Mar y Muelle Capítulo I (parte 1)

Mientras me alejaba de la capital, avanzando por la Panamericana Sur, me di cuenta de que esta era la primera vez que me distanciaría de mi familia y mis amigos por más de un mes, abandonaba el barrio y su placentera monotonía. Nunca tuve la necesidad de viajar muy lejos o por mucho tiempo, nunca alguien fue tan importante como para alejarme de mi madre y mis costumbres. El gigante rojo se hundía en el pacífico tiñendo con su sangre el inmenso mar, dejando atrás sus horas de luz.  

Avanzábamos por Ica, lugar que visitara fugazmente 6 años atrás, cuando sentí una angustia que no pude entender sino hasta que el bus empezara a abandonar la ciudad. Caí en la cuenta de que las personas experimentamos sensaciones únicas e inexplicables al distanciarnos mas de lo que estamos acostumbrados del hogar; es como un instinto de supervivencia que nos advierte el peligro latente que implica alejarnos de nuestro habitad y de las personas que conforman nuestro círculo de seguridad.

La distancia, no es solo medible en metros o kilómetros, es compatible y proporcional al afecto que uno puede tener por otra persona, y se ve acrecentado a medida que pasan pueblos y ciudades. El destierro, aún cuando éste sea voluntario, despierta emociones venidas a menos al recordar episodios antes borrosos u olvidados. La distancia, también ensancha la coraza que nos defiende de quien nos hiciera daño, ya sea de manera consciente o involuntaria. Lo inexplicable, lo irracional, sucede cuando uno al tratar de huir de esa persona, escapa de su morada, lejos muy lejos justamente a encontrarse con ella.

Me hallaba yo en medio de esas cavilaciones, con la certeza de que una idea concluyente llegaría en cualquier momento a mi mente y respondería no solo mis cuestionamientos, sino a los de todo aquel valiente que se aventuró alguna vez a quedarse despierto durante un largo viaje de noche, negándose a si mismo la huida fácil del sueño. Me encontraba tan cerca de descifrarlo, cuando unas vagas luces ingresaron por la ventana y alejaron para siempre la epifanía.

La falta de sueño y el pesado viaje, no restaron nada a la emoción de volver a verla luego de tanto tiempo, la agitación que evidenciaba al entrar al pueblo, fue malinterpretada por el circunstancial vecino del asiento del lado, como propia del malestar producido por el largo trajín – Lo estoy observando hace mas de dos horas, estos viajes largos son agotadores y aburridos, pero ya llegamos, tranquilo – Difícilmente mantengo una conversación con quien no conozco, pero tuve el impulso de contarle lo que me perturbaba; que me encontraría con la mujer que tal vez amaba luego de medio año, que realmente no recordaba porqué y en que momento acepté viajar, que tenía miedo, en lugar de hacer eso lo mire y asentí con la cabeza. A cuatrocientos km. al sur de Lima luego de haber atravesado una provincia completa, y habiendo aceptado cumplir con un trabajo para el cual no tenia la menor experiencia, ella me recibió de madrugada. Una sonrisa cómplice bastó para convertir la experiencia en la que nos arriesgamos, en el capítulo más importante de nuestras vidas...............

Me encantò, hasta ahora un final feliz con expectativas y una faceta de emociones, espero seguir leyèndote, felicitaciones.

TRINA

Hola Any, gracias por leerme.
Te comento que desde que inicie esta historia a pasado mucho tiempo, tanto que lo estoy convirtiendo en una novela. los borradores los estaré publicando aquí. Espero me leas, te guste y me corrijas.


Cuidate