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 Una Hora de la Vida de un Detective.

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2 participantes
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Jaime Olate
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Jaime Olate


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Mención Mención: Lobo ,El Detective. Texto EXCEPCIONAL
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MensajeTema: Una Hora de la Vida de un Detective.   Una Hora de la Vida de un Detective. Icon_minitimeMar Feb 09, 2016 2:10 pm

Estaba soltero, tenía veintisiete años y era un cuasi héroe entre la juventud, especialmente del liceo y de la universidad, de esa ciudad del sur donde fui trasladado.
Mi carácter alegre, otras veces melancólico que disimulaba muy bien, tenía gran cantidad de amigos hasta entre la gente mayor. Recuerdo con satisfacción como me juntaba con muchachas y jóvenes estudiantes en la plaza, donde me pedían que contara anécdotas policiales y, naturalmente, también chascos para reír. Me escuchaban con mucha atención e interesados en la vida de un policía.
Claro, era imposible que relatara situaciones engorrosas para mí, en especial por cierta timidez que aún no lograba dominar; aún hoy que ya estoy prácticamente en la cuarta edad resumo mis historias que pueden parecer exageradas. No, no, más bien les quito un poco de atrevimiento, pues francamente eran mucho peores.
Recuerdo que andaba con otros jóvenes “demonios”, en el buen sentido de la palabra, pues no eran malos … más bien muy dedicados las bromas un tanto pesadas. En fin, era un ambiente que me encantaba.
La oportunidad, que vino a mi memoria, ocurrió un mediodía de primavera. Teníamos por costumbre juntarnos en el taller de un joven sastre, al que conocíamos por “El Mentiroso”, pues los trajes prometía tenerlos para una fecha, pero finalmente los entregaba una o dos semanas después. Su local estaba metido al fondo de una especie de pasaje comercial en el centro del pequeño puerto, al cual entré con mi ruidosa y enorme motocicleta.
Con un pequeño grupo de desocupados a esa hora, comenzaron las bromas y una de ellas me hizo salir riendo estruendosamente. Cuando miré hacia la calle vi a una muchachita de unos quince o diez y seis que, junto a unas tres amigas, me sonreía; era una de mis “admiradoras” de la que siempre huía. Tenía dos razones: una, que era menor de edad y meterse con ella podía significar ir a la cárcel y perder mi placa de Detective y la otra, también complicada, era la hija de uno de los comerciantes más prósperos del lugar.
Entré precipitadamente de nuevo a la sastrería, pero mi amigo se dio cuenta que algo ocurría. Salió curioso y entró atacado por la risa.
–Es la muchachita que persigue a este animal –provocó la hilaridad entre los otros bárbaros–.  ¡Utas, compadre, yo que tú le sigo la corriente a la muchachita, pues tendría asegurado de por vida mis problemas económicos!
–Sí, animal, pero ¿quién me libra de ir detenido por meterme con una menor de edad, además de que pierda mi placa policial? –Me negué a seguir escuchando las risotadas, pero tampoco podía salir porque las chiquillas seguían en la entrada del pasaje. Un par de chuscos salió a mirar y aseguraron que no tenía escape. ¡Qué diantres, debía esperar hasta que se aburrieran.
Al lado de la sastrería había una puerta con un letrero que hacía propaganda a un Podólogo, un viejo con unos chistes subidos de tono, al que aceptaba sólo por caballerosidad. No sabía que el vejete tenía su consulta detrás del local de mi amigo el sastre, separado por un tabique delgado de madera. Sentí que carraspeaba fuerte y dos de mis pícaros compañeros se precipitaron a esa pared, peleándose por mirar por un agujero que estaba tapado con un libro.
Quedé con una mirada interrogante ¡Qué diablos pasaba allí?
Me miraron entre risueños y con algo de lástima. Al siguiente carraspeo del Podólogo, me agarraron entre tres y me OBLIGARON A MIRAR a través del agujero de la madera.
Con sorpresa vi que este hombre mayor tenía a una hermosa mujer sentada frente a nosotros y con sus herramientas trabajaba en un pie de la bella. Pero … pero …
¡Este viejo endiablado se había apartado a un lado en su banqueta y la pobre mujer pensaba, con seguridad, que lo hacía por decencia y no mirar su ropa interior, calzones, porque tenía su pie cerca de él, muy en alto y así permitía que espiáramos por el mentado agujero! Claro, sentí que mi sexo se alborotó y al mismo tiempo que me sonrojaba; traté de apartarme del tabique y entre risas todos me empujaban para que siguiera mirando.
Cuando me soltaron, sus carcajadas los estremecían y comentaban “ Está rojo este tremendo Detective”. Moví la cabeza desaprobadoramente y esbocé una sonrisa.
–¡Pícaros …animales! –Me dirigí a la salida entre las carcajadas ante mi azoramiento y me advirtieron que la chiquilla todavía me esperaba en la salida del pasaje. Claro, preferí pasar en moto por el lado  de las chicas que me sonreían y a las cuales les hice una breve inclinación de cabeza a modo de saludo, pero … ni por nada regresé a la sastrería de los tunantes amigos.
¡Flautas, hay tanto que contar en esta mi larga vida!
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Jetró
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Masculino
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Localización : Valdivia, Chile
Fecha de inscripción : 15/03/2016

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MensajeTema: Re: Una Hora de la Vida de un Detective.   Una Hora de la Vida de un Detective. Icon_minitimeMiér Abr 06, 2016 3:43 pm

Lindas e hilarantes experiencias que hacen descubrir el lado humano de una persona que realiza un trabajo muchas veces incomprendido. Con tu breve relato haces ver la otra cara de tu profesión.
Muy bien redactado y claro su contenido.
Saludos.
Felicitaciones.
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