EL REENCUENTRO (6)

Marina no dejaba de mirar a la puerta mientras jugueteaba con la cucharilla del café, estaba nerviosa. Por fin apareció, pero tarde, nunca perderá sus costumbres.

-Buenos días Marina. ¿Tienes cara de sueño? ¿No has dormido bien? Ah, y perdón por el retraso.

-Buenos días tardona, nunca cambiarás tus costumbres jajaja seguro apagaste más de tres veces el despertador. No te disculpes que ya te conozco.

-Bien me conoces. Y ¿bien?, contesta. ¿Problemas con el inútil?, digo con ¿Carlos?

-Ale, será un inútil, pero es mi marido.

Dijo esto Marina muy seria, casi con tono borde, se arrepintió al segundo.

-Lo siento Marina, no quería molestarte.

Alejandra tenías que haberte callado, siempre la tienes que fastidiar. Le has hecho daño Alejandra. Serás idiota. Ya lo sé, soy idiota, si es que me pierde la boca…

Marina miró a su amiga, y vio en su cara el reflejo de su angustia.

-Ale, no te sientas mal. Lamento haber sido borde contigo. Pero es que no he dormido bien.

-Lo noté al verte esta mañana. Puede que haya pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, pero te conozco Marina, y esa mirada tuya me dice que no estás bien. Cuéntame, ¿qué pasa con Carlos?

-La verdad, no lo sé. No sé lo que pasa, o más bien es que no pasa nada. Ha cambiado tanto en estos dos últimos años que no le reconozco…
Apenas me habla, ni me mira, y cuando lo hace es con rabia, como si yo fuera culpable de algo…

-Marina, sabes lo que opino de él…

-Lo sé, siempre me dejaste muy claro que no te gustaba, que no te caía bien. Pero no entiendo porque Ale, Carlos era buen chico, me quería, me trataba bien, me mimaba. ¿Por qué le detestabas tanto?

-Era un engreído. Se creía superior a ti aunque tú no te dabas cuenta. Te miraba por encima del hombro Marina. Le detestaba Marina, pero era mutuo, el tampoco me aguantaba.

-Vamos Ale, el siempre me habló bien de ti. Decía maravillas de ti Ale.

-Para que no te enfrentaras a él Marina. Él sabía de sobras que si te hablaba negativamente de mi te enfrentarías a él. Temía que le dejaras.

-Quizá tengas razón Ale. No sé qué pensar Ale… ahora que lo pienso, siempre intentaba cambiarme de canal cuando tú aparecías en pantalla. Volviste a mi vida aunque fuera a través de la pantalla, y parecía que no le hacía gracia, no le gustaba la idea.

-Lo supongo. Si yo hubiera estado en su lugar probablemente tampoco me hubiera gustado la idea.

-¿Por qué dices eso?

-Supongo que es momento de que te lo cuente…

-¿Contarme qué