MI SOCIO EL PELADO

MI SOCIO EL PELADO

El estudio fotográfico, lo habíamos instalado en el segundo piso de un viejo edificio ubicado en la Av Rivadavia y la intersección con la calle Alberti en el barrio de Once.
Compartíamos el alquiler del inmueble con Tito y el Pelado. Cada uno de nosotros, fotógrafos profesionales teníamos nuestros propios clientes, sólo compartíamos el inmueble, los que nos convertía de alguna manera en socios.

Por supuesto, que nos unía además una relación de amistad a pesar que el carácter y la manera de encarar la vida de los tres, era absolutamente distinta.
Tito que media casi dos metros y pesaba 120 kilos era más tranquilo que agua de tanque, le gustaba investigar y tenia jovis como estudiar violín, la apicultura, en fin… a Tito no lo calentabas ni con un soplete para soldar, pero el Pelado, que no llegaba al metro sesenta… era un polvorín. Pasaba de la risa y la diversión a convertirse en un guerrero mongol si veía una injusticia o si algo le caía mal de una persona, no tardaba en buscarle roña y la cosa, siempre terminaba mal. Iba por su cuarto matrimonio y todos sabíamos que vendría el quinto en cualquier momento. Eso si… los dos hijos que tuvo fueron con la primer mujer y nunca más dejó a ninguna otra embarazada. El sabía que sus parejas eran de corta duración y no quería sentir más culpa de la que sentía con sus dos hijos.

Una de los tantos medio días que almorzábamos juntos, decidimos comer en un lugar que nos propuso un cuarto amigo, el Negro Oscar y que además se sumaria a la comida.
Una vez que nos encontramos y nos ubicamos en una de las mesas, el Pelado abrió el fuego y preguntó.

– Che ¿que van a tomar?

Todos saben que no tomo alcohol así que… ni me miraron.

¿Tomamos un tinto 3/4? - dijo el Pelado.

No pelado me da mucho sueño y después tengo que seguir trabajando - Respondió Tito

Ni yo - Dijo el Negro Oscar - vine con el auto y quiero irme tranquilo.

Bueno… entonces si hay vino en jarra me pido un cuartito y listo - dijo el Pelado mientra buscaba los anteojos para leer el menú.

La presencia del mozo no se hizo esperar

- ¿que van a tomar los Señores?

Todos pedimos una gaseosa menos el Pelado que espero para preguntar.

¿Hay vino suelto de la casa, de esos que se sirven en jarra?

Si Señor – respondió el mozo.

Bueno, entonces yo voy a pedir un cuarto de vino.
Un cuarto no puede ser Señor tiene que ser medio litro.

El pelado lo miró con sus ojos saltones y duros como un perro que están a punto de mordete el cuello.

¿No me dijiste que hay vino suelto?

Si Señor - Respondió el mozo.

Bueno… traeme un cuarto.

Un cuarto no se puede Señor, tiene que ser medio litro - Volvió a responder el mozo, esta vez con firmeza.

Bueno… está bien - dijo el Pelado - trae el vino

Ninguno de nosotros que lo conocemos bien al Pelado, podíamos creer que había dejado pasar esa situación sin armar un lío.

El mozo llegó con el pedido, depositó las gaseosas repartiéndolas a cada uno… y cuando puso la jarra con el medio litro de vino sobre la mesa, el pelado la tomó por el asa y dejó caer sobre el piso la mitad del contenido ante la mirada atónita de todos.
Volvió a poner la jarra en la mesa y con sus ojos saltones y duros, miró fijo a los ojos del mozo y le dijo.

- Viste… que se puede.

-Hombre, de tan fina y educada manera por supuesto que se puede...- Hubiese yo contestado de ser el mozo.

Leido y disfrutado compadre.

Conocerla no me impidió disfrutarla nuevamente ni dejar de apreciar lo bien contada que está.

Gracias compañeros por su tiempo de leer y comentar. Abrazosss

UNA ANÈCDOTA AGRADABLE, que demuestra lo diferente que somos los seres humanos a nivel de caràcter, forma de ser y proceder. Existen los quisquillosos que a todo le quieren sacar punta y que a veces incomoda, si los observamos personas apacibles y prudentes. Nunca se sabe con que van a salir, que sorpresa nos van a dar, o que susto, jajaja o que pena nos van hacer pasar. Aquì se da certeza al adagio que reza: QUERER ES PODER.
ABRAZOS

TRINA