De ovejas y lobos.

De ovejas y lobos.



-Y de cuando en cuando, el pastor dejaba que el lobo matara y se llevara entre sus fauces una oveja… o dos. Dependiendo cuan rebelde o sumiso estuviese el rebaño, el lobo aparecía o no-

Diciendo esto, Jacinto se empujó los últimos sorbos de café y golpeando suavemente el lomo de su cigarrillo, botó la ceniza en el enorme macetón que además de helechos, contenía colillas, colillas y mas colillas.

-¿Pero, eso qué tiene que ver con lo que te pregunté abuelo?¿Qué es un ateo?-

Jacinto suspiró profundamente y mirando de reojo a su nieto, encendió otro cigarrillo para luego continuar su elocución:
-Pues bien, de ese modo las ovejas vivían agradecidas y confiadas en su pastor y tenían mucho temor al lobo. Había veces que el pastor abandonaba el rebaño por mucho rato y los animales por miedo al lobo, permanecían juntos sin dispersarse. Mas una buena tarde, de esas que el pastor no estaba con el rebaño; la mas inquieta y curiosa de las ovejas se apartó y fue en busca del pastor y ¡Oh sorpresa! Lo encontró plácidamente sentado en un tronco hueco platicando alegremente con el lobo. Desde ese día aquella oveja curiosa dejó de creer en su pastor pues supo la verdad: el pastor y el lobo eran en realidad socios y vivían de ellas, de las ovejas…-

-Entonces… ¿los ateos son los que dejan de creer abuelo?-

El abuelo asintió con la cabeza y deteniendo el vaivén de su mecedora y cuidando que nadie más que su nieto lo escuchara, bajó la voz y casi susurrando le dijo:
-Hijo, todo esto es un cuento. La vida es una novela. Dios es el pastor, Satanás es el lobo y nosotros las ovejas…-

En eso estaban cuando salió la abuela de la casa y apuró a Jacinto y al nieto a entrar:
-¡Vamos, vamos! Que aquí afuera hace frio, ya entró la noche y tengo chocolate caliente y pan en la mesa…-

El porche quedó vacío de humanidad y las mecedoras dejaron de moverse.



.

Ateos y los no tanto. gustan del chocolate caliente, interpreto...