PENSANDO

PENSANDO

Estoy pensando que allá por los los 17 años conocí a un muchacho de mi misma edad, era de la barriada y congeniábamos muy bien.
A través del tiempo compartimos muchas cosas. Todos tenían un alto concepto de él, no hablo de sus condiciones morales que eran indiscutibles, sino de habilidades mundanas tales como la simpatía, la amabilidad, la picardía. Verdadera cintura que demostraba a la hora de enfrentar distintos sucesos. Era uno de esos tipos para tirar en yunta sin la mínima duda.
Así fue que anduvimos asentando aquellos motores nuevos entre tantas experiencias durante muchos años.
Verdadero artífice de un cartel de piola que supo ganarse porque era crack sin grupo alguno.
Por supuesto que los motores se terminaron de asentar y comenzamos a vivir como hombres las responsabilidades que la vida demandaba.
Aquél cartel me impedía admitir que con el tiempo ya no manejaba el juego en la mitad de la cancha, se había vuelto remolón para meter un pase entre líneas, ya no la bajaba ahuecando el pecho para dejarla muerta al pie, no tiraba un caño ni una gambeta acertada. Sin embargo al amigo siempre se le tiene fe, y se la tuve.
El tiempo no solo trae cierta sabiduría y muchas arrugas, también desilusiones y estas muchas veces se encargan de derrumbar carteles, famas y hasta el brillo más resplandeciente.
Lo cierto es que, con dolor debí aceptar su especie de reposo que acrecienta cada día al punto tal de estar en bancarrota con la vida entre pérdidas irrecuperables de todo tipo y además con los agravantes de no aceptar consejos y de acusar a cuantos conoce de estar desacertados, de ser giles y enfatizando –son todos una manga de otarios.
La tribuna imaginaria hoy silba lo que antes aclamaba. La no imaginaria también lo hace, me consta.
La cuestión es que aquí me encuentro, pensando día a día que hago con la pena.

reche

Las idolatrías son muletas que nos ayudan a avanzar. Pero llega el día en que tenemos que tirarlas y hacernos cargo de nuestro andar. Quién sabe si no somos muletas de quienes ni siquiera conocemos. Los que vamos en una misma dirección, tenemos la certeza de haber servido para algo, más no se nos puede pedir.

El tiempo se encarga de mostrarnos cara y revés de una misma moneda,y descubrimos con pena que a veces  caen los ídolos,como si jugáramos a la taba ,te sale culo y te toca perder.Por que hay una perdida,por eso la pena.

Un texto que da para pensar.
Un abrazo

Si Cochito, cada noticia que me llega es más lamentable que la anterior. 
Quisiera contar con sabiduría para intentar rescatarlo aunque viva suicidándose

Fede, tu comentario me conduce a la reflexión, pero aun así es muy triste contemplar el deterioro

Mario, cara y cruz de una misma moneda, quizás la vida sea un juego y nada más.