Y el grito agarrotado en la oscuridad de la calle me ha asustado, y es que me dio por salir a romper el asfaltado a zancadas, es cansancio de escuchar día tras dia, las quejas interminables, los temas aguados de babas y lloriqueos, las deudas, las rabias, las angustias, que llena estaba la casa, que debía salir de la noche anterior y de esta y de tantas otras zumbándome entre las cobijas, no se duerme, la casa, l a c a z a, y otra vez la casa, es culpa del banco, del gobierno, de mi ex jefe, de mis tantos putos amores, todos ellos, y mas gritos espeluznantes en la calle, ¡mierda! me dije, entre apresurar el paso o quedarme a dar empujones, patadas y jalones a lo que se acercaba doliente por las penumbras, ¿será el diablo?, le amarraré la cola, total dicen por ahí que amarrado la cola hasta te puede hacer político o abogado para que cobres la mitad de lo que defiendes de otros, pero no, solo se la amarraré por feo, si es la llorona, ¡esa vieja desgraciada, como me cae mal, infeliz!, creo que ya le he guardado cientos de discursos por pendeja o la misma muerte, que va hacer a más de arrancarme la vida, de todas maneras en esta o lo que toque después; es solo un paso. Hasta estos demonios solo se cambian de nombre de acuerdo al espantado, así que... (silencio mental) creo entre estos pensamientos y otra cuadra, otro grito resonó como cuando algo viene a toda velocidad, como latigazo en la espalda alertando de la violencia que me estaba rondando, será la sangre caliente... vampiro... ¡que no sea crepuscular por favor!, o simplemente ladrones, asi que mejor volví gritar igual o peor, como un remedo un grito fuerte, hice destronar el sueño pendenciero e intermitente de que me quieran espantar, matar o robar, no tengo nada que no pueda defender, y me he de pelear con todos los demonios de la calle, volví a gritar, yo no se mucho de los planos y los miedos y las muertes o las vidas, pero en la noche todo parece mezclarse y lo que viene a corretear a las escondidas debía ser enfrentado, paré un rato y miré hacia hacia el ventanal de la sucursal del banco, me quede estática, por días imaginarios como antes y puedo decir que era un grito de muerte degradante, un grito ardoroso, un grito, un desgraciado grito con mi cara, y me he amarrado de nervios y corazón, que era lo que venia por ahí, pero mi ser, a ser en consecuencia, se puso a recitar la Emoción Vesperal del Ernesto Noboa y Caamaño, por algo diría siempre que le seguirá a uno el cortejo de sus penas, mas no, nada poético, mas bien algo quijotesco y de cierta manera infame, venían entre tumbos por la camisa de fuerza; y aun pintada la boca con labial rojo y sacándoles la lengua, a pocas cuadras los enfermeros soltaban demandas en mi caza, la casa.. mi caza, esto no es justo, aprisionando todo dentro del coco, de pronto toda la maraña de historias irresueltas se aplanaban y dejaban de tener un volumen, un grito, cazada a la casa, en fin, otra noche como tantas noches de lamentos y lágrimas, labiales y camisas.