LOS SUBTERRÁNEOS EN LA VIDA DEMOCRATICA

Es sabido que en las líneas de subterráneos el aire esta enrarecido, hace calor sin importar la temperatura exterior, se siente una opresión, sensación de encierro, una incomodidad difícil de definir. Los que viajan o trabajan en estos, mientras están en los subsuelos, se encuentran molestos, algunos tristes o melancólicos, algunos hasta trágicos.
Estudios recientes demuestran que no solo es la poca circulación de aire, o la alta temperatura, o incluso la nula diferencia térmica a lo largo del día. Se ha especulado que el estar rodeado de personas desconocidas, podría ser un factor de malestar. Sin embargo, otros motivos hasta ahora desconocidos serían los responsables de la sensación de opresión o incomodidad.
El prestigioso Dr. Joshua Conrad, de la Universidad de Cambridge, asegura que la acumulación de pensamientos, o imágenes mentales, que no han podido acompañar a sus creadores al exterior, sería la responsable de estas sensaciones negativas.
Este eminente siquiatra ha desarrollado una teoría, que dice que las construcciones mentales de los pasajeros, en determinados momentos abandonan al mismo involuntariamente, y adquieren vida o identidad propia. Si bien explica que no se trata de “vida” en la forma que la conocemos, sino una forma absolutamente nueva, por el momento casi imposible de cuantificar o describir. El parecido más inmediato con nuestro concepto de identidad es que estos pensamientos son conscientes de sí mismos y se saben independientes del humano que los creó.
Debido al mismo ambiente cerrado, opresivo -y no olvidar- bastante ruidoso del subterráneo, la permanencia en los mismos se hace en solitario, el lugar todo no invita a la comunicación social, por el contrario, a pesar de estar colmado de personas, algunas de las cuales tienen vínculos muy estrechos con su ocasional compañero de viaje, hay poco o ningún dialogo.
La mayoría viaja sola, algunos leen, otros escuchan música con auriculares, pero la gran mayoría piensa, solo eso. Algunos hacen construcciones mentales fantásticas, alejadas totalmente de su hacer cotidiano, imágenes que no tiene nada que ver con su rutina, con su moral, o con sus valores.
Cuando el ocasional pasajero, bruscamente abandona estos pensamientos ya sea para bajar en la estación de destino, y volver a lo diario, a pensar en que le dirá al jefe o con quien se encontrará o cualquier otro motivo, la anterior ensoñación queda alejada de su creador. Adquiere propia identidad. De acuerdo al Dr. Conrad, estas imágenes mentales, no pueden abandonar las profundidades del subterráneo, su gran limitación es su imposibilidad de alcanzar el exterior por si solas. Aun sin explicación, se percibe su incapacidad de elevarse físicamente a la superficie. Y obviamente a lo largo de los años se produce una enorme acumulación de sueños, anhelos, imágenes, deseos. En fin, pensamientos o construcciones mentales, que son los que en definitiva provocan en los viajantes esa incomodidad característica. No es una presencia física, de la misma manera como tampoco lo es el pensamiento que en este momento se genera en el lector. Estos pensamientos que siempre acompañan al ser humano, pueden ser hasta dolorosos, piénsese en por ejemplo un mal presentimiento o un recuerdo triste.
Se sabe que estos “pensamientos” pueden interactuar entre ellos, pueden a su vez volver a su creador si logran encontrarlos en un nuevo viaje, y acá lo interesante: al retornar a su “dueño” lo hacen en algunos casos modificados o condicionados por otros pensamientos, que a su vez influenciarán en otros viajeros.
Estas nuevas “criaturas”, conocedoras de su propia personalidad son capaces de penetrar en su creador original, u otro pasajero. Y de alguna manera hacerlos pensar, no según su voluntad, sino la de la “entidad”. Se ha podido comprobar que pensamientos elaborados, proveniente de mentes instruidas, en individuos menos preparados pueden “obligarlos” a pensar y -actuar- según la voluntad del pensamiento invasor. Pueden modificar pautas de conducta, cambiar valores morales o éticos y llegan a condicionarlos de tal manera que, en algunos casos extremos, el individuo casi en forma inexplicable, hasta ahora, se comporta de forma totalmente contraria a sí mismo. Por encargo de un sueño-pensamiento, a otro, lograron conductas en sujetos, que es imposible de entender.
El pacifico oficinista que por una nimiedad agrede a su jefe, o el bancario que durante años llevó una vida ejemplar y un día sin aviso roba, abandona a su mujer e hijos, y reaparece años más tarde sin poder explicar acabadamente su conducta, o el vecino que “no se sabe por qué” se transforma en un monstruo que mata o viola. Cuantos suicidios sin razón, tendrían explicación.
De confirmarse estos estudios y teorías, se debería modificar totalmente los códigos penales del mundo, el concepto de culpa y castigo debería ser otro, como propone aun sin éxito el Dr. Joshua Conrad. En ciertas circunstancias el individuo, no es él, es lo que el sueño o pensamiento lo obliga a ser.
Lamentablemente estas teorías, no confirmadas, ya son usadas desaprensivamente para influir en campañas publicitarias, políticas, y hasta filosóficas. Individuos altamente adiestrados, viajan en los subterráneos de las grandes ciudades, con pensamientos predeterminados. Mediante técnicas de distracción estos son abandonados, para que luego aniden en futuros compradores o votantes. Si bien el concepto mismo de Democracia, no cambia, si es obvio, que se trastoca todo el andamiaje de “libre albedrío”