El Día que Murió el Mundo

Cuando despertó, lo invadió una sensación de angustia, algo estaba pasando que no podía comprender, miró a su alrededor tratando de encontrar alguna imagen que le resultara familiar, sin embargo su intención quedaría frustrada, perdida en un espacio desconocido.
Recordó el naufragio que sucediera cuarenta años atrás, su desconcierto, la inmensidad del mar y la terrible soledad que cubría la playa aunque… esto era diferente, podía escuchar voces y sonidos extraños cerca de él pero, en otra dimensión.
Se incorporó y comenzó a caminar entre una multitud de gente sin ojos. Autómatas que iban y venían en todas direcciones, el ruido lo aturdía y cientos de luces fugases lo encandilaban, sintió temor y frío, se acurrucó en un rincón, algo parecido al umbral que recordaba como un casa de inquilinato.
Horas más tarde, una ambulancia recogía su cuerpo mientras que el camillero decía en vos baja:
Pobre viejo, nunca aceptó que su mundo ya no existe.

Un cuento corto pero que trabaja muy bien la idea,y trasmite esa sensación de descubrimiento interior donde el mundo se nos acaba.
un cuento redondito.

Uno de esos micros que tanto te gustan y en que te sientes tan cómodo,
que el lector disfruta y lamenta la brevedad, pero debe ser así.

Una buena historia, Ricardo. Saludos,
Jose

Un relato que es una gran alegoria, que plantea la muerte del interior del hombre
Muy bueno

Gracias Antonio, antifaz, Fobio y Ciudadano del mundo por sus comentarios. Nos estamos leyendo.
Un abrazo.

Un buen relato, que me dejo un poco de melancolía,al pensar en la tristeza que da perder toda ilusion, darse cuenta que su mundo ha muerto.

para pensarlo