Cuentos punketos
Entonces algo desata la madeja, un hilito suelto, y ese episodio oscuro donde el camino de ida con los zapatos equivocados marcó el ritmo cruciforme, un rumbo al cadalso, una puerta de palo a medio abrir, el espacio entre la muerte del día y la gran boca de la noche, quizás debía decir el vestido mal colocado, una vergüenza, como toda vergüenza insolente, porque amor dejó de ser al instante mismo, en que pese a que las deudas entre los dos son impagables, decidiste soltar 32 pesos estirando mi mano, y de un empujón; afuera, como un, largate a morir 100 metros lejos de aquí, así sonó el portazo, yo creo entonces era un corte surreal, donde se juntaron todas esas escenas con gente decadente, muda y gris, sin dignidad presente, con un abismo en la cabeza, un plomazo virtual, y ahí las carnes, los huesos, las patas y pelos, volviendo por el mismo rumbo con una muerte barata, el pescuezo crecido, los pómulos marcados, los dientes remordidos y nunca, pero nunca más, las lágrimas en los bolsillos. Será que con el tiempo las cosas pierden el color, tal vez era más temprano, tal vez no estaba oscuro, tal vez...
Garagarabata