Cincuenta y cuatro años, nueve meses y un día, posiblemente recorreré estas calles y avenidas unas veces más. Aunque podrían ser setenta y cinco años con cuarenta días y unas horas con sus segundos, me es igual.
Ya no sé mi edad ni me importa. Ahora si lo pienso podría tener todas las edades e igualmente caminaría por los mismos y rutinarios lugares. Eso sí, para disimular, saludaré a todas esas sombras (no sé si los conozco, no recuerdo). Por eso, haré una mueca que finja amabilidad; y que me permita no delatar esta falta de memoria a nadie.
Pues, lo menos que tiene que saber el mundo es que me estoy disolviendo en la nada...
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