Un Pirata de Barco Carbonero (Capítulo 1/2)

Tema: Un Pirata de Barco Carbonero (Capítulo 1/2) Dom Ene 22, 2017 3:42 pm

De una Tranquila Guardia a un Peligro Desconocido.

He comentado que, lo mismo que escribir una historia personal de cualquier mortal, se necesitarían muchos libros para contar anécdotas de un Detective novato. Un “Pirata de Barco Carbonero”, me recuerda la canción “Margot” interpretada por Leo Marini y por ahí se me filtra la cara de Humphrey Bogart en una alguna película de la década de 1940-1950. Esta fue una vivencia muy fuerte.

Llevaba unos cuatro meses de intensa vida policial desde que me presenté a mi primera unidad y estaba de guardia, cuando los hechos se sucedieron en forma vertiginosa. Era medianoche, había encendido la estufa a carbón mineral pues había llegado el temprano invierno a la zona sur y me entretenía leyendo una novela de acción; de vez en cuando, para no aburrirme, mataba alguna rata con el rifle calibre .22. Sonó el teléfono prehistórico que funcionaba a magneto y que a esta fecha hace ya mucho tiempo que debe haber comprado algún fanático coleccionista de antigüedades. ¡Diablos fritos, qué enorme diferencia con los “ratis” de hoy, año 2017, donde los Detectives portan teléfonos móviles o celulares por obligación (la Institución paga la cuenta), es decir son de cargo (como la placa) para cada funcionario! No, no es ninguna gracia cargar en los bolsillos con la voz de un Jefe que lo necesita para una diligencia “cacho” en cualquier momento.

Como ya sabía atender esas llamadas, mi voz con tono aburrido balbuceó “ Policía de Investigaciones, Detective Carvajal a sus órdenes”. La respuesta al otro extremo me quitó todo aburrimiento.
—¡ Urgente, señor, habla el Piloto del barco (no recuerdo nombre), nuestra nave está a punto de quedar al garete (sin control)! ¡¡¡¡ Piratas robaron las “espías”!!!! —Después supe que eran las amarras del barco que lo sujetaba al extremo del larguísimo muelle de carga.
De inmediato pensé en una broma de mis colegas o de badulaques que molestan a la Policía, Bomberos, Hospitales; se creen chistosos y a veces resultan tragedias hasta en sus propias casas por mantener ocupados los teléfonos de emergencias.
—Cálmese señor, cuénteme qué ocurre.
—Caballero, no es una broma, estoy en la Policía de Carabineros … (Alguien le quitó el fono).
—¡Oye flaco, habla Cabo González de Carabineros! … ¡Compadre con el fuerte temporal que hay, todo el personal disponible anda auxiliando a los vecinos que están inundados o se les ha caído los techos de sus casas! Mi Mayor dijo que ustedes debían hacerse cargo del barco que está punto de desatarse del muelle de carga “Jureles”.
La verdad es que siempre he sido medio “volado” con los desastres, más bien frío, lo que me sirvió mucho en la ”pega” de Detective. Recién me di cuenta que había una tormenta de esas feroces que con cierta frecuencia se dan en el sur de mi país; sólo ahora escuchaba truenos y el aullido del viento entre los árboles y los cables del alumbrado público, porque había estado demasiado ocupado en aprender a ser un buen Detective leyendo la mentada novela.

Llegó al cuartel el Piloto del barco quien, con evidente alarma, me manifestó que su nave estaba amarrada en la punta del largo muelle de embarque, el cual tenía un dispositivo de “correa sin fin” que transporta carbón desde la mina de Schwager hasta las bodegas de los barcos carboneros, llamados así por cuanto funcionaban con vapor de agua hervida en grandes calderas.
En rápidas palabras me relató que se habían dado cuenta que el barco estaba sujeto al muelle con una sola “espía”, una cuerda de unos treinta o cuarenta centímetros de diámetro de material vegetal llamada felástica. Que la mencionada cuerda había sido cortada por piratas para venderlas a pescadores inescrupulosos que la usaban en ciertas tareas de pesca.
El punto era que los ladrones que habían cometido el acto de piratería ignoraban que se aproximaba un feroz temporal y dejaron una sola amarra. Ahora el barco podía irse del puerto arrastrado por un viento huracanado, exponiéndose a naufragar.

Ante tal riesgo, de inmediato llamé por teléfono al Comisario Jefe, quien comprendió la gravedad de los hechos y concurrió en un taxi. Una vez en su presencia, me ordenó ir a buscar a los Detectives Lizama y Del Valle que vivían muy cerca de nuestra unidad y que me sumara a ellos para detener al autor del robo; mi Jefe me relevó de la guardia y él se quedó a cargo del Cuartel.
Raudamente nos fuimos al sector de Schwager en el taxi, pues, como relaté en otras oportunidades, la Policía de Investigaciones (Detectives) éramos tan pobre que tampoco contaba con patrullera, fuera de las motos de propiedad de nosotros los funcionarios.

Cuando arribamos al muelle “Jureles” el viento huracanado se había desatado al extremo que nos arrastraba hacia el extremo lejano donde atracaban los barcos. Los truenos y relámpagos hacía rato que habían comenzado su terrorífico concierto y una débil lluvia nos comenzó a mojar mientras caminábamos guiados por el piloto. El trayecto me pareció interminable mientras caminaba por sobre tablones de eucaliptos que apenas veíamos con la luz mortecina de los focos; un guardia salió de una cabina donde se refugiaba e hizo entrega de una gran linterna a baterías que de algo nos sirvió.

Llegamos al final del muelle, supongo que unos doscientos o trescientos metros adentrados en las aguas del Golfo de Arauco y mi corazón se sobresaltó cuando no vi ningún barco. Ante la mirada desorientada de nosotros, el Piloto nos señaló hacia abajo, a las enormes olas que amenazaban barrer con nosotros; de pronto vi subir lo que en un principio creí era un enorme muro, surgiendo desde el mar. Era el lado babor de un barco.

Sentí que mis piernas me temblaban y se pusieron débiles. Supe lo que era el miedo, nunca había estado en un barco navegando, sino sólo en aquellos que estaban en la rada anclados y muy quietecitos.

(Finaliza Capítulo 2/2)

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Muy buena descripción, llevas muy bien el relato

Alejandra

Tema: Re: Un Pirata de Barco Carbonero (Capítulo 1/2) Lun Dic 04, 2017 8:05 pm

Escribo para dejar en primer lugar esta historia que mi querido amigo y gran escritor colombiano Ramón Antonio Martinez, me ubique con facilidad.

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