Otra de Martín

Otra de Martín

Martín me acompañaba a todos lados, siempre nos arreglábamos para que mi amigo de cuatro patas, estuviese presente en cada actividad social a la que concurría, con excepción de casamientos u otro evento donde es imposible llevar a un perro.

Íbamos juntos a visitar amigos, a la casa de mis padres y al bar. Allí me sentaba en las mesas de la vereda y Martín se quedaba a mi lado como si fuera mi edecán, mi custodio o la otra parte de mi cuerpo no humana separada de mí por sólo algunos centímetros.

Ese día tenia que hacer un trámite en el centro de la ciudad y el perro vendría conmigo y esperaría en el auto como era costumbre.
El clima estaba horrible, llovía y hacia frío, sin embargo, no me era posible postergar el trámite y allí fuimos con Martín.

En el trayecto paré a cargar combustible y el perro bajó  atrás mío sin que me diera cuenta. Pagué, subí al auto arranqué y me alejé de allí dejando a mi amigo.
Recién en cuando llegué a destino advertí que el perro no estaba.

El desconcierto se apodero de mi hasta que caí en cuenta que, el único lugar que podía estar era en la estación de servicios donde cargué combustible.
Regresé tan rápido como me fue posible, pregunté a los empleados del lugar, a la gente toda y nadie lo había visto.
Recorrí la zona, llamé a mi hermano para que me ayudase a buscarlo pero… todo fue inútil, mi amigo estaba perdido y era mi culpa por haberlo abandonado.
Desilusionado y triste regresé a casa, el día gris y lluvioso colaboraron para que mi ánimo decayera y mi culpa se acrecentara.

Esa noche no pude dormir pensando en Martín y su suerte.
Al otro día había parado de llover y cuando salí para ir a trabajar… allí estaba Martín, esperándome, moviendo la cola como diciendo… aquí estoy amigo, nada me pasó y te perdono por el descuido.

El perro estaba seco y limpio, era difícil imaginar que con una noche tan tormentosa y a más de cincuenta cuadras de casa, el tipo se las hubiese arreglado para volver y además con ese aspecto de perro bien cuidado.
Tuve ganas de faltar al trabajo y quedarme con él todo el día. ¿Y adivinen que resolví?

Si, acertaron… me hice la rata al laburo pero… por un buen motivo ¿No les parece?

Que bueno que regresó. Los perros recorren grandes distancias para llegar a su hogar. Hay hermosas películas sobre eso. Un fiel amigo.
Nilda Sena

JAJA CLARO,EL MOTIVO ES EL PERRO, ACA  A ESO LE LLAMAMOS "LA RENGUERA DEL PERRO",DIGA LA VERDAD QUE NO QUERIA IR A LABURAR JAJAJA

MUY LINDO CUENTO,DE ESAS COSAS COTIDIANAS QUE  PASAN,PERO ELLOS,CUANDO HAN RECIBIDO AMOR SABEN PERDONAR Y SIEMPRE VUELVEN

Me descubriste Mateo pero... no levantes la perdis. jajajaj