El "Beso" evangelio de la Caye, 6

Ella sentía en su rostro el roce de la piel del pecho de Jesús y ese roce hacía que viviera momentos de muchísima intensidad. Momentos muy valiosos para su Ser. Que ella atesoraba, consciente de que pronto llegarían a su fin, al menos en aquellas circunstancias. Vivir en la carne suponía aceptar que todo fuera perecedero. Pese a saber que el sentimiento era real y Eterno. La unión entre ellos era tan intensa que ella sabía que Jesús la estaba sintiendo y sentía también ese mismo dolor.
Con un gesto del brazo que la envolvía, la acercó más todavía a El...
-No pienses en el fin, amor. Siempre estaremos así, vívelo y quédate con esto. Esto te acompañará siempre. Quisiera que no lo pases mal, María.
-Amado mío, perdona que lo viva así, aun no puedo evitar identificarme con mi dolor.
-Está bien, aceptemos todo tal como está. Ven, amada, vamos a fundirnos de nuevo.

Aquella mañana María tuvo que reunirse con Carmen. Carmen era de entre todas sus discípulas, la que estaba mas unida a ella. Era una mujer con mucha capacidad para entender todos los laberintos del destino. Ella había sido su compañera de juegos y la había guiado siempre hacia el conocimiento de las consecuencias de sus propios actos. María recordó cuando aquella tarde, uno de sus antiguos clientes, un soldado romano, feo, buena persona, le solicitó un servicio. Mateo. Siempre la había tratado con muchísimo respeto, pese a ser una mujer que estaba en venta. Ella le explicó que se había retirado, que había decidido seguir por otro camino. Mateo no quiso insistir ni obligarla, tan solo bajó su cabeza entristecido... y ella se compadeció.
-Bueno, has venido de muy lejos y no sabías que no me ibas a encontrar dispuesta... Se de todos los sacrificios que haces para recibir un poco de cariño, porque eso es lo que mas deseas, mas que mi cuerpo... Ven, vamos a la alcoba, serás mi despedida.
-Gracias, María, te necesito muchísimo, hoy me vas a hacer el hombre mas feliz.
María se entregó a Mateo de forma irracional, no estaba allí... no podía estar, de pronto todo su ser estaba buscando los ojos de Jesús. Aquel predicador estaba con ella en ese momento, ¿Pero porque?. ¿Acaso su afán porque ella dejara la prostitución no fuera tan solo religioso?... ¿Acaso aquel Jesús de Nazaret sentía por ella algo mas?.
Para María era inconcebible, en sus mas ambiciosos sueños no podía imaginar siquiera que Jesús se acercara a ella como hombre, había un abismo entre ambos, un abismo espiritual.
Fue entonces, cuando al contárselo a Carmen, descubrió la inmensa sabiduría de esa mujer.
-Estaba allí, Carmen, Jesús estaba allí contemplándome con compasión y vi un brillo en sus ojos, como una lágrima a punto de caer. Te juro que lo vi.
-Estoy segura que no mientes, María. Y si, es muy posible que Jesús te ame como mujer.
-Es imposible, yo soy una mujer manchada.
-Jesús no ve ninguna mancha, Jesús ve tu Alma, tu Ser. El sabe mejor que nadie que tan solo tu, por tu condición, puedes llegar a ser una gran Maestra. Que tu tan solo puedes albergar vida a su semilla por tu grandeza de Espíritu. El muestra una cara, tú muestras el reverso, pero son ambas partes de la misma moneda. Solo podía llegar a ser tan virtuoso porque tu, su parte opuesta, estuviste paseando por la oscuridad.
-Carmen, que sábias tus palabras, pero no alcanzo a entender... me siento sucia, me siento culpable, no puedo perdonarme el haber provocado en Jesús ese dolor.
-Que sepas que Jesús siente dolor, pero no lo sufre, acepta todo lo que sucede, está muy por encima de cualquier juicio.
-Aun peor, aun me siento mas indigna. No voy a ir a oírlo predicar, hoy no, ni mañana y no se cuando.

María recordó como estuvo mas de 5 días sin aparecer por el monte, donde se reunían todos a escuchar a Jesús. Carmen si que iba, Ella necesitaba beber de toda la sabiduría del maestro. Y se daba cuenta de que Jesús, siempre la miraba fijamente, como preguntando, porque María no la acompañaba, como hacía siempre.

Así que uno de esos días le dijo:
-Carmen, necesito que le lleves un aviso a María. Dile que mientras no se vea digna, no puedo acercarme a ella. Dile que para mi lo es y siempre lo va a ser.
-Gracias, Maestro, enseguida voy a comunicárselo.
-.Carmen, hemos de conseguir sacarla de su propia oscuridad. Cuento contigo, como hermana y amiga tu puedes ayudarla.
-Descuida que así lo haré.

...Y vaya si lo hizo. María recordaba el empeño de su amiga y hermana en misión, de ayudarla a salir de su propia culpa. Primero descubre que ama a Jesús como mujer, luego que Jesús también la ama a ella como hombre, pero cómo… A través de su caída, de su debilidad, de su pecado... Pensó en Mateo. No era un romano como los demás. Era un hombre bueno, el único que la trataba bien, por eso quiso darle ese reconocimiento justo y se equivocó. Cuando días antes Jesús le dijo: "Yo no te juzgo, ve y no peques mas" ella estaba convencida de que jamás volvería a entregarse por dinero... pero si lo había hecho. Y de nada justificaba a su conciencia el hecho de que no fuera "por dinero" sino, por compasión. Le remordía igualmente o incluso mas. Esto si que Jesús no podía y si la amaba como mujer, aun menos podía asimilarlo.
Sin embargo Carmen la ayudó a darse cuanta de que se equivocaba. Carmen captaba mucho mejor que ella misma, por su implicación emocional, la verdadera inmensidad del Espíritu de Jesús, su verdadera compasión hacia todos.

Ahora debía verla, debía contarle como tenían que hacer para sacar a Judas de la oscuridad en el momento en que se llevaran a Jesús. Había una minima posibilidad de sacarlo y las dos debían intentarlo.

Nuevamente, muy bueno Caye, donde realzas una vez mas la persona de ese Jesús humano de manera perfecta, las dudas de María, mas humano aún y en cierta medida, pensamientos y verdades que entrelineas van llegando de manera precisa a quien te lee...sigo embelesado con estos relatos, e insisto, me llegan de manera especial porque en muchas partes, concuerdan con lo que creo...

Un beso,

Ignacio

Ah, Cayetana... esto es increible, esta historia me ha fascinado.
Voy a unir todos los capítulos para comenzar a leerla (aunque ya lo hice) nuevamente.
Te he seguido capítulo a capítulo, sabes?
No me he perdido ni uno y en cada uno de ellos, vivo tu historia intensamente.
Un abrazo, mi amiga.

Gracias amigos, me pongo en este momento a escribir la parte siguiente de esta historia. Que bueno que no se nos haga demasiado larga. Que bueno que en cada entrega haya algo nuevo que redescubir.

Gracias por vuestro apoyo. Es muy importante para mi.
Vosotros haceis posible este trabajo.

encuentro en tus letras Mística, y lo humano se destaca como una vivencia fundamental, pareciera que las culpas se van o se quedan mientras uno las encadene al alma.
excelente Caye
saludos
Martín