DAÑO COLATERAL

Zaida cruza el campo minado. Partió de su aldea -o lo que quedaba de ella- porque se rumoreaba que las fuerzas de paz repartirían víveres en un paraje a dos días de caminata. Sus ojos negros, sombreados por el velo, expresaban determinación. Se había arriesgado porque no podía soportar el llanto de sus hijos hambrientos. Su esposo había muerto en un bombardeo y no quedaba ningún hombre de la familia que pudiera protegerlos. La travesía de ida había resultado dura, las frías noches del desierto la obligaron a acurrucarse detrás de los peñascos. Envuelta en sus largas vestiduras, con las rodillas plegadas, las abrazó formando una bolita, para mantener el calor en lo posible. El frío era el menor de los peligros, se sabía expuesta al fuego cruzado o a encontrarse con hombres de su misma fé que podrían golpearla o apedrearla por la osadía de deambular sola.
Le advirtieron que en el tiempo transcurrido desde que salió de su aldea, minaron parte del campo que debía atravesar.
No tenía alternativa, había conseguido comida y leche en polvo y sus hijos estaban del otro lado. Levantó un poco su túnica para ver donde pisaba. Se encomendó a Alá y dio el primer paso.

Gracias, Any por tu afectuoso comentario. Abrazo. ada

Como un cronista de la miseria. Un estilo Hemingway, despojado.
Me obligo a aportar algo y me fijo en "partió". "Dejó su aldea" me suena mejor, más acorde a las necesidades.

Gracias, Antifaz. Creo que así lo había comenzado y luego lo modifiqué.
Abrazo, ada.

Un texto corto cargado de una profunda dosis de la miseria que les toca vivir a algunas personas, gracias a la guerra inconsciente que ronda por el mundo.
Un texto que llega y que se siente como si se estuviese en el lugar, el objetivo de llegar al lector está consumado.
Muy buen título.

Felicidades

Muchas gracias, Etel! me honrra tu comentario. Abrazo

Gracias, Ximena. Buena idea la tuya! Abrzo. ada.