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 Portadora de luz - 14

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animalSON
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MensajeTema: Portadora de luz - 14   Portadora de luz - 14 Icon_minitimeDom Nov 01, 2009 10:57 am



Portadora de luz
PARTE XIV



El cielo empezaba a aclararse en la jungla. Pasó de negro a azul oscuro, a azul, y por último a celeste. La luz del sol encontró a Walter dentro de una jaula que colgaba cerca del piso.

-¡Psss! ¡Oye, Leroy! – se escuchó un susurro tras unos matorrales.

Walter investigó con la vista todo el derredor, pero no pudo ver a nadie más que la pantera gigante durmiendo junto a la fogata.

-¡Psss! ¡Por aquí, Leroy! –el prisionero no pudo reconocer la voz, pero sí el rostro de el soldado especial Richard Good camuflado entre las plantas.

Haciendo todos los gestos insonoros posibles, Walter intentó demostrar su alivio, y a la vez, sus ansias de que lo rescaten. Richard se acercó agazapado con un sigilo digno de su entrenamiento.

-Sabía que vendrías por mí, amigo mío –susurró Walter con media sonrisa.

-Leroy ¿Tienes mis apuntes? –se apresuró Good.

-Si aquí están… Toma –dijo en tono dudoso, y le entregó las hojas por entre los barrotes.

-¡Oye! ¿Qué haces? ¡Ayúdame! –se desesperó gritando lo más suave posible mientras su falso rescatista se alejaba.

El soldado de elite se detuvo un instante a medio camino bajando la cabeza, y luego regresó. Sacó un cuchillo de su bota y cortó las ataduras de la puerta de la jaula. Walter bajó torpemente y siguió los pasos de su compañero que se perdía en la espesura de la selva.

-¿No ibas a dejarme, verdad? –inquirió mientras caminaban, sin recibir respuesta.

Continuaron caminando toda la mañana sin descanso y sin decir palabra. Al mediodía llegaron a un río y se sentaron en unas rocas. Richard sacó un pote de su mochila, y comenzó a comer su contenido pastoso de color gris con una cuchara. Walter lo envidiaba en silencio desde su roca.

-Yo pienso que ese Octavius es un papanatas –dijo el novato soldado intentando romper el hielo.

Y luego de cerrar sus ojos para pestañar, los abrió encontrándose con el cuchillo de Richard pinchándole el cuello.

-¿Sabes lo que te pasará si vuelves a blasfemar así? –le preguntó el ofendido seguidor de las profecías.

Walter pensó que si movía la garganta para decir algo, ésta se vería lacerada por el filo del cuchillo. Así que no dijo nada y se limitó a emitir un chillido de piedad. Richard regresó a su roca y continuó con su almuerzo.

Esa noche, después de haber caminado junto al río toda la tarde, se recostaron a dormir en una playa. A la mañana siguiente, cuando las estrellas desaparecieron, el soldado especial de Riverland abrió los ojos para enterarse que Walter había desaparecido. Pero lo que le llenó de furia, fue que había desaparecido con su mochila, sus notas, y el libro de profecías.

Una maldición recorrió toda la jungla, rebotando en las palmeras. Walter apresuró su marcha al oírla.





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