ¿Tu? ¿Por qué quieres brindar? —me dijo.
Sonreí e hice un gesto.
—Mmm… Pues creo que por que ha sido una buena cena, la estoy pasando muy bien y pues porque hay salud y todo nos va yendo muy bien.
—Salud.
—Salud. —Chocamos las copas y bebimos.
Kevin bajó su copa y su expresión dibujó seriedad.
—Adrianita —me dijo—. Quería que hablemos de algo, algo serio.
—Claro. ¿Qué sucede, Kevin? —respondí, imaginando ya de que se trataba.
Sonrió y bajó la mirada. Inhalo y exhalo profundamente, volvió a dibujar seriedad en su fas y me miró a los ojos. Se le veía convencido, seguro.
Aclaró su garganta y habló:
—Se que no te va a parecer extraño lo que quiero decirte, Adrianita. Se que tal ves has estado pensando en cuando tendríamos esta conversación, cuando te diría lo que voy a decir. No soy tonto, no eres tonta, sabes muy bien que estas semanas he estado bastante pendiente a ti, te he buscado más, te he llamado más, nos hemos escrito, salido y sabes sobre todo que para mí es muy importante verte feliz, verte bien; y que sepas que es importante también lo es. —Yo lo escuchaba con seriedad y asentía—. Pues bien, yo no estaba seguro aun de lo que realmente siento, de si es o no apropiado sentirme así, porque al fin y al cabo hay una historia detrás de nosotros —gestualizó con las manos— que no es muy agradable, pues no nos conocimos como las personas suelen hacerlo. No digo que este mal, es solo diferente. Pero si que influye. Influye pues siempre será un recuerdo poco agradable, ya sabes. Por esa razón te conté lo de Estefanía, porque quería que supieras que para mí el tema de mi ex pareja esta enterrado, y que lo que mejor me ha quedado de aquella historia que se llevó dos años de mi vida, pues fue conocerte. —Le sonreí, no pude evitarlo, fue lindo—. Se que a estas alturas sería tonto negar que siento muchas cosas por ti, mas que la amistad que tuvimos y tenemos. Así que trataré de ser lo mas directo y concreto posible, y perdóname si no puedo, y me extiendo de más, a veces me pasa.
Aclaró su garganta nuevamente, pasó saliva y me sonrió.
Continuó.
—Cuando decidí llamarte, buscarte, lo hice con la clara intención de recuperar la amistad, que fue lo que valoré de ti en un comienzo, aunque terminó en algo más, créeme que extrañe más nuestra amistad. Conversar, vernos, salir un rato, etc. Cuando me alejé sabía que no hubiera sido nada bueno para ambos seguir viéndonos, como te comenté, me tomé la libertad de pensar por los dos. Lo hice porque sabía que estábamos muy inestables, inmaduros y hubiéramos hecho cualquier cosa impulsados por el rencor que tenías en nuestros corazones. —Yo asentí. Tenía mucha razón en lo que estaba diciéndome—. Muchas veces pensaba en ti, cuando estaba en casa, a trabajando, quería verte llamarte cuando me sentía mal, pero sabia que no era correcto. Así que me fui de viaje para trabajar y ganar dinero, olvidarme un poco de todo lo que estaba pasando. Funcionó, aunque no negaré que me costó mucho dejar de pensar en ti. Pues lo que sucedió para mi no solo fue sexo, fue algo más y no quería pensar por ti, pero me gustaba creer que también para ti fue especial.
—En aquel momento —interrumpí— lo fue. Pero cuando te fuiste, y no nos volvimos a ver debo aceptar que me sentí mal.
—Yo lo lamento. —Alargó su brazo y cogió mi mano —. No fue mi intención que pensaras eso. Es solo que no quería complicar las cosas.
—Hiciste bien —respondí—. Los dos estábamos mal, y en ese momento haber continuado esa amistad nos hubiera terminado dañando. Pero me tomó tiempo pensarlo así. En su momento me sentí mal; no por ti, sino por mí.
—Cuando comencé a sentir cosas por ti, no quería que crecieran bajo la sombra de Estefanía. Quería que fuera algo que nace y crece de nosotros, de esa relación, de dos chicos que un día se conocieron, aunque se conocieron de una forma muy particular. —Sonrió.
—Hiciste bien —respondí—. No puedes construir nada sin antes haber destruido todo lo que está en ruinas debajo. Eso lo leí en un libro hace poco, creo que es muy cierto. Si no puedes estar completamente seguro de que tu pasado ya no afecta a tu presente, entonces no podrás nunca estar seguro de que lo que haces es lo correcto, mas aun si arrastras contigo dolo, rencor, miedos. Creo que hiciste lo correcto y como te dije: fuiste mucho mas maduro que yo y creo que lo sigues siendo, Kevin.
Kevin asintió con una sonrisa en los labios, sus ojos me miraban con ese brillo especial de quien mira aquello que ama, sus dedos delicadamente acarician los míos, sentía la calidez de su calor en mi palma. ¿Que estaba esperando? Es un buen hombre. es un buen partido, dirían algunos. Cada ves era menos importante quien era, como lo conocí, al menos para mí.
Soledad, mi voz de la razón, y yo habíamos conversado sobre la posibilidad de una relación con Kevin. Ella nunca se fio de él, creo que la impronta que tuvieron fue negativa; pues luego de que tuve relaciones con él, la primera con la que hablé fue Soledad y ella me vio mal, una imagen desafortunada. Recuerdo que me dijo de todo y de él también. es comprensible que no se fie de él, porque más allá de ese suceso, y por mas que le haya explicado, ella sigue pensando mal de él. Una duda razonable, que el mismo Kevin no ha podido responder de una forma convincente, debo aceptar, es por que siguió solo tanto tiempo, desde que se fue. Es un cuestionamiento ridículo, pero razonable. Pero como es comprensible, no le podía preguntar eso, el me ha dicho, además, que ha salido con varias chicas, pero que no ha llegado a más. ¿Para qué ahondaría entonces? Tendría que creerle nada más, pero Soledad no. Ella cree que él ha estado ilusionado conmigo todo este tiempo, y que no ha superado aquello que pasó entre nosotros, y que ha esperado todo este tiempo para poder acercarse a mí, esperando que yo estuviera mejor, escapando a la vez de su ex relación. No cree que el este realmente enamorado de mí, por más que actúe como si lo estuviera. Algo de razón debe tener, obvio esta que, su opinión es para mí muy importante. Pero en estas semanas saliendo me ha demostrado muchas cosas, de ser todo mentira solo para llevarme a la cama otra vez, sería un poco absurdo. Pero si algo he aprendido es que hay que escuchar a las personas, sobre todo a las que te conocen de verdad y se preocupan por ti.
Siempre va a ser importante escuchar aquellos consejos, pero finalmente quienes decidimos somos nosotros. Y pues el momento de tomar una decisión estaba acercándose.
—Adriana —continuó Kevin—, lo que te quiero decir es que… Me gustas mucho, eso ya lo sabes. —Sonrió—. Me pareces una chica muy bella, muy interesante. Te he conocido mucho más en estas semanas, y solo puedo decir que mientras mas te conozco más me gustas y más —llevó su otra mano a su pecho— siento que nace algo aquí. Algo que me cuesta contener día con día. Adrianita —suspiró—, quiero que sepas que me estoy enamorando de ti —me dijo.
Por fin lo había dicho.
Por fin vocalizó aquello que ya sabía. Lo extraño aquí, era que no sabía que sentir, pensé que cuando lo dijera sentiría algo, pero no. No sentí nada. Soy totalmente sincera. Fue lindo, no lo niego, pero no sentí que mi corazón latiera, no sentí que mis manos sudaran, no sentí que todo desaparecía. Solo sentí que ahora me tocaría a mi hablar y que eso iba a ser muy difícil.
Realmente iba a ser muy difícil. Sobre todo, viendo su mirada, esa cara de bobo, una cara de enamorado, una mirada expectante, una sonrisa dulce en los labios y su mano presionando la mía. Por un instante me imaginé que hubiera sido Daniel quien me lo dijera. Pues nunca lo dijo, aunque tampoco yo. Me imagine que fuera Daniel quien estuviera frente a mí. Estoy segura que otra hubiera sido mi reacción.
—¿No tienes nada que decirme? —me preguntó Kevin sonriéndome.
Yo lo miré y le sonríe.
—Si, claro que sí, Kevin. Tengo mucho que decirte también.
Me miró y me sonrió con ternura, entornando los ojos.
Ya estaba lista, ya sabía que decirle. La decisión estaba tomada.

Capítulo 21: Una decisión
—Kevin, yo no estoy enamorada de ti. —Fui directa y franca con él, su expresión cambió de una mirada tierna a una más de resignación, asintió lentamente, me sostuvo la mirada—. Yo a diferencia tuya aun mantengo muchas dudas en mi cabeza, en mi corazón y no sería justo para ti que yo decidiera algo o dijera algo con la esperanza de que nazca pronto o después lo mismo que tu me estas brindando, en este caso tus sentimientos.
—Entiendo, Adrianita —me dijo.
—Yo solo hace poco he sentido muchas cosas por Daniel, el chico del que te hablé, fuiste testigo de cómo regresé de Sta. Laura. Y eres testigo también de que en estas semanas contigo pues… Las cosas han cambiado, ya no estoy enamorada de él, pero tampoco lo he olvidado. Y entiendo perfectamente que tu has superado todo tu pasado y estas mas que listo para comenzar algo con alguien, una relación, enamorarte, y así. Pero yo aun no, me cuesta un poco sentir que ya estoy lista, aun pienso muchas cosas y aun en mi mente me cuesta mucho sentir que ya está, que puedo pasar la página. Se que soy una tonta.
—No, no lo eres —Me presionó la mano—. Disculpa si te pongo en una situación así diciéndote estas cosas, Adrianita. No es mi intención.
Le sonreí.
—Cálmate —le dije—, no me pones en ninguna situación. Solo me has dicho que estas enamorado de mí.
—Lo sé, pero no quiero que eso sea motivo para…
—No te preocupes, Kevin. —Coloqué mi mano izquierda sobre la de él y presioné con delicadeza—. Esta bien. Lo que quiero que entiendas es que yo no puedo aun, así como estoy, permitirme enamorarme nuevamente. Lo que pasó en Sta. Laura fue algo fuerte, intenso, tu sabes. Nunca diré que fue un error, mucho menos que fue producto de una necesidad afectiva o de un tema platónico; yo se perfectamente lo que sentí. —Kevin asintió—. Pero también soy consciente de que no va a suceder nada más con él. Se que no te he dicho por qué, pero créeme, basta con que sepas que es imposible que pase algo. No es posible.
—Cuando me contaste eso decidí no preguntar más, o el por qué, pues consideré que era algo muy personal. ¿Me podrías decir por qué? Creo que podría entenderte mejor. No losé.
Suspiré y consideré en ese momento que ya era ridículo no decirle a Kevin que es lo que me impedía convertir lo que sentía por Daniel en algo más. Finalmente, el había sido sincero conmigo, pensé que se lo debía contar, de esta manera me comprendería mejor. Además, ya no tenía sentido mantenerle ese misterio.
—Está bien, Kevin. Te diré por que es que con Daniel nunca podríamos llegar a algo más. Lo que sucede es que el es mi primo —le dije.
El se quedó en silenció y asintió. Frunció el ceño e hizo una mueca con los labios.
—¿Era solo eso? —comentó—. Es que no me parece tan grave. Es decir, alguna ves me ha gustado una prima, o alguna prima me ha dicho que le gustaba; claro, cuando éramos pequeños. Creo que te comprendo, siendo adultos es un poco más complejo, pero tampoco es algo tan difícil de entender.
—Pues esa es la razón por la cual lo que sucedió con Daniel no puede salir de Sta., Laura, no va a florecer más, y pues quedará ahí. Yo aun siento cosas por él, y por esa razón me cuesta abrir mi corazón para alguien más. Mas aun si esta persona está enamorada de mí, porque no quiero hacerla sufrir, es decir, no quiero hacerte sufrir.
—No me harías sufrir, Adrianita. No lo harías jamás. —Presionó mi mano—. Quiero que sepas que lo que siento por ti es verdadero, es limpio, es puro, es… Es para ti. Pero se muy bien que el amor no es sencillo, enamorarse tampoco lo es; y no espero que te enamores de mi de un día para otro, o en una semana o en un mes; esos son milagros hermosos que pasan alguna vez y baso determinadas circunstancias; pero, como tu sabes, muchas veces no llegan a madurar. Lo que yo te ofrezco es que me des la oportunidad de enamorarse, lentamente, paso a paso, que el tiempo no sea una excusa, que el tiempo juegue a nuestro favor, por que mientras mas tiempo pasemos y mas me dejes demostrarte que te quiero y que, aunque nuestra historia sea algo difícil de entender, saquemos de ella algo bueno. —Se encogió de hombros y me sonrió con ternura, yo lo escuchaba atenta, seria—. No pienses que estoy proponiéndote matrimonio, solo te estoy pidiendo una oportunidad para que ambos comencemos a construir algo, quizás hermoso, de lo que fue una etapa muy desagradable para ambos. Demostrar que no importa que una persona haya pasado tantas cosas en su pasado; cuando realmente se dispone a sentir y querer de nuevo, puede lograr milagros, maravillas.
Me sonrió y me hizo sonreír, lo que había dicho era muy tierno, muy lindo y sobre todo era muy maduro y muy realista. Tenia razón, no me había que nos casemos, me estaba invitando a sentir de nuevo, a enamorarnos con tiempo y cuidado. Era una buena oportunidad para comenzar a alejarme de tantas dudas, entregarme quizá a algo que podría florecer, algo que este mas cerca del suelo y no tanto en las nubes.
Era verdad que con Daniel nunca llegaríamos a nada, no bajaríamos de las nubes, aunque había pasado mucho tiempo en las nubes. ¿Podría recordar como se siente pisar el suelo? Kevin podría ayudarme a sentir en mis pies el piso otra vez, caminar juntos. Pero tenía que pensarlo bien; las nubes siembren van a estar encima de nosotros hasta en el día más soleado. Tenía que tener mucho cuidado, tendría que decidir por ambos en este juego, y francamente ignoraba que tanto Daniel, en estas semanas, ha sabido colocarme, en su corazón, en el lugar correcto. Es decir, ¿Qué tanto el será consciente de que nuestra historia acabó aquel día en la estación? Que tontería, yo misma no me creí eso. Pero alguien tenia que comenzar a creerlo.
—¿Quieres tiempo para pensarlo? —me preguntó Kevin, sonriéndome.
En realidad, no había mucho que pensar.
—Solo quiero pedirte dos cosas, Kevin. —Asintió—: Primero, no quiero que pienses que esto será fácil o que es inevitable un final feliz; y segundo, quiero que siempre seas sincero conmigo, yo lo voy a serlo contigo.
—Claro, por su puesto, Adrianita. Te dije, no es esta una proposición de matrimonio, pero tampoco es un juego para mí. Prometo cumplir con lo que me pides.
Le sonreí.
—Entonces, siendo así, creo que podríamos… Ya sabes, comenzar a intentar algo juntos.
—¡Adrianita! —Kevin dibujó encantadora sonrisa. Pude sentirlo exhalar, más relajado—. Esto me hace muy feliz. —Presionó fuerte mi mano y la acercó a él. Me besó el dorso de la mano. Fue muy tierno. Me miró con esos ojos tiernos y me sonrió—. De verdad estoy muy feliz.
—Igual yo, Kevin. Eres un muy buen hombre.
Había tomado la decisión, finalmente.
No fue muy difícil en realidad, no quería cometer el error de seguir enganchada con algo que no iba a florecer más allá de aquel buen recuerdo. Error que cometí con Andrés, pensar que había algo ahí que funcionaría. Decidí darme una oportunidad, esta ves una que si podría convertirse en algo. Lo que suceda a partir de ahora será completamente lo que tenga que suceder, ya no lo que deseo que suceda, haría que ser franca con lo que uno siente y si bien aun en mi corazón había mucho que procesar y colocar en su lugar, ahora podría hacerlo sabiendo que tenía a Kevin para acompañarme en este nuevo camino.
Me sentí bien, me sentí alegre, convencida. Ahora comenzaría una nueva etapa en la que debía procesar de forma diferente lo que sentía, dejarme llevar. Me había quitado de la cabeza algunas dudas, como dijo Fernando, dejar de pensar en el que dirán, y comenzar a pensar en lo que quería yo, y lo que yo quería en este momento es darme una nueva oportunidad para sentirme enamorada y que eso pueda crecer más adelante en, quien sabe, tal vez amor.
Daniel. Daniel es alguien que sigue afectando en mis emociones, incluso en este momento, puedo sentirlo presente; pero siendo lo más franca conmigo, él es solo una ilusión, un sueño de dos chicos enamorados de la fantasía, dos chicos que no se conocieron lo suficiente en realidad, aunque no fue necesario. Aquellas dos semanas fueron para mi muy bellas, las mejores de mi vida hasta hoy, pero siempre fui consiente de eso precisamente, hasta hoy. Daniel era un tema que aun debía solucionar, procesar, por que tarde o temprano tendría que ser sincera con él. Se que no estaba en nuestro trato implícito ser sinceros con nuestras vidas personales, pero si quería comenzar algo bien, convencida y dejar atrás cualquiera atadura que me impidiera avanzar, tendría que saberlo él. Si todo lo que sentimos era real, y me quiere, como yo lo quiero, el entenderá.
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