Que esconde la Señorita Votana

Que esconde la señorita Votana

Votana, no, no era un tentempié mal escrito, era una viejita llena de cosas extrañas, una viejita sola y llena de ovillos de lana y tejidos interminables, espadas de agujas de tejer, gatos fantásticos y palomas mensajeras

Su nombre era Ana, una mujer mas deslizando su humanidad entre las lenguas de la gente y los niños, yo se que se llamaba Anita, pero la gente le devolvió el favor por su votarata apariencia, llamándola Votana, era dueña de la casa en la que vivimos por un tiempo, aquella casa de terribles recovecos, de escondrijos a ultratumba y fantasmas en libros y baúles.

Era una verdadera aventura montarse en el barandal y mantener el equilibrio hasta el árbol de capulí, donde era más emocionante atragantarse de semillas, si las semillas tenían ese sabor mordiscante que me encantaba, incluido el crujido que hacían al abrirlas para destapar la almendra, es que a los niños a veces les gustan las cosas extrañas.

La señora Votanita, vivía en el patio de atrás en un Altillo lleno de cosas, muchas cosas de piratas, seguro eran de piratas por la cantidad de candelabros y recipientes de cristal, y no es que mis primos hayan dicho eso, pero me lo imagine mientras planeaban ingresar a su morada.

Puntual como siempre, la Votanita salió con su mantilla, su rosario y sus libros de rezos, letanías que iba rememorando desde que bajaba las escaleras.

Yo observaba como mis primos se escondían entre las plantas, tendría yo unos 4 años, mis primos, el uno 8 y el otro 11, si eran los perfectos rapaces, flacos y agazapados listos a atacar, sin embargo yo quería entrar en el plan y vi que salió por el portón y regrese corriendo hacia donde ellos, subí las escaleras y trate de ingresar por la ventana, hice tanto ruido que ellos salieron como locos desde el pequeño comedor, en realidad había mucha suciedad de paloma y gatos dormitando en las sillas, las hermosas cosas yacían llenas de polvo, sin embargo todo absolutamente todo se veía como el mejor barco en el que pude haber navegado.

Cuando emprendieron la huida se llevaron una caja de habanos vacía y yo me encontré una perilla de porcelana en el piso, seguro era de algún baúl de piratas, esa fue la prueba de que el mar podía llegar a las montañas, en ese despelote, uno de mis primos rasguño el techo enlucido de cal y fue a parar directo a mis ojos soñando en velas y banderas.

No sé, pero creo que fue una especie de maldición de la Votanita, porque mis primos cayeron como costales de papas escaleras abajo, y a mí por encontrarme el tesoro invaluable de ese naufragio en el tiempo, mis ojos terminaron quemados con cal, cosa que se soluciono con el tiempo y una terrible operación llena de médicos expectantes, sé que no fue algo complicado, lo que pasa es que cuando uno es niño las cosas se vuelven enormes, terribles, impresionantes, emocionantes.

Es casi todo lo que recuerdo, es todo lo que tengo de ella, no recuerdo su cara, ni su voz, solo ese detalle, que hay viejitas que son piratas de iglesia, vestidas de mantilla y rosario, ah y una perilla de porcelana.