DEBER CUMPLIDO

Eran las doce del medio día.
Mientras remaba azotado por la inclemencia del sol, el pescador miraba las redes desgastadas y su barca vacía. No había sido el mejor día muy a pesar de que inició su faena a temprana hora antes que el alba se asomara triunfante sobre las colinas, animado por la aparente calma que le ofrecía ese gigante azul que amaba y respetaba

Extrajo de su mochila tricolor un habano de los que guardaba para celebrar cuando al llegar a casa sus parientes y vecinos le recibían con júbilo por la abundante pesca .Le prendió fuego con algo de vanidad; inhaló con fuerza y mientras exhalaba y disfrutaba de su aroma, contempló la proa de su barca batiendo invencible las olas rumbo al puerto. La dicha de volver era el mejor regalo que Dios le daba cada día. En sus soledades mar adentro, ver unidos cielo y mar superaban lo sublime: estar junto a los suyos, el calor de hogar y sus amigos, eran la razón de su existencia.

Una mancha blanca de regular tamaño que venía en su dirección, le alertó…

No era nada importante…sólo una camisa; pero hubo un detalle imposible de omitir…se veía nueva.

Le siguió el rumbo exigiendo sus remos: por lo menos a cambio de peces, llevaría a casa una camisa nueva –pensó-

Aunque el atracadero estaba cerca, los destellos que proyectaban sobre la bahía los cristales de los edificios y el oleaje que arreciaba contra su endeble embarcación, obligaron al pescador a salirse un poco de su curso y acercarse peligrosamente a los malecones. Estaba cansado y hambriento lo que hacía más difícil superar lo poco que faltaba para llegar a casa.

Como si fuera preso de un espejismo, vio a poca distancia una figura en forma de cruz que se movía al vaivén de las olas. Por un instante creyó que el habano le había turbado pero asombrado descubrió que se trataba de un hombre que agitaba sus manos en señal de auxilio. No tuvo tiempo para pensar…el mar le había enseñado que en los momentos críticos solo había que actuar.

Guió la barca hasta quedar cerca del hombre y exigiéndose al máximo lo tomó de un brazo

Tirado sobre la cubierta, Gabriel Antonio Paredes Blanco dio su primera señal de vida gracias al valor de un humilde pescador que con arrojo desafió a su amado y respetado mar justo cuando develaba su máxima señal de alerta.

Cuando finalmente pudo anclar, el pescador miró atónito el deplorable estado en que se hallaba el hombre que cambiaría su destino para siempre…

Lo condujo al hospital que por fortuna estaba cerca y esperó paciente hasta llenar los registros.

Merezco un habano –pensó-

Esta vez si hubo efecto… llegó a casa sin redes ni camisa pero con la satisfacción del deber cumplido…

Su mar los cuidaría.

Jorge 05/01/2009 DRA

Excelente texto JORGE, felicitaciones, espero la continuación de tan excelente escrito. Besos, tibi

Es un fragmento del tema " LAZOS INVISIBLES" proyectado a doce capìtulos.
Los irè publicando en la medida en que estèn listos
Gracias por el tiempo que dispensa a mis escritos

Muy buen texto, los detalles finísimos, una descripción excelente.

"Le prendió fuego con algo de vanidad; inhaló con fuerza y mientras exhalaba y disfrutaba de su aroma, contempló la proa de su barca batiendo invencible las olas rumbo al puerto"

"Aunque el atracadero estaba cerca, los destellos que proyectaban sobre la bahía los cristales de los edificios y el oleaje que arreciaba contra su endeble embarcación",

El contenido encierra un humanismo increíble del protagonista, los valores, cosa que hoy estan medio escasos en esta sociedad....

"Esta vez si hubo efecto… llegó a casa sin redes ni camisa pero con la satisfacción del deber cumplido…"

Muy bueno, felicitaciones.

GRACIAS POR SU AMABLE COMENTARIO

GHUSTOSO LE HARÈ LLEGAR LOS QUE SIGUEN...


UN ABRAZO