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 DE CÓMO MURIÓ ERNESTO F. MIRANDA

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MensajeTema: DE CÓMO MURIÓ ERNESTO F. MIRANDA   DE CÓMO MURIÓ ERNESTO F. MIRANDA Icon_minitimeMar Mar 26, 2013 12:30 am

A los costados del camino, oscuridad. A cien metros se ve una casa, la casa abandonada de la que habló Victorio. Antes de llegar se ven algunas lápidas. Allí están enterrados los antiguos moradores de este pueblo. Cuando digo moradores no me refiero a seres humanos, sino a criaturas anteriores a los gigantes, a los néfilim y quizás hasta el mismísimo Adán. Sí, estoy hablando de los Antiguos, o de los Primigenios. Las primeras lápidas, algunas inclinadas por el paso del tiempo y otras rotas y echadas en el suelo como al descuido, mantienen su forma de espiral concéntrico. En el centro, se encuentran las que están en mejor estado, las más importantes, a las que intentaron borrarle las inscripciones talladas en ellas.
Antes de saltar la verja del cementerio, tomó polvo del camino, extendió el brazo y abrió la mano de a poco. El polvo fue cayendo pesadamente, esto no era buena señal. No había ni siquiera un poco de viento. Salto la verja y fue caminando hasta el centro del cementerio. Miro hacia los costados, nada ni nadie se veía. Sacó de la mochila los huesos, las velas, el agua y la cruz. Encendió las velas, puso los dos huesos en cruz, los roció con agua y comenzó el ritual.
—Jehová es mi Pastor. Nada me faltará. En prados herbosos…
A medida que recitaba el salmo y bendecía los huesos, las copas de los árboles comenzaron a moverse. Se levantó una pequeña briza que fue transformándose en viento. Las ramas se partían y volaban por los aires. El cielo se cubrió de nubarrones negros y los relámpagos saltaban de nube en nube, iluminando de vez en cuando el cementerio.
—…me hace recostar; me conduce por descansaderos donde abunda el agua. Refresca mi alma…
La tierra de las tumbas más próximas se movía como si millones de hormigas quisieran salir de ella, las gotas de sudor corrían por su frente y las piernas comenzaron a temblarle, miraba hacia todos lados, el miedo se había apoderado de él.
—…me guía por los senderos trillados de la justicia por causa de su nombre…
El cementerio quedó iluminado por uno de los rayos, y fue entonces cuando vio a los seres esqueléticos que caminaban hacía donde él estaba, para ese momento ya le costaba concentrarse en la oración que estaba recitando.
—…Aunque ande en el valle de sombra profunda, no temo nada malo,…
Ahora no solo le temblaban las piernas sino que ya no podía sostener la cruz entre sus manos. La lápida que estaba frente a él voló a unos metros haciéndose pedazos contra el suelo y la tierra se abrió dejando al descubierto los huesos de la fosa y un olor acre mezcla de azufre y amoniaco.
—…porque tú estás conmigo, tu vara y tu cayado son las cosas que me consuela...
De la fosa salió un ser de forma humanoide con cabeza de dragón y dos pares de alas. Las criaturas esqueléticas cada vez se acercaban más, se postraban ante su Dios rindiéndole pleitesía.
—…con aceite me has untado la cabeza; mi copa está bien llena…
Los rayos ya no saltaban de nube en nube, sino que caían en los puños alzados de la bestia y a cada rayo parecía hacerse más fuerte.
De pronto todo cesó. Ya no había viento, rayos, ni nubes. La bestia extendió la mano huesuda y descarnada tocándole la frente. A través de sus dedos succiono la sangre y toda su energía vital.
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