Jueves 5 de noviembre, otro día gris, sin frío, sin calor, insensible. El día de hoy no es capaz de producir nada, es tan indiferente y me contagia su actitud.
Hoy llovió a la mañana, una llovizna persistente y rítmica. Se me ocurre que se podría haber inventado un problema matemático, “si durante xx tiempo llovió xx cantidad de agua a xx velocidad… etc etc” Es posible que pronto empiece a inventar problemas.
Esta habitación tan blanca ya me empieza a gustar, me gustaría pintar paisajes. A un costado representaría el mar con su profundo cielo azul, y un sol brillante pero sereno. Tal vez en la arena dibujaría pisadas y una ola que las estuviera borrando un poco pero no del todo, debe verse que las huellas están. Debe sentirse la sensación de paz.
En el otro costado dibujaría un parque o una plaza, con juegos para todas las edades, niños, mascotas que pasean de sus manos y juegan con ellos. Debería dar sensación de felicidad, al mirar los sonidos deben percibirse.
Qué pena, una vez más la enfermera interrumpe mi ambiciosa creatividad. Bueno, temperatura, presión, registros y preguntas de siempre. Todo bien.
En la pared de mi cabecera podría estar un mundo de fantasía, que represente lo que nunca será realidad. Porque la fantasía en parte es eso, lo irreal. Muchos colores, trazos que se crucen. Debería dar sensación de armonía, donde la imaginación pueda jugar.
En la pared del frente, la pequeña ventanita blanca sería la reina, la que con sus alas me deja volar, salir y entrar cuando quiero. La convertiría en pájaro, a su lado el árbol, donde pudiera estar su nido, sus pichones, donde podría escuchar si quisiera su piar. Completaría la imagen, al fondo partes de edificios. Una ciudad a lo lejos. Pero… me estoy dando cuenta que ese paisaje sería real, porque es lo que realmente hay detrás de la pared. Debería entonces dar la sensación de realidad. Cuando desde la cama no pueda ver el exterior por la ventanita, podré ver igualmente, la misma imagen sin levantarme.
Eso sería bueno, sentiría el viento, el día y la noche estarían ahí, el árbol meciéndose y por supuesto estaría yo.
Como estoy cansada esta noche, solo voy a descansar. Mañana pensaré qué pintar en el techo cubierto de yeso blanco, con su blanco ventilador y luz también tan blanca. Eso es importante, porque desde la cama, mirando el techo se debe ver lo mejor. Requiere pensar más tiempo. Tal vez solo un cielo con nubes o estrellas, o el altar de una iglesia, tal vez sonrisas y manos, o globos de colores sueltos con palabras. No sé, creo que el sueño empieza a vencerme. Mañana cuando el doctor me dé su habitual discurso de aliento no lo escucharé, estaré pensando qué pintar en el techo. ¿Qué me gustaría ver al mirar hacia arriba? ¿Las puertas de la clínica viéndome marchar de nuevo a mi casa tal vez? No, esa imagen ya tiene su lugar en mi mente, esperando ahí está.
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Ventanita de la sala