¡Qué difícil con este panorama vivir en paz!

¡Qué difícil con este panorama vivir en paz!
En Colombia hablar de paz es sinónimo de odio, de divisiones, de desencuentros, es hablar de conflictos. Y es que parece que los 60 o más años de violencia se han enquistado en todos nosotros, imposibilitándonos para  tener una visión de hermandad como ciudadanos de una tierra privilegiada, de un país pródigo y que cada día, por la maldita guerra en los campos, en vez de encontrar alimentos, encontramos muertos. Y es que la guerra se inició en el campo colombiano y se trasladó a las ciudades, miles de desplazados y de personas heridas en el alma, deambulan y buscan asilo en las ciudades. La mitad de los colombianos somos hijos de la violencia, incluyéndome a mí. Afortunados quienes miran la guerra desde lejos sin que los haya tocado. Bienaventuradas las familias que no le han dado muertos a la guerra, no han vivido el horror de ella. No tienen en sus familias lisiados por las bombas, ni les ha tocado que salir huyendo de sus viviendas porque los grupos armados, llámense como quieran, llegan a dar bala sin sentido, porque en la guerra todo es válido, hasta los niños son carne de los cañones.    
Y ante esta realidad es más fácil acomodarnos en bandos partidistas y desde ahí ver al otro como “enemigo”. Es mejor seguir los postulados de intolerancia de quien dirige un partido u otro.
Y es que desde que yo recuerdo hemos vivido en medio de una sociedad que nos ha enseñado a odiar al otro: A las mujeres nos enseñaron desde niñas a vivir prevenidas contra los hombres, los blancos odian a los negros, los heterosexuales odian a los homosexuales, los católicos a sus hermanos de otras religiones. Los Conservadores odian a los Liberales, los de Derecha a los de Izquierda. El rico detesta al pobre.
Dentro de los clanes familiares, los unos destruyen a los otros. Los de América apabullan a los del Cali y así sucesivamente los otros integrantes de equipos de fútbol. Y entre etnias sucede lo mismo: los Vallunos odian a los Paisas, los Cachacos a los costeños. Quienes detectan el poder y el éxito, desprecian a los fracasados.
Entre géneros la violencia no cesa: las mujeres le pegan a los hombres y viceversa.
Es un círculo vicioso donde todos nadamos sin medir consecuencias.
Sufrimos de una pandemia que nos carcome, una pandemia enquistada,  una enfermedad que se propaga a pasos agigantados.
¡Qué difícil con este panorama vivir en paz!

Gracias Jaime, la politiquería que no nos deja vivir en paz. Entre más divididos estemos mejor reinarán.

Un abrazo

Que dificil, no sea imposible. Un abrazo.

Al leer parece que la descripción en gran parte corresponde a nuestro país también. No tanto seguramente pero hay muchas coincidencias. Divisiones por distintos tipos: equipos de fútbol, partidos políticos, competencias entre personas de la misma profesión, uh, larga lista. Por supuesto siempre hay algunos beneficiados con estas divisiones.
Nilda