En el Andén - quinta parte
El cuerpo gris del andén se estremece solitario después que el Sarmiento se aleja repleto de almas presurosas. Quedan en el sin embargo el eco de pasos, el murmuyo de voces y el tintineo exasperante de la barrera.
Allí debajo del generoso alero del túnel peatonal un cuerpo se adivina envuelto en harapos. Está acostado sobre unos cartones tiene a su lado un perro pequeño con el osico helado. El vapor sale de su boca con cada respiración y sus ojos guardianes se abren cuando me acerco.
El hombre y el perro hace meses que viven en la estación pero nunca pasaron una noche tan fría.
Dos grados bajo cero decía la radio en la madrugada.
El hombre es el viejo Juan del andén, así lo conocen los empleados del ferrocarril. Juan tiene abrazada una cajita de vino que le sirvió para mentirle al frío y que ya está vacía, tan vacía como la lata de duraznos que utiliza para pedir ayuda a los pasajeros del Sarmiento.
Pronto se hará de día y en la lata irán cayendo algunas monedas, pronto el sol entibiara el aire pero el viejo Juan del andén ya no estará entre sus harapos habrá tomado... el último tren al cielo.
_________________
Ricardo "Cocho" Garay
"Sólo soy un soplo de vida en la eternidad"