EN EL BANCO

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EN EL BANCO

Se sentó a su lado. La miró sorprendido. Estaba acostumbrado a la soledad y le gustaba observar lo que sucedía a su alrededor desde aquel banco de madera. Los parterres, los surtidores, los niños, los adultos, los paseantes solitarios, los viejos, los perros… Pero detestaba que alguien se sentara a su lado. Siempre se colocaba en el centro nunca en una esquina donde pudiera ofrecer sitio a otra persona. Disfrutaba mientras pensaba, por eso, cuando aquella mujer se acomodó, casi hombro contra hombro, la miró agresivo y a punto estuvo de aclararle como, aquel banco, era exclusivamente suyo.
Al mirar su cara, se calmó su espíritu. Sin motivo justificable, sintió cierta tristeza que, poco a poco, se convirtió en una profunda pena. Con disimulo, la observó detenidamente. Parecía enferma ¿o era solamente preocupación lo que afloraba a su rostro? Volvió a mirarla sin preocuparse de ser discreto. Era rubia (teñida, seguro) muy blanca de piel y llevaba puesta alguna crema pues su piel brillaba entre aquellas arrugas profundas que surcaban sus mejillas como en un mapa los trazos de carreteras, ríos y caminos. No podía ver sus ojos con precisión, parecían pequeños y claros, azules. Eso le recordó, de manera absurda, el regalo de los pendientes a Valentina, aquel año, ya lejano, cuando le confesó su deseo de casarse con ella. Eran unos pendientes pequeños con una piedra azul… Él no sabía qué clase de piedra, no era experto en esas cosas, no diferenciaba un brillante de un cristal. Alguien lo nombró zafiro… Se los llevó a la tumba, él se los puso cuando estaba en el ataúd. No quería pensar en eso y se movió inquieto separándose un poco de la mujer.
La volvió a observar. Vio como sacaba un pañuelo blanco de su bolso para limpiarse la boca. Se fijó en aquel gesto extraño que hizo al mover sus labios y pensó si llevaría dentadura postiza. Sí, seguro, la dentadura era postiza. Volvió a sentir una profunda lástima por ella, como cuando, de pronto, conoces el sufrimiento de alguien a quien quieres mucho. Inquieto, se rebulló en el banco, otra vez. La mujer suspiró, estaba nerviosa, transmitía sufrimiento y el aguijón de compasión volvió a apretar su corazón. Pudo percibir como tenía la vista perdida en sus preocupaciones, no se fijaba en las fuentes, ni en los rayos del sol atravesando las hojas de los árboles, ni en los paseantes, ni en el juego de los niños, ni en el paso torpe de los viejos… Estaba ausente, parecía un poco asustada. Sí, eso era, estaba asustada. El bolso negro, grande, lo sujetaba con fuerza sobre su regazo pero no era el bolso o aquello que contenía su interior el motivo de su preocupación, sujetaba con fuerza su dolor, su esperanza que se esfumaba, su problema irresoluble.
Un hombre joven, casi un muchacho, demacrado y delgado, se acercó al banco y se quedó de pie frente a ella que lo miró expectante. Se analizaron mutuamente, en silencio, como si quisieran adivinar unos pensamientos impronunciables. Al rato, la mujer le preguntó:
-¿Qué…?
-Nada…, que no…
La mujer volvió a recolocar el bolso grande sobre su regazo y lo apretó con más fuerza. Apretaba su dolor pero también su valentía, una valentía agresiva surgida de las cenizas de la desilusión. Se levantó decidida, agarró al muchacho por un brazo y le dijo:
-Vamos…, lo seguiremos intentando, no te preocupes…
Y se fueron juntos, despacio, en silencio.
El sol calentaba. Unos niños jugaban con una pelota. – MAGDA.

Ahhh..., fantástico Magda. Fantástico! Sólo de tu pluma puede salir un relato tan hermoso como abierto al motivo y al final que el lector quiera darle. Tu siempre dices que disfrutas leyéndome. Pués la cosa viene de ida y de vuelta, porque me encanta leer tus historias. Esta, me pareció sencillamente estupenda, querida amiga. Un gran abrazo,
José

PRECIOSO ABUELA XANINO,TIEMPO QUE NO TE LEIA Y SEMPRE SE DISFRUTA DE FORMA MAGNIFICA TUS RELATOS

Una escena bien relatada con eso tintes y expresiones en el actuar de la mujer en su nostalgia, una narración bien llevada sin duda.
saludos
k

José, un abrazo y agradecida por leer y comentar mis "notitas" Un abrazo muy fuerte.

Querido Mateo, cuánto me gusta saber de tí. Gracias por tus palabras. Un beso fuerte.

Gara, agradezco y valoro mucho tu opinión a mi relato. Un abrazo.
Enhorabuena por la distinción a tu escrito. Muy bien merecido.

A tu
consabida claridad para redactar, agregas un enorme poder de observación para
dar vida a tus personajes.


Así mismo,
es la observación el tema aquí. El nerviosismo del hombre, ya acostumbrado a
ver la vida de lejos, cuando se le sienta al lado. La perla de comparar los
zafiros con los ojos. En fin, la riqueza de decir mucho en pocas palabras, eso
que distingue a los grandes escritores.

Esta aficionada a la escritura, te agradece profundamente tus halagadoras palabras. Un abrazo.

Siempre es un placer leerte Magda.
Un fuerte abrazo... Gracias

Bueno, primero, algunos errores que se te han pasado.

Citación :

Siempre se colocaba en el centro, nunca en una esquina donde pudiera ofrecer sitio a otra persona.

Ahí te falta una coma.

Citación :

y a punto estuvo de aclararle cómo, aquel banco, era exclusivamente suyo.

Aquí ese "como" es con acento: cómo, pues es de modo y no comparativo.
Después, más que el relato en sí, que no está mal; lo que sí me llamó la atención, pues he leído éste y otro relato de ti, es la manera de emergernos (de alguna manera) en el interior de la persona, y también, otra cosa exclusiva de este relato, esa sensación de que el protagonista es una especie de "voyeur" que bajo el pretexto de estar allí, nos cuenta la historia de otro. Me ha recordado mucho a lo que te dije en el otro relato: me recuerda muchísimo a Hopper. Es como leer relatos de Hopper. Soledad y un protagonista que tiene la importancia de ser quien, desde su epicentro, nos cuente toda la historia, pero desde una cierta lejanía a pesar de que sea el protagonista; o eso noto. Eso me recuerda soberanamente a Hopper. Por eso me gusta: me gusta ese estilo. Me llama la atención.
De verdad que escribes bastante bien ese mundo interior; y además, su soledad.
Eso es lo que disfruto al leer los dos relatos.
Un saludo de Samuel.

Hola Samuel. Agradezco tus rectificaciones que tendré en cuenta. En conjunto, parece ser que te ha gustado el relato y eso me legra. Gracias por emplear tu tiempo en leerlo. Un saludo.

Muy bien narrado, pero uno se queda con ganas de explicaciones: El ochenta por ciento del texto es una fotografía muy buena, pero desde que entra el joven y pasa algo, se echa de menos más pistas para saber qué está pasando.

Bueno, eso sería alargar el relato y habría que abandonar el pensamiento del protagonista principal escrito en primera persona para contar, en tercera persona, lo que le ocurre al chico. Creo que ahí ya sería necesario otro capítulo. El relato es sólo una observación del hombre que está sentado en el banco, no va más allá. Gracias por tu comentario. Un saludo.

¡RECTIFICO!
Está escrito en tercera persona,pero sigo diciendo lo mismo, sería pasar a otro capítulo donde se diera a conocer la historia del chico y eso, sería alargar mucho el relato que sólo quiere dar a conocer la observación del hombre del banco.

(Creí haberlo escrito en primera persona, esa fue mi primera intención)

Xanino escribió:

sería pasar a otro capítulo donde se diera a conocer la historia del chico y eso, sería alargar mucho el relato que sólo quiere dar a conocer la observación del hombre del banco.

Entonces ¿Por qué empezar a hablar de él?

¡Caramba!Lo que le sucede al chico (aquí el lector haga uso de su imaginación), es el resultado de las reacciones de la mujer que, el hombre del banco, está observando, de otra forma, no se conocería el motivo del desasosiego de la mujer,podría imaginarse que está loca, pero no, tiene un motivo, está esperando al chico para que le de la solución al conflicto que la mantiene alterada y que no se explica porque, como ya he dicho, sería alargar el relato con otra historia. Sólo se aclara que,el resultado de lo esperado, es negativo. El chico responde: "Nada, que no..." (o algo así) Luego, el lector que imagine cuanto quiera, a su gusto.
Esa ha sido la intención del escrito.

¡Ah! Bueno...

Magda, me ha dejado con una sensación de angustia...
Muy buena descripción del ambiente y el estado emocional en que se encuentra la mujer, van creando una atmósfera de tensión que sumerge al lector en la historia y hace mella. Eso, además de la magnífica forma que tienes de narrar, hacen de tus escritos una deliciosa adicción, aún cuando te dejan un nudo en la garganta! Y en cuanto a ese final que nos deja en vilo... Nada, a imaginar los mil y un por qués!
Mi aplauso Abu, siempre disfruto con tus obras!

Un abrazo

Gracias, Sandra, amiga. Un fuerte abrazo.