EL HOMBRE DE LA NOCHE

Marta no sabía cuál era la forma para hablar con el hombre que todas las noches la observaba, siempre se paraba en el marco de una puerta que no existía y que separaba la alcoba nupcial del cuarto de sus hijas.
El extraño visitante tenía más estatura que Marta y ella, era espigada como una palmera. En medio de la oscuridad no lograba identificar los rasgos de aquel hombre. Desconocía si los ojos estaban en sus cuencas, o si sonreía.
Su esposo dormía tranquilamente todas las noches, mientras de día y de noche Marta se preguntaba quien era ese hombre y que quería ahí. No entendía la presencia de esa absurda figura que la visitaba todas las noches. A su esposo le había comentado la escena nocturna.
—No te preocupes y duerme querida— le decía su esposo cuando ella le hablaba del silencioso hombre de sombrero.
Marta intentó varias maneras de interpelar al hombre, este era esquivo a ella, parecía que le daba miedo de que lo fuera a tocar. Sólo se conformaba con pararse en ese marco y permanecer ahí. Cualquier movimiento que Marta hacía, él de inmediato se esfumaba sin saber ella, por qué puerta salía. Tenían el mismo juego, si ella se quedaba quieta, él también.
-No es un ladrón, ni tampoco quiere hacernos daño— pensaba Marta.
Intrigada permanecía en vela esperando que se resolviera la incógnita del visitante. Hacia la mitad de una noche logró dormir un poco y de pronto se despertó, vio el hombre sentado en los pies de su cama y sin temor de ninguna clase intentó sentarse, pero éste más rápido que ella se esfumó en medio de la oscuridad. No pudo tocarlo.
Siempre jugaban al gato y al ratón, ella silenciosa y de movimientos suaves para no asustar a su visitante y él raudo y veloz como el rayo.
Una noche intentó poner su pie derecho en el piso para decirle:
—De parte de Dios ¿qué quieres?— pero este adivinó el gesto de su boca y huyó. Se paró de su cama y se dirigió hasta el cuarto de sus hijas, pues la asaltaba la duda de que el hombre a lo mejor le interesaban ellas, cuando llegó al marco de la puerta, vio que la mitad de éste, estaba alumbrado por una intensa llama y horrorizada gritó:
—Viejo, ¡levántate que el cuarto de las niñas se incendia!— Este, en un dos por tres se paró junto a su esposa y la tranquilizó:
—Tienes pesadillas, mija, ¡aquí no sucede nada!-
Al otro día, Marta llevó un señor que examinó la alcoba de las niñas, la midió detenidamente y luego de un largo silencio le dijo:
—Aquí hay una guaca señora y es para usted—
Sin embargo, Marta se quedó con los deseos de enriquecerse con la guaca que era para ella, porque su esposo le dijo:
—Por nada del mundo voy a dañar la casa para encontrar a lo mejor unas vasijas de barro que no tienen valor—
—El daño es muy grande, hay que tumbar casi la casa, yo no creo en esas vainas, el que se muere se va y no vuelve—
Ya él había mandado a romper una pared para comunicar el cuarto de la empleada del servicio con el resto de la casa, porque a ella todas las noches le tiraban la cobija y salía gritando de su cuarto, asustando a las pequeñas.
El esposo cansado con los cuentos de Marta, decidió vender la casa. Y así, ella se quedó con la duda de qué era lo que cuidaba el esqueleto ahí. Nunca supo si lo que había en la guaca, le llenaría las manos de dinero, sin embargo, siguió amando a su marido y repitiendo muchas veces esta historia.
Etelsaga, febrero, 2008

Una buena historia amiga,es dificil a veces que nos creean,pero si bien la duda la perseguira siempre se destaca su fidelidad a su marido que tan poco la entiende o comprende.
Una historia preciosa,bien narrada amiga.


Que las hadas te acompañen

Esta historia es un tanto real, el hombre de la noche, es un fantasma que estaba al cuidado de lo que dejó enterrado y que nunca se supo qué era lo que realmente había en ese lugar. Según la persona que lo contaba y a quien le escuché, es que cuando ella tocaba el piso con sus pies, o quería acercarsele o hablarle, él desaparecía porque era eso, prácticamente un fantasma y la historia no tiene un desenvolvimiento final porque el esposo nunca dejó abrir la tierra para saber que se encontraba ahí y fue imposible saber quién era el hombre.
No se Nacho si ahora ya interpretes un poco mejor la historia...
Gracias....

Una historia atrapante Ethel... que hace estremecer...

Bueno chicas, me están asustando!!
Vivo sola...

Es que ultimamente estoy leyendo este tipo de historias y...

Naaaaaa... mentiras!!

Solo que está muy bien narrado el relato, Ethel.

También es cierto lo que dice Nachito, pero una vez que aclaraste,
se siente mucho mejor ahora.

Claro, una se queda con las ganas de saber quién es ese misterioso hombre
de la noche...

Un abrazo, amiga.