Saludos, aca sigo con mis historias siempre tan (modo sarcasmo on) ... armoniosas, normales y sin tocar temas que talvez sean incomodos para otros y por sobre todas las cosas cuidando la sensibilidad del resto... (modo sarcasmo off)
La historia esta esta inspirada en la supuesta cruzada de los niños del año 1212, todavia no se sabe si es cierta o no, solo se sabe que es una mezcla de hechos veridicos con otros mas bien de leyenda. El titulo "Deus Vult" es en realidad el grito que se habia utilizado durante la primera cruzada que significa: Dios lo quiere.
Bueno dejo ya la justificacion de mi historia jajaja.
Deus Vult
1
“Oh si, aún recuerdo cuando tuve la oportunidad de salvarme y la desperdicie sin miramientos. Ahora me arrepiento profundamente de no haberlo hecho cuando pude… Pero aquí estoy, recibiendo mi justa recompensa por haber ignorado las señales y los consejos del resto; estoy viviendo mi propio infierno, alejado del alcance de otras personas que intentan llegar a mí inútilmente para sacarme de mi sufrimiento eterno con sus rezos. Todo está dispuesto de modo que a cada intento mío por salir termine empeorando el castigo, puedo oír las voces de aquellos que deje a su suerte; echan maldiciones eternas hacia mi persona, cabezas empolvadas tiradas en el suelo gritan su venganza, hombres y mujeres torturados lloran a la vez que me insultan, y los niños me flagelan sus manos vueltas garras vengadoras que se hunden en mi carne, todavía puedo vislumbrar sus rostros ensangrentados…” Obispo Dominic.Un pasaje desértico se puede observar hasta donde llega la vista, el viento silva con fuerza y levanta la arena a montones. Un hombre ataviado con una pesada túnica de obispo estaba en medio de aquella desolación, el calor era insoportable y el viento era tan ardiente como el sol mismo; no había señales de vida, solo podía observarse algunos restos de lo que alguna vez fue un camello que estaban a punto de ser cubiertos por el movimiento de las dunas. El hombre comenzó a dar algunos pasos vacilantes, sentía que su cuerpo hacia un gran esfuerzo a cada centímetro que avanzaba y el calor se volvía más atroz.
- ¿Qué hago aquí?—preguntaba el hombre a la nada— ¿Qué acto cometí para merecer esto?
La única respuesta fue el silbido constante del viento y la arena golpeando su mejilla. El hombre seguía avanzando sin rumbo aparente, guiado solamente por sus piernas y parecía un autómata bajo el yugo de alguna mano oculta que lo guiaba por las arenas del lugar solo para verlo sucumbir ante el inclemente calor. Sus ropas eran como una pesada frazada y no estaba seguro de cuantos metros más podría avanzar antes de desfallecer, comenzó a escalar con gran dificultad una duna que se presentaba ante él como si fuera el gran muro de una fortaleza ante los asaltantes, la única diferencia radicaba en que las armas de asedio del pobre hombre eran solo sus manos, rodillas y pies. Lento pero perseverante escaló hasta la cima de la duna y cuando por fin alcanzó la cumbre deseo con todas sus fuerzas que hubiera un gran oasis del otro lado en donde pudiese saciar su sed, al otro lado había, en efecto, un oasis con sus aguas que brillaban con un intenso color dorado que era el reflejo del sol. Veía aquel sitio como si fuera el centro mismo del universo, rápidamente se olvidó de que estaba en un desierto y de que se encontraba agotado; corrió a más no poder a aquellas aguas que lo llamaban con su vaivén armonioso y creaban en la mente del obispo una temprana sensación de alivio al imaginarse a si mismo bebiendo con avidez.
Los pasos del hombre fueron llevándolo cada vez más cerca de la orilla del oasis y finalmente el hombre se dejo caer al costado de la misma, comenzó a reptar como si fuera una serpiente para llegar a las aguas; cuando estuvo a pocos centímetros abrió su boca con desesperación e intentó llegar a las aguas cristalinas. Cada vez que el hombre intentaba llegar con su boca a las aguas estas se secaban lo suficiente como para que la boca del pobre religioso quedaran a pocos centímetros pero no pudiera aspirar si una sola gota, el hombre entonces recogió agua entre sus manos pero al estar a punto de beberla esta comenzaba a hervir creando ampollas en las manos que la contenían y arrancando un alarido lastimoso de la seca garganta.
- Dios… ¿Qué he hecho para merecer esto?
Repentinamente una brisa fresca dio contra la cara del obispo, el hombre, sorprendido, levanto su mirada hacia el horizonte y pudo divisar una ciudad que, aunque se veía difusa por el intenso calor que se elevaba del suelo, no tardo en reconocerla como Jerusalén misma en toda su gloria. El hombre se levantó y comenzó a observar aquel imponente sitio que en el pasado fue epicentro de los conflictos más sangrientos llevados a cabo en nombre de Cristo o de Alá.
- Aquel… es el origen de todo…
El obispo se sobresaltó ya que nadie estaba cerca de él en ese momento, la voz parecía ser de alguien joven, muy joven; quizás un niño. El hombre comenzó a mirar hacia todos lados intentando averiguar quién fue el que habló.
- ¿Quién esta allí? ¡Muéstrate!
- Obispo Dominic, se de su tentación por la carne. Se que por más penas que se imponga nunca corregirá su comportamiento, sin embargo allí esta la fuente de todos los perdones, allí puede expiar sus penas por toda la eternidad, Dominic.
Ante el obispo comenzó a formarse una vaga silueta de baja estatura, al pasar los minutos la forma fue tomando consistencia e imagen; al final la transformación dejo expuesta la figura de un bello niño de cabellos oscuros y una mirada penetrante a pesar de su tierna apariencia. Dominic se arrodilló ante aquella visión e hizo la señal de la cruz, convencido de que era un miembro del sagrado serafín enviado a la tierra en forma de un inocente niño, listo para otorgar la importante misión que el altísimo tenía reservada para él.
- Mas allá de Jerusalén esta la respuesta… y tu fuiste elegido entre todos por que a pesar de tus faltas no dejas de ser un ministro del Señor.
El niño extiende su mano, apuntando a la ciudad de Jerusalén, y ante la sorpresa del obispo la imagen de la ciudad comienza a separarse… a rasgarse, como si se estuviera rompiendo lentamente un gran trozo de fila tela dejando claramente a la vista miles de hilos que van separándose hasta ceder y romperse. Detrás de aquel agujero se podía divisar con gran claridad un sitio paradisiaco, miles de plantas, árboles, animales y un hermoso aire reparador salían de aquella pequeña rasgadura en la trama del universo. El obispo no tenia palabras para expresar lo que estaba viendo… aquel sitio al que pertenecieron alguna vez Adán y Eva realmente existía, lo estaba viendo fija y directamente; era el mismísimo Edén.
- Ya tienes tu objetivo, Dominic. Ahora ve y cuéntale al mundo la misión que se te ha otorgado, vuelve aquí y aplasta a los infames seguidores del Islam, reclama el premio que se te esta ofreciendo y serás liberado eternamente de todas tus faltas.
Un gran destello surgió del cielo y el hombre apareció en su habitación, cubierto de un frío sudor; acababa de despertar de un sueño y no sabía con exactitud cuanto había durado… apenas despertó comenzó a olvidar lo que había soñado pero aún retumbaban en sus oídos las palabras de un niño “…Cuéntale al mundo la misión que se te ha otorgado, vuelve aquí y aplasta a los infames seguidores del Islam…”