El precio de un sueño

Era camarera del Hotel Carrasco y le había tocado servir en el baile de fin de año.
Recorría el salón ofreciendo copas de champagne.
Lo vio. Era hermoso como un dios griego, impecable en su smoking, peinado a la gomina. Se le acercó y él tomó una copa de la bandeja sin mirarla.
No se detuvo a pensarlo y salió del salón, dejó la bandeja y retiró del tablero la llave de la suite de la cantante de ópera de moda.
Había visto sus vestidos y perfumes mientras limpiaba. La diva estaba en el salón, rodeada de moscardones embelesados con su glamour europeo.
Subió por la escalera de servicio, entró en la suite y se desvistió. El uniforme quedó en el piso. Abrió el placar y la deslumbró un vestido de raso rojo. Se lo probó. Le quedaba como un guante. De la docena de pares de zapatos prolijamente ordenados, eligió unas sandalias doradas. Se maquilló y perfumó. Una diadema completó el atuendo.
Debe ser bijouterie, pensó.
Bajó la escalera principal con elegancia.
-¿Baila, señorita?
Era él, sonrió y dejó que la llevara girando en un sueño.
Se sintió un grito, vio como la diva la señalaba.
La sacaron del baile esposada.

Es que no nos podemos dejar llevar por los sueños locos, Any querida. Gracias por comentarme, bendiciones para ti también

Jaaa..., en cana, pero se sacó el gusto de ver, que, con los medios adecuados, casi todo el mundo es lindo. Me gustó. Saludos,
José

Hay muchas cosas en pocas palabras. La certeza de la narración es impecable.
Si tuviera que sugerir, diría que falta atmósfera, algo que le haga presión al lector para que no lo lea como un telegrama. El punto de tensión es el encuentro entre las mujeres.
También convendría saber algo de la protagonista para perder la distancia que hay entre una camarera y un personaje en el que ponemos el corazón. Esto hace participar al lector, creer que estamos en la historia, vivir la fantasía que nos proponen.

Me excedí en la opinión porque el texto y la autora lo merecen.

Gracias, Federico. Lo tomaré en cuenta. Sabes que concursé con este breve relato en radio "El Espectador" y no podía pasar de los 1000 caracteres. Tal vez merezca un poco más de "carne".

Lindo argumento.
Nilda

Gracias, Nilda.Abrazo, ada