Después de larga ausencia

Después de larga ausencia volví a mi pueblo natal: municipio Frank País provincia Holguín-Cuba.
Al bajarme del autobús lo primero que me abrazó fue el fuerte olor de mar que bordea el pueblo, y sentí en mi cabeza un oleaje de resaca que abrió viejos archivos.
Recordé los momentos de relax allí en la playita, los castillos de arena, los caracoles jugando con los cangrejos, las payadas de los bañistas, algún que otro anciano tomando el sol, los paseos en el bote de papá los días de pesca, y todos los bramidos del mar los días de ciclones.
A los pocos minutos llegué a la vieja casona donde vi la luz por primera vez y donde viví con mis padres hasta que me casé. Mamá me esperaba en el portal, me abrazó y me besó con el mismo desenfado que lo hiciera cuando yo era una bebé. Yo quedé inmóvil por un instante como recibiendo las bendiciones de un ángel. Luego solté la maleta allí mismo en el portal y besé a mi madre en la frente.
Mamá al darse cuenta de mi estado físico desmejorado se preocupó:
_Hija ¿qué te pasa? ¡Te veo pálida!
_Nada grave, madre _respondí_. Por favor, ayúdame a guardar los paquetes.
Mi madre se dispuso a guardar mis maletas en la habitación. Yo aproveché para observar la fotografía de papá colgada a la pared ya borrosa. Hubo un momento de silencio tronador, y cuando miro hacia atrás mi madre estaba casi pisando mis talones con los ojos húmedos y balbuceó:
_¡Ay, si lo tuviéramos aquí para escuchar su voz, mirar sus ojos, besar su frente!...
Entonces la tomé por la mano, caminamos varios pasos y la invité a sentarnos en el sofá-cama para que me contara sobre su vida durante mi ausencia. Pero todo fue al revés, mi madre era quien hacía las preguntas, su curiosidad sobre mi vida en la capital era demasiado.
Volvió a mirarme de la cabeza a los pies como escudriñando algo que yo ocultaba muy dentro de mí. Y me dijo en tono grave:
_Te veo atontada, llena de temores…dime todo lo que te pasa.
Fue el momento en que abracé a mi madre con fuerzas, la besé muchas veces y mi voz era de niña:
_¡Estoy agotada, madre!...¡El viaje ha sido una tortura!...¡Necesito tomar algo caliente!
Mientras mi madre preparaba el sabroso café cubano no dejó de averiguar sobre mi viaje de 35 horas:
_No comprendo 35 horas dando ruedas, si el billete de viaje dice muy claro:
“Tiempo de viaje, 9 horas”
Aquellos sorbos de café caliente fueron para mí un bálsamo, entonces pude dar detalles de todos los fallos que presentó el autobús en que viajé de la Habana a Holguín. Los pasajeros tuvimos que descender del bus siete veces, y esperar la reparación del chasis, cloche, motor, sistema eléctrico…
o cualquier otro mecanismo averiado.
_¡Increíble! _se asombró mi madre_ ¡Ya no se puede viajar a ninguna parte por la crisis!
Y deshojando una mazorca de maíz continuó:
_Sé que te gustan los bollitos de maíz en la sopa, y no me digas que cambiaste
tu dieta oriental por la habanera.
_Claro que no la cambio. Aquí la comida tiene mejor gusto, el fruto a penas sale de la tierra va para la cazuela.
_Ah, por eso no me fui contigo para la Habana, aunque me digan guajira, yo no dejo estos rincones para vivir en la capital. Aquí se respira el aire más puro. Concluyó mi madre.
Y debo decir que no fue una sopa cualquiera. Ese día degusté de la caldosa cubana más nutritiva, tenía de todo: carne de cerdo ahumado, malanga, plátano, maíz, yuca, boniato, ají, cebolla, ajo…en fin, para volver a la vida.
Mi rostro cambió de la aflicción al deleite. Entonces mi madre considerando el momento oportuno de persuadirme a aceptar las burbujas de su mente me dijo:
_Hijita, ¿te quedas conmigo?
_No, madre _respondí_. No puedo quedarme, mis hijos esperan por mí.
_Tus hijos ya tienen 14 y 17 y su padre vive en la Habana y familia paterna.
Después caminando los pasillos laterales de la vivienda tropecé con el viejo columpio donde tantas veces mamá me cantaba las nanas de las Nereidas para dormirme. Allí mismo me tendí sobre cojines y fue cierto que mis narices quedaron limpias de hollín al respirar el aire puro del campo.
Ya más animada continué la explicación sobre mis razones de vivir en la capital al lado de mis hijos.
_ Madre, comprendo que este lugar es más saludable, pero mis hijos necesitan un futuro mejor y yo debo ayudarlos en esa gestión. En la vida a veces hay que hacer sacrificios. Este municipio es muy pobre y no hay fuente de empleo. En la Habana ya mis hijos trabajan y ganan mucho dinero, incluso divisa.
_Mariluz, tú siempre has sido muy fuerte de carácter y nunca acatas consejo,
tendré que acomodarme sobre los almohadones de la soledad esperando las caricias de tus cartas.
Sentí una lágrima correr por mis mejillas y me aparté un tanto de mi madre para no lastimarla.
Y para no llorar las dos juntas no conté toda la verdad de mi escenario en la Habana. No le dije que estaba gestionando los papeles para salir de Cuba con mis hijos. Preferí callar.
Mis vacaciones en casa de mi madre fueron de 15 días. Volví a despedirme de mi madre y regresé a la Habana, no sin antes compartir un rato también con mi hermana que vivía por allí en un pueblo cercano.
Al poco tiempo de llegar a la Habana recibí una carta de mi madre para informarme sobre la enfermedad de mi hermana: Cáncer en los ovarios.
Nos pusimos de acuerdo para tratar a mi hermana en los hospitales de la Habana donde hay más recurso. Por lo que fue necesario un viaje de urgencia, mi casa fue el hospedaje de familiares y amigos, porque mi hermana tenía tres hijos que iban a verla y se hospedaban allí, así también su esposo y amistades.
A los dos años de padecer mi hermana se ausentó para siempre de este mundo. La muerte de mi hermana afectó mucho la salud de mi madre. A todo esto había que sumar la ausencia de mis dos hijos que ya habían partido para España. Yo sentí que algo muy pesado me abatía contra el suelo, y le pedí a mi madre que se quedara conmigo. Fue así que volvimos a convivir juntas en la Habana, sólo por dos meses. Mi madre enfermó de cáncer y fue muy rápida su partida.
Ya eran muchas las ausencias en mi hogar, yo misma me sentía ausente del mundo. Y decidí reunirme con mis hijos en España. Salí de Cuba el 20 de diciembre de 2003 con profundo dolor.

Jaime Olate escribió:

Después de una larga ausencia, un relato doloroso, pero bien hilado.
Por mi trabajo sé lo que es ausentarse por largos años del puerto que me vio crecer. Hoy todo está cambiado, salvo pequeños barrios que me recuerdan mi niñez y juventud; las pocas veces que he ido permanecí apenas un par de días con mis hermanos, primos, sobrinos, en fin lo que queda de mi familia. Prácticamente voy solo a los funerales y ... de vuelta a la odiosa capital.
Un abrazo fraterno.

Gracias Jaime por leerme y por comentarme, celebro que te haya gustado este relato. Saludos cordiales

El retorno al hogar, todo aquello que dejamos atrás y que con tanto dolor nos vimos forzados a dejar en busca de un mundo mejor, queda espléndidamente reflejado en tu hermosos y sentido relato, que llega al lector identificándose en muchas de las situaciones que brillantemente narras.
Fue todo un placer leerte amiga.
Un abrazo
Roberto

Gracias Roberto por leerme y escribir tu bello comentario que siempre me estimula a continuar adelante. Un abrazo amigo

Hola Marah: Un gusto leer este relato que contiene mucho sentimiento, dolor y realidad de vida.

Felicidades

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Tiene un principio muy potente por las sabrosas imágenes que revelan bien la calidez del ambiente cubano, luego se diluye en lo meramente informativo hasta la resignación final.
A modo de aporte, te recuerdo que los números también se expresan en palabras: “No comprendo 35 horas dando ruedas…” sería “No comprendo treinta y cinco horas dando ruedas…”
Me gustó como captas lo significativo para que el lector no sólo comprenda el texto, sino que lo sienta.
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Historias de vida que en muchos casos se sienten parte de la vida del lector. Idas y vueltas de las relaciones y la convivencia. La familia y su importancia en todos los momentos de la vida.
Disfruté la lectura.
Nilda