La vida se ríe de Joseph Guillotin

Si algo enseñan los años es que la vida tiene recurrentes inclinaciones a la ironía. No importa la época, ella escoge personas al azar y se burla, podríamos decir, se divierte sembrando contradicciones y paradojas. Joseph Guillotin fue un claro ejemplo de ello.

Además de Diputado de la Revolución, Guillotin era médico, y como tal llevaba a cuestas la responsabilidad de, si no sofocarlo, aliviar el dolor de las personas, rescatarlas de la fosa donde se apagan los sentidos. El carácter insoslayable de la muerte en aquellos años no le permitió hacer demasiado. Sin embargo, bajo el suspiro de su juramento, se propuso arrebatarle el dolor a la muerte. A finales de 1789 sugirió a la Asamblea Legislativa el uso de una nueva herramienta de ejecución; se trataba de una hoja filosa que caía sobre la cabeza del condenado produciendo una muerte inmediata, indolora, prescindible de verdugos que pudieran fallar la tarea y prolongar la agonía del moribundo. No sólo eso, el doctor Guillotin arguyó convincentemente sobre la necesidad de hacer privadas las ejecuciones para que el impacto de la violencia alcanzara la menor cantidad de ojos posibles.

Aquellos que se habían declarado contrarios a sus opiniones durante la propuesta, terminaron por convertirse en enemigos cuando la misma fue aceptada y llevada a la práctica tres años después, en 1792. Decían que los condenados habíanse ganado el dolor por las atrocidades cometidas. Luis XVI era el ejemplo más utilizado por esta disidencia, preferían verlo retorcerse en la soga y que por unos instantes sintiera el rigor de la justicia sobre cuello y consciencia.  

La historia sabe que esto no sucedió. En 1793, tanto el descoronado rey como su mujer austríaca fueron ejecutados bajo la herramienta propuesta por el doctor Joseph Guillotin.

Lo que no explica la historia es si acaso tuvieron incidencia los rivales políticos de Guillotin o se trató de un hecho sin consenso que fue ganando terreno por su propia cuenta, lo cierto es que para el comienzo del nuevo siglo la herramienta de muerte indolora elegida por el doctor cobró por nombre Guillotina y se convertiría luego en símbolo de la Revolución Francesa.

Si uno escucha con atención puede escuchar cómo ríe sigilosamente la vida. Joseph Guillotin, el médico que por epónimo es asociado a la muerte, pasó la última década avergonzado de pronunciar su nombre. Murió en 1814. La guillotina, recién, en 1977.

Violento me parece el proceso de la guillotina, sin embargo y muy contradictorio que un médico adoptara este método para arrebatar a la persona de las garras del dolor. También hay que ver que por esa época la medicina y los medicamentos no eran suficientes para calmar los dolores de las enfermedades. Irónico sería que quien dar la vida, pueda sugerir el mecanismo para acabar con ella violando el juramente de Hipócrates que data desde el siglo V a. C.
La guillotina existía mucho antes y existe la duda que el dr. Guillotin fuera su inventor (según don Google).
Aprendí algo hoy. Gracias.

Bueno, creo que la historia ha sido un poco injusta con Joseph, una porque no fue el quién inventó el artefacto que se considera un símbolo de la revolución, como también porque lo que el pretendía fue llevar un poco de humanidad al tema de las ejecuciones, que ya se usaban de manera masiva en la época, como los desmembramiento con rueda, ahorcamientos, lapidaciónes, etcétera y a especie de circo espectáculo con gente observando, riendo y manifestando alegría por estas prácticas. Así que, si, creo que la vida se rie demasiado de un personaje que solo quiso ayudar a no prolongar agonías ni sufrimientos y a que las ejecuciones fueran con menos público, en tiempos en que la sociedad avalaba, contribuía y gustaba de estas prácticas.

Saludos,

Ignacio

Interesante historia.
Nilda