Escucha a Mormoro

Nadie sabe qué edad tiene, mucho menos alguien vivo lo ha visto nacer para hablar de sus inicios, y ya no pululan por sus alrededores semejantes vejestorios, leyendas de antaño. Mormoro, tiene más de 120 años, al menos eso calculo por la referencia en historias que conozco, y porque él asegura haber vividor con uso de razón el lapso de tiempo de las dos guerras mundiales !Increíblemente¡ . Aún se mantiene lúcido y vive solo en la Molina vieja, en una enorme casa de dos pisos, cual inicio es invitada a pasar por una pesada puerta de color marrón, y un tallado caoba que tiene el mapa del Perú incluyendo Arica y Tarapacá.

Al juzgar por sus artefactos de lujo es un hombre de estable poder adquisitivo; el cual tampoco se sabe de donde provienen sus ingresos. Es parco al ojo ajeno, que solo libera sus diatribas con personas de adusta llaneza.

El otro día pasé cerca de su casa manejando auto, y aunque eran aun las diez de la noche decidí darle una visita sorpresa ya que sabía que tenía un horario bastante especial donde su reloj biológico no pareciera causarle estragos en la salud. Noctambulo de toda la vida, espectador de estrellas, y con un telescopio encima de su casa está siempre observando la luna, auroras, asteroides pasar y hasta objetos medio extraños del cual ha preferido hablar solo a puertas cerradas.

Tiene la costumbre de irse de viaje a lugares muy altos a espectar el firmamento, y si por el fuera haría su propia torre de babel y montarse encima con su artilugio. Una cultura de macho alfa de exponerse salvajemente a lugares donde uno podría perder fácilmente la vida, y de ser así solo una expedición profesional encontraría con suerte, meses después tus huesos secos y malformes.

El esta en una eterna guerra, tiene sangre de comando, no va deponer las armas, al menos no las que lleva adentro del pecho. Nunca va perdonar nos quitaran Arica y Tarapaca, o así fuera un milímetro de espacio peruano, él lo va luchar si pudiera. Saldría a dirimir con palo o piedra si el vecino tuviera la osadía de permitir que uno de sus arboles crezca estirando una hoja a sus aires.

No tolera invasiones ni de mosquitos, ni de abejas, ni de zancudos. Cuenta la leyenda que la última vez fumigó cinco días seguido su casa para erradicar tercos bichos rastreros, pese a que el fumigador le dijo que no era necesario. Pero esto no era su único frente de batalla, también Mormoro estaba cansado del socialismo, y no de forma literal. Cada vez que iba no perdía forma de meter en la plática lo que debería hacer el ejército yanqui para eliminar y erradicar de una vez el comunismo y/o socialismo. Decía: no estaría mal esparcir plutonio, uranio y fumigar del mundo lo último que nos queda de ese germen.

Entonces viajábamos imaginariamente a Venezuela y desde helicópteros Apache, el viejo guerrillero ametrallaba toda la cúpula de Miraflores, a gritos y banderolasos bolivarianos, lanzaba misiles y bombas para en nombre de su festejo sangriento se proclamase la paz en este país. Me decía: tu manejarías ese helicóptero y con dos forzudos comandantes llenos de coraje arremetemos con todo y porque no conseguir más aviones; los yanquis tienen muchos, escuché que miles; pudieran ellos darnos al menos unos cuantos viejos para darle su última estrellada. Se alegraba a plenitud, se le veía joven y con fuerza, aun miraba bien, entonaba bien, y su perro, un bulldog ingles llamado omega estaba ya bastante viejo como para volverlo a encontrar; sin embargo estaba ahí, ladrando de felicidad al escuchar la perorata del viejo; lo cual es de sorprender porque estos perros a esa edad tienen una legendaria flojera y un sueño imperdonable. Mientras tanto el vetusto hombre de cabello blanco y lengua recia no quería saber más de John Bolton, Mike Pompeo, Pence. Mucha diplomacia para contemplar tanta calamidad. Basta de histrionismo, al fin y al cabo la guerra es inherente a la existencia humana, así que usémosla esta vez para frenar el caos en el país llanero, asentó con la mano en alto y el ceño fruncido.

Proseguía con su relato sin asturidad en palabras, sin escatimar detalles, con poesía militar, mano dura al frente siempre. Conocía de armas como nadie y por tanto me sumergía embelesado en sus técnicas de combate, bastante fulminantes, agobiantes. Le llamaba "El principio de disuasión intimidatoria" Que en pocas palabras es atacar con todo al enemigo para que no se atreva ni levantar una pistola o mejor dicho tirarle una bomba a un ratón.

Es muy curioso que muchas guerras se inicien y terminen en nombre de la paz. En más de algo debemos estar mal los humanos. Solo recordar que el gasto militar de Estados Unidos para el 2018 fue de 649 000 millones de dólares y va en aumento, mientras que en este mismo país los recortes en el presupuesto de salud han sido motivos de desencanto de muchos votantes. Pero entiendo que el viejo Mormoro me diría que si no hubiera una buena defensa militar en ese país; sería esto aprovechado por sus enemigos: rusos, chinos, iranís, musulmanes, etc; por tanto llevados al exterminio y finalmente no tuviera nada, ni nadie que sanar. Entonces paradójicamente invertir en armas es salvaguardar la integridad y salud del pueblo. Suena asqueroso, contradictorio aunque para Mormoro es parte de la historia humana que ha visto de cerca en todos los años que pisa este mundo de guerras.

El viejo continuaba, y luego de proclamar la destrucción de Maduro y su cofradía: Hector Rodriguez, Delcy Rodriguez, Diosdado Cabello y Padrino Lopez, para el solo había que levantar más la cabeza al norte y liberar a Cuba, donde tenía ya estudiado los puntos débiles de esa revolución que empezó justo cuando su cuarto nieto cumplió 80 años. Tenemos que rodearlos, pero principalmente atacando dándoles la espalda a Estados Unidos, así los gringos tendrán motivos al ver que la defensa cubana lanza misiles para ese lado. ¡Quiero Matar al viejo Castro! ¡Armaremos una grande! Mientras el ventrudo Omega babeaba mis zapatos charol y cubría de sus pelos blancos mis pantalones. Una vez vencido el ejército de Díaz Canel y obtenido la cabeza cortada de Raúl Castro la ceremonia de liberación debería ser inmediata, desintegrar ese chiste de congreso servil, ad hoc y convocar a elecciones generales para instaurar el capitalismo en la ínsula, una economía liberal, de libre mercado, sin fronteras.

Me estaba preocupando se cansará y por la iniciada agitación y un paro cardado lo sentenciara a no ver más sus estrellas, o en todo caso fenecer y realmente alcanzarlas como ha soñado mil y una noche. Pero no era la forma, no al menos mientras este yo por ahí con el célebre espectador Omega, sin merito, ni culpa de sus éxtasis del cual me sentí culpable haber dado echar andar.

Pasaron la una de la mañana y el viejo con café en mano y sobrados ímpetus de libertador estaba ahora derrocando el régimen coreano de Kim Jong-un. Navegando en portaaviones, encausando rutas de los aviones bombarderos y escoltado por buques de guerra, lleno él de distintivos de guerra y una cuadrilla de gringos grandulones; justo cuando el larga vistas estaba enfocando Pyongyang e iniciar su destrucción detuvo su narrativa abruptamente para revisar su pantalón y alertó que se había orinado, me pidió lo espere y presurosamente se deslizó para el baño, mientras veo que omega yacía tiernamente dormido con la cabeza sobre mis zapatos logro escuchar la alarma de mi auto y salgo a verificar. Observo al vigilante de la zona quien me pregunta si el auto Toyota es mío << le asiento la cabeza y le digo que estoy de visita >> el hombre se ríe y me dijo: Dile al abuelo dinamita que vengo mañana por mí encargo.

Retorné a la sala del anciano y no lo encontré, así que por temor a ver si algo le había pasado lo busqué hasta ver una habitación lleno de armas; revólveres, pistolas, metralletas, granadas de guerras y hasta un cañón ruso de reliquia. Sentí terror, y que no debía estar en ese bunker.

No imaginaba que un civil podía tener tanto acceso o quizá el abuelo estaba en algo más grande, a lo mejor alucinaciones o sueños enfermos que se estaban concretando, y yo como un imberbe viento todo como un inocente ataque súbito de esquizofrenia. Era momento de volver a la paz del asiento de mi auto. Escuché la palanca de otro baño sonar y aproveché en acercarme raudamente. Entonces con el sol por salir, atiné a despedirme, me quiso convencer en quedarme, el aún tenía pensado narrarme un posible ataque a la luna, y gritando mientras me iba; que ahí están los extraterrestres chismoseando nuestra vida privada; que se vienen los tiempos de guerra; que el Armagedón está llegando; que el loco Vladimir Putin y Donald Trump conspiran con los Bilderberg, No seas cojudo hijo !Escucha! Guarda alimentos, compra armas y sálvate.

20-06-2019

Gracias poesiacarnivira. Estaré atento a tus comentarios