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 La Ley Septum. Cap 1 y 2

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alonso81
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Fecha de inscripción : 11/07/2013

La Ley Septum. Cap 1 y 2 Empty
MensajeTema: La Ley Septum. Cap 1 y 2   La Ley Septum. Cap 1 y 2 Icon_minitimeJue Jul 11, 2013 6:48 pm

1
La mirada fría y atenta del hombre que se encontraba en el borde de uno de los edificios cruzando la calle paso desapercibida por la mujer que caminaba sobre la acera. Finalizaba el otoño y hacia mucho frio, ella acababa de salir de un bar, el viento la insto a cerrar bien su abrigo y hacerle un buen nudo a su bufanda. Ella consulto su reloj, no tenia porque haber salido tan tarde, su hijo debía estar esperándola despierto. Pero su turno se extendió un poco, necesitaba esos pocos billetes para un buen regalo de navidad, el padre del niño a duras penas le daba lo de su alimentación. Ella apuro un poco el paso, de lo contrario correría el riesgo de que se le pasara el tren y tendría que esperar casi una hora para el siguiente.
Desde lo alto del edificio, sin ningún interés en particular, el hombre que vestía totalmente de negro observaba como ella aceleraba después de saber la hora. No sentía pena por ella, hace mucho tiempo no sentía pena por nadie, hace mucho tiempo que no sentía. Él había escogido esa situación, había cerrado el trato.  Ya casi no recordaba los detalles, ya no recordaba ese día todo el tiempo como al principio, ahora solo cumplía con su propósito.

-Porque se demora, Tap?
-Me pregunto lo mismo, no se esconde de ti, no sabe que estas acá.
-Lo sé, es la primera vez que no veo a una de esas escorias acechando a alguien marcado.
-Es inusual, si. Pero puedo sentirlo, está cerca.
-Quiero acabar con esto temprano, me perderé el final del juego si el maldito tréas no sale pronto.
-Estamos tratando de salvar una vida y tú te preocupas por un juego…
-Estamos tratando de salvar otra vida, la cual no será apreciada, ni será la vida de alguien que ayude por la paz mundial, ni tampoco a erradicar el hambre, ni…
-Me empieza a aburrir tu discurso.
-Tú me aburres.
-Mira, ahí.

Una figura acababa de salir de un callejón oscuro, unos pocos metros atrás de la mujer. Parecía humano, se movía como humano, pero desde lejos John sabía que no lo era.

- Creo que es de los que les gusta jugar con la comida.
-John…
-Hora de trabajar. –Casi ingrávido John bajo los 5 pisos del edificio casi en un segundo, y se dispuso a seguirlos. En su mente iba ideando un plan para acabar con su objetivo, rápido, eficaz, sutilmente y si era posible que la mujer no se enterara. Como regla general, estaba prohibido cualquier tipo de manifestación o cualquier conducta que llevara a que los habitantes del segundo plano tuvieran conocimiento o supieran de la existencia de habitantes de otro plano. John consideraba esta regla estúpida, ya que los habitantes de los otros seis planos eran muy consientes, incluso en algunos planos rayan en la sabiduría, respecto a los otros. Bueno, tal vez no en el primer plano, allí solo eres energía, o espíritu como los místicos lo llamarían.
Esta regla es sagrada para los planos superiores porque irónicamente aunque los habitantes del segundo plano son inferiores en todo aspecto (físico, mental, energético) son capaces de invocar o traer a este plano habitantes de otros planos por medio de un procedimiento que los dúos llaman magia oscura. Esto es sumamente difícil incluso para los habitantes más capacitados de los otros planos, cuando por voluntad lo intentan de un plano superior a un inferior o viceversa, sin mencionar lo extremadamente complicado que les resulta trasladarse dos planos con respecto al propio, en el sentido que sea con ayuda de su tecnología. Se sabe que un humano fue capaz de invocar a un habitante del sexto plano, y se cree que fue el fin de la Atlántida.

La mujer se detuvo a buscar la tarjeta que le permitía entrar a la estación del tren y John noto como el tréas se preparaba para atacar a su víctima. Con la experiencia de hacerlo muchas veces, año tras año, sin el menor ruido y sin ninguna fluctuación o sensación que pudiera percibirse como peligrosa, John saco de su abrigo negro un artilugio con apariencia de daga, solo alguien que lo revisara detenidamente, se daría cuenta de que el material era sumamente extraño, no era metal pero brillaba como tal y reflejaba destellos de color azul, la hoja media  unos 21 centímetros desde  su empuñadura, hasta donde se clavo en la nuca del tréas, dejándolo totalmente paralizado. La mujer creyó oír algo, dando media vuelta con el corazón en la boca, miro solo para ver sombras. Ella no volvería a aceptar una copa a sus clientes mientras trabajaba.
John, sosteniendo al inmóvil tréas, observo como ella ponía la tarjeta sobre el lector electrónico y entraba en la estación. Mientras Tap la seguía para remover la marca y con la ayuda de un cristal contenedor absorber el talento utilizado para las invocaciones que la hacía una presa para los habitantes de los otros planos, aunque posiblemente ella lo ignorara.

Unas calles al oeste, cerca del rio, John arrojaba al piso el cuerpo del tréas desde su hombro, el cual aterrizo con un ruido sordo y en una grotesca posición. Aparte del movimiento preocupado de sus ojos podría decirse que era un cadáver, un brazo quedo debajo del cuerpo y una de las piernas tenía un ángulo extraño. El tréas había tomado posesión de un hombre de mediana edad, con el cabello escaso y gafas, vestía de un marrón muy apagado. Un tipo muy común, de bajo perfil, nunca lo mirarías dos veces si pasa por tu lado. Un disfraz ideal para quien no quiere llamar la atención. Lastimosamente, luego de una posesión, el hombre dejaría de existir, sería una cascara, en un cuerpo no hay lugar para dos seres.

-La ley séptem prohíbe y castiga la búsqueda y caza de dúos capaces de invocar supers, bla bla bla… como te declaras?
El tréas devolvió la mirada con una mezcla de temor y rebeldía, incapaz de pronunciar una palabra debido a su estado de parálisis
-En nombre de “vita nativas”, eres condenado a finalizar tu existencia…- suprimiendo un gran bostezo y con voz aburrida John concluyo –Te sabes el resto.
En su mano derecha apareció una daga similar a la anterior, pero los destellos de esta eran rojos. John miraba a Cegadora, con ella había terminado a incontables tréas a lo largo de su existencia, él no la llamaría vida propiamente. Cegadora era físicamente igual a Veneno, pero sus energías eran muy distintas, sus propósitos eran completamente diferentes. Mientras Veneno le ayudaba para paralizar a sus objetivos con cegadora los exterminaba. Veneno y Cegadora  fueron nombres que él les dio a través de los años, eran parte de John así como él era parte de ellas.
John tomo el cuerpo poseído por el tréas y lo posiciono boca arriba, con los pies extendidos y las manos pegadas al cuerpo. Cegadora empezó a brillar y con un movimiento fluido se dibujo una figura en el aire de color rojo, el cuerpo se levanto y quedo de pie. John con la mano con que sostenía la daga de brillo rojo sobre la cabeza, dio una última mirada a los ojos del tréas, una fracción de segundo después esta bajo a una velocidad en que el ojo humano nunca podría haberla visto. Una fina línea recta roja brillante se dibujo en el cuerpo del tréas y desapareció un momento después. La cascara vacía que era el cuerpo se balanceo un poco antes de caer al suelo, allí se quedaría hasta que alguien lo encontrara, sin el menor rastro de herida alguna. Las heridas producidas por Veneno y Cegadora no afectan en nada a los dúos.
John busco entre los bolsillos del cuerpo del hombre el artefacto que los tréas siempre llevaban en el momento de la caza. Pero no lo encontró, pensó que debió haberse caído mientras transportaba  el cuerpo inmóvil desde la estación a aquel lugar. Devolvió sus pasos pero no hallo rastro alguno, después se preocuparía por eso, tenia cosas más relevantes en este momento.
Monto en su moto de alto cilindraje y se marcho entre el rugido que producía esta cuando la aceleraban a tope. No se molesto siquiera en esperar a Tap.

***

El canal 313 estaba sintonizado en el televisor LED de 55” ubicado en algo que podría llamarse un apartamento. John había adecuado lo que parecía haber sido una oficina en una bodega abandonada hace mucho tiempo, cuya propiedad era ahora suya. Una cama grande en la esquina, un sofá, una nevera donde guardar mucha cerveza, un baño, la consola de videojuegos de última generación y el televisor. John roncaba en ese momento en el sillón, el juego que quería ver había terminado, un par de botellas de cerveza vacías estaban cerca de sus pies y una caja de pizza amontonada sobre otras dos se hallaban a su lado en el sofá. Las paredes no tenían adornos, solo había un solitario perchero donde colgaba su abrigo negro y una horrible corbata que nunca utilizaba, no sabía de donde la había sacado, nunca uso una, tal vez era del antiguo empleado que trabajo en esa oficina, pero tampoco la quitaba, le daba cierta imagen a su casa.
La bodega estaba ubicada en la vieja zona industrial de la ciudad, muy central, excelente para su trabajo y lejos de miradas indiscretas o curiosas por parte de algún vecino. A John no le preocupaba que lo vieran, simplemente no le gustaban las demás personas. Soportaba a Tap porque no tenía más remedio, no podría librarse de él aunque pudiera. Además, Ted no era una persona. Si John pudiera darle un calificativo lo llamaría fantasma, pero él sabía que era más complicado que eso.

-John!… JOHN!
-Qué? -Pregunto John luego de despertarse abruptamente. –Como te fue con la mujer? -Continuo mientras le dirigía lo que le pensaba era su mejor mirada de enfado.
-Bien, pero…
-Pero… ? –John odiaba lo enigmático que resultaba a veces Tap.
-Alguien me vio. –Hubo un largo momento en el cual ninguno dijo nada.
-Un guardián? Pensé que yo era el único en esta ciudad.
-No fue un guarían,  fue un dúos.
-Imposible.
-Te digo que me vio.
-Tú me aseguraste que un dúos no podría verte, nunca.
-Pues ella si pudo.
-Estas seguro?
-Me hablo mientras yo realizaba el procedimiento de remover la marca y extraer el talento con el cristal. Dijo que llamaría a la policía si seguía haciéndole algo a una mujer dormida. –Tap usaba un instrumento similar a Veneno cuando realizaba su parte del trabajo. Dardo, como el la llamaba siguiendo la tradición de John, le servía para hacer dormir al dúos para que este no se moviera hasta haber terminado, Tap consideraba que era menos traumático dormir que permanecer inmóvil por un periodo de tiempo sin ninguna explicación. –Afortunadamente, estaba acabando cuando ella llego.
La cara de preocupación de Tap le indico a John que era algo serio. Pero no sabía porque, nadie más podría verlo…
-Alguien más te vio?
-No lo creo, un anciano se le acerco a ella y le pregunto si se encontraba bien. Por las circunstancias asumo que él  creyó que ella hablaba sola.
-Es muy extraño, deberías volver a tu lugar e investigar un poco. No te preocupes mas, dudo que en una ciudad tan grande vuelvas a encontrarte con ella.
-No tienes que decirlo dos veces, investigare este fenómeno, es la primera vez que escucho que un dúos sin talento alguno sea capaz de vernos, incluso un dúos solo puede ver a un supers invocado por el mismo.
-Dices que no tiene talento?
-Ni una pizca, lo comprobé.
Tap noto un extraño brillo en los ojos de John, no sabía si alegrarse. Había muy pocas cosas que interesaran a John, y eso pasaba hace muchos años. No tuvo que pensarlo dos veces para pedirle un favor… tal vez no le hiciera daño apartarse del televisor cuando no tenía trabajo de por medio. Que saliera de día tampoco era mala idea después de todo.
-John, de verdad me preocupa mucho, nunca había pasado algo como eso. Investigarías por mi? Te pido el favor, no quiero darte una orden.
-pfff, como si pudieras darme ordenes.
-Quiero recordarte que según la ley..
-Ok,Ok… con tal de que no me dictes toda esa maldita ley te “hare el favor”, pero me debes una. –dijo John señalándolo con un dedo a la cara.
-Puedo traerte una cerveza Quattirs de contrabando. -Dijo Tap sabiendo que había ganado.
-Tenemos un trato. –Respondió John sabiendo que había ganado. –Sabes quién es la dúos o como puedo encontrarla?
-Coincidencialmente, si… es Emma Clarks.
-La fiscal?






2

-Emma Clarks…
John cavilaba en voz alta, mirando sin ver a través de la ventana. Era poco probable que el recordara el nombre de alguien, pero supo quien era la mujer que había visto a Tap. “Juicio nocturno”, un programa de bajo presupuesto que era emitido a media noche en una cadena local. A John le gustaba ver el programa porque le divertía la suerte de esos desdichados, casos absurdos en los que por tecnicismos en las leyes del estado los implicados podrían irse a casa con una pequeña fianza, pero ahí era donde entraba Emma Clarks en escena. Ella hacia todo lo posible para que los pobres diablos pasaran unos cuantos días en prisión, y si de ella dependiera unos cuantos meses, eso sin descartar el servicio social y el escarnio público. John sabia que todos esos casos eran inventados, y la complicidad entre Emma, los jueces y la producción de programa era demasiado obvia, pero eso no hacia el programa menos divertido.
Decidió ir al otro día, ahora tenía mucho sueño, se acomodo mejor y en menos de 5 minutos estaba roncando otra vez.

Había un pequeño inconveniente, John no tenía idea alguna de donde vivía Emma Clarks. No sabía cómo encontrarla, a duras penas usaba internet o cualquier tipo de tecnología dúos. Con la única persona que hablaba era con Tap y este aparecía a su lado en el momento menos pensado, tampoco había forma de comunicarse con él en el lugar donde se encontraba.
Entonces… como encontrar a esa peculiar mujer? Donde empezar a buscar? Lo único que sabía de ella era que aparecía en un programa en la tv.
-No vale el esfuerzo…
John se levanto del sofá, busco en la nevera, preparo un par de huevos y los acompaño con un café. Tomo una ducha, se vistió con su típico conjunto negro, tomo el abrigo y salió a la calle. Una cerveza Quattirs vale la pena.

Toni Méndez, miro en la pantalla de uno de sus computadores, comprobando que quien tocaba la puerta con la intensión de tumbarla no era otro que John, medio irritado y medio divertido hablo por el intercomunicador.
-Quien es?
-John –Fue todo lo que obtuvo como respuesta.
-Cual John? No conozco a ningún John. Además no recibo gente antes de las 2 de la tarde y no son ni las 8 am.
-Abre la maldita puerta, se que tienes cámaras por todo el edificio y puedes verme.
-Ah! Ese John. Eeesteem…mira, ahora no tengo tiempo para atenderte. Vuelve otro  día, o mejor no vuelvas… si, mejor… yo me mudare y… pues ya no estaré acá… y, si, adiós, nos vemos.
-Toni, ya te pague el equipo que se daño el día que estuve acá, necesito un favor, abre esa maldita puerta antes de que me enoje.
-El equipo no se daño, lo destruiste completamente al arrojarlo por la ventana.
-Oye amigo, había tomado un poco y el equipo al cual le aposte iba perdiendo… además ya te pague.
-Dije que no. Además, cambie las puertas, estas son revestidas y de acero. Y no te quiero cerca de mis equipos.
John estaba empezando a enojarse de verdad. No entendía cual era el problema, normalmente el dinero arregla todo y con él, compro equipos nuevos y mejores de los que le destruyo a Toni.
-Que abras la puerta o quieres ver como se viene abajo esta latica revestida.
El actuador eléctrico sonó indicando que la puerta estaba abierta, John la empujo y noto que era verdad que la puerta era más segura y mucho más pesada que la anterior. Tal vez le hubiera costado mucho derribarla, pero no iba a dejárselo saber al freaky este.
Toni Méndez, era un hombre de contextura delgada, 5’7’’ de estatura, piel pálida, pelo un poco largo. Siempre llevaba puesta una gorra e iba en pantalones cortos y tenia un poco más de 20 años. John podría romperlo como un palillo sin siquiera proponérselo. Pero ya antes Toni le había servido en un par de ocasiones, una de ellas cuando llego borracho y termino de ver el juego mientras él buscaba cierta información sobre tiendas de espiritismo, chamanes, pitonisas y otras cosas similares. Toni nunca llego a entender el tipo de información que John buscaba cuando iba a verlo, pero por su aspecto era mejor no preguntar. John le inspiraba miedo, pero nunca intento hacerle daño a él, solo su equipo había sufrido su ira pero John había pagado por ello y Toni nunca se arrepentiría, tendría que hacer cosas ilegales para poder comprar el nuevo y sofisticado sistema del que disponía en este momento.
-Que quieres esta vez John? –Toni se pregunto si se habría notado su falso entusiasmo.
-Puedes encontrar a alguien?
-Por supuesto. En qué país está? pertenece a alguna facción terrorista? Alguien de la CIA, La KGB, NSA?
John no sabía de qué rayos estaba hablando Toni.
-No, es una mujer, se llama Emma Clarks, tiene un programa en el canal 118 a media noche.
-Intentaste llamar al 711, es el numero telefónico de información, sabes?
-No tengo teléfono. –Mintió John, la verdad no se le había ocurrido.
-Ajá… bueno, eso es muy fácil.
Con gran agilidad Toni tecleo el nombre y en menos de un segundo tenía una gran cantidad de resultados. Utilizo unos simples filtros y la búsqueda arrojo resultados más concretos.
-Ok, encontré una Emma Clarks, vive en esta ciudad y es fiscal. Es la que buscas?
-Si es esa.
-Oye, sé que no es asunto mío, pero no le harás daño a esa mujer verdad.
-Tal vez solo tenga que matarla. –Dijo John en un tono realmente siniestro.
-Porque lo harás? –Toni no daba crédito al terror de su voz, nunca imagino hacer un trabajo para un asesino.
-Por una cerveza. –Si John hubiera tenido algo de buen humor, estaba seguro que no podría haber contenido la risa.
-Mataras a una mujer por una cerveza?
-No seas idiota.
Toni evaluó la cara de John por un rato, sin saber que pensar en ese momento. De verdad llego a pensar que estaría involucrado en algo como un homicidio.  Al final, y pese a todos sus pronósticos llego a la conclusión de que John había hecho una broma. Tal vez si no le tuviera tanto miedo hasta hubiera reído con ella.
-Bueno, entonces que le harás?
-Solamente hablare con ella, tengo que preguntarle algo.
-Estas metido en un lio y buscas un abogado? Porque puedo recomendarte a mi primo Steve, te digo que tiene un don para sacar a canallas de la cárcel. – al darse cuenta del error Toni trato de corregir lo que había dicho, pero la mirada de John le indico que no.
-Escribe la dirección en un papel e inmediatamente prometo que me marcho.
-Acá tienes. –Toni no sabía si en verdad John fuera un asesino o no, pero tampoco le gustaría averiguarlo. Aun sudaba minutos después de entregarle la nota a John con la dirección de Emma Clarks y diciéndole que no se preocupara, que esto iba por cuenta de la casa. John salió después de decir gracias.

La dirección que Toni le facilito a John apuntaba hacia el lado oeste de la ciudad, en un sector nuevo que estaba ganando popularidad entre los habitantes de la ciudad que deseaban un lugar tranquilo y con estilo. Apropiado para estrellas en ascenso, como supuso John que sería la fiscal Clarks.
Desde la casa de Toni le tomo un poco menos de una hora llegar a la residencia de Emma. Era más temprano de lo que usualmente salía y el tráfico era un poco pesado. Sin embargo disfruto de su paseo en moto, recordando que se divertía un poco de ello hace años cuando la compro.
Estaba enfrente del numero que había en el papel, cuando se dio cuenta de que debía afrontar otro problema “que le voy a decir?”, John no tenia habilidades sociales en absoluto y no llamaría a la puerta y le preguntaría a ella si vio a un hombre hacerle cosas extrañas a una mujer en la estación del tren mientras esta dormía. Si hubiera alguna cosa que a John le gustara de su trabajo era que el sabia como hacerlo, simple. Tendría que hablar con Tap y decirle que aquello le iba a costar dos cervezas.
Después de llamar 2 veces y no obtener respuesta alguna, John volvió a su moto y se sentó a esperar. “Maldito quattir, esto le saldrá caro”. Al paso que iba a John le tocaría pedirle un barril de cerveza como compensación a todos estos problemas. La ironía era que John no hacía nada fuera de cazar tréas, él pasaba su tiempo viendo televisión, matando zombis o cualquier otro monstruo en su consola de videojuegos, pero estar sentado esperando no era algo que a John le gustara hacer.

***

Emma Clarks empezaba a pensar que lo que le decía todo el mundo era cierto, trabajaba demasiado y en algún momento colapsaría. Lo que Emma no pensaba era que empezara a ver visiones, porque cuando despertó, a esa conclusión fue a la que llego.
La noche anterior había estado completamente fuera de su control. Una muy mala noche a decir verdad. Primero, en la tarde, su coche se había descompuesto y le pidió a uno de sus asistentes que lo llevara al taller, tendría que recogerlo a la mañana siguiente. Más tarde, le llego el rumor de que su programa seria cancelado. Y antes de grabar “juicio nocturno”, descubrió que los papeles del caso se le habían quedado dentro del coche, en el asiento de atras, por lo cual presento un caso demasiado pobre y un tipo que manejaba ebrio y choco contra una propiedad pública salió libre bajo fianza, por una cantidad ridícula. Y si eso no era suficiente, le toco tomar el tren para irse a casa. No sin antes estar a punto de romperse la cara contra el suelo luego de tropezar con un objeto que jamás en su vida había visto. Era un cristal que tenía una especie de mango pero acababa en tres puntas, similar a un candelabro hecho de hielo, con la diferencia que este era cálido al tacto. Quiso arrojarlo, pero no quiso correr el riesgo de que hiriera a alguien y meterse en más problemas. Así que decidió guardarlo y llevarlo a la seguridad de su casa para luego deshacerse de él.
Hasta ese momento la noche iba de mal en peor. Emma no pudo evitar cerrar los ojos y meditar el porqué su mal día… nunca era descuidada con su carro, cada seis meses lo llevaba a su mecánico de confianza, su carro era esencial para su trabajo. El haber olvidado los papeles fue un gran error suyo, pero lo acredito a ese estúpido rumor que el secretario general del canal le desmintió cuando hablo con el por teléfono. Debió de estar muy agotada porque se sobresalto al sentir esa incomoda sensación de vacío que se produce algunas veces antes de quedarse dormido, que trato de disimular arreglándose el peinado sin mucho éxito.
La gota que derramo el vaso fue ver a un hombre de un aspecto bastante bizarro, su cabello era de color azul pálido, alto y delgado, con la ropa más extraña que alguna vez hubiera visto, llevaba un abrigo blanco, muy ceñido al cuerpo que se habría por los laterales y que dejaban ver un pantalón blanco y unas botas del mismo color, solo que estaba tan inmaculado que perfectamente pudiera ser el protagonista de un comercial para detergentes que dejaban el blanco como nuevo.
El hombre este estaba haciéndole quien sabe qué cosa a una mujer que iba dormida y de no ser porque el hombre sujetaba algo contra la frente de la mujer no hubiera dicho nada y hubiera ignorado el asunto. Emma grabo unos cuantos segundos el comportamiento del hombre en su celular, para tener una prueba solida contra él y después con la voz más autoritaria que pudo le llamo la atención.
-Señor, que cree que le está haciendo a esa mujer?
Tap, levanto la mirada para ver que ocasionaba tal alboroto, siempre a considerado a los dúos seres muy graciosos porque la violencia es su recurso favorito para resolver los problemas.

-Le advierto señor, aléjese de esa mujer ahora.

La sonrisa desapareció rápidamente del rostro de Tap, era imposible, pero después de mirar rápidamente a los lados, se dio cuenta que la mujer lo miraba directamente a los ojos. El cristal extractor acababa de hacer su trabajo, asi que muy lentamente retiro a dardo de la nuca de la mujer y con toda la agilidad que pudo la metió en la manga de su abrigo con un movimiento de muñeca.

-Usted se bajara en la próxima estación y si tomo algo que le pertenece a ella, lo devolverá inmediatamente o llamare a la policía. –Con todo el valor que sentía, Emma le dio esa opción luego de que alcanzo a ver que el extraño hombre llevaba un arma. Ella era implacable a la hora de hacer justicia, pero no era estúpida, no expondría su vida por algo así.
En ese momento un hombre de avanzada edad que iba en un asiento al otro lado del pasillo hablo dirigiéndose a ella.

-Señorita… se encuentra usted bien? –El señor alternaba su mirada entre Emma y la mujer que iba durmiendo, un par de metros más adelante.
-Perdón señor, pero yo no puedo quedarme callada al ver como un tipo de estos se aprovecha de una mujer que no está en condiciones de defenderse. No soy indiferente ante los abusos
-No sé de qué abuso está hablando, en este vagón solo vamos usted, la señora que duerme y yo. Y a menos de que este insinuando que yo le robe algo a la bella durmiente, vuelvo y le pregunto. Esta usted bien?

Tap había aprovechado el momento y había señalado a Emma con un pequeño cristal del color negro. Seguramente esperaba que este reaccionara de alguna forma porque hizo una pequeña mueca de asombro antes de desaparecer.
-La que no sabe de qué habla usted señor, soy yo. Debemos llamar a la policía que acuda a la siguiente estación porque ese hombre de blanco esta armado. -Esto último lo dijo en voz baja, señalando con la cabeza hacia Tap.
Ahora el anciano si estaba preocupado y con un tono un poco condescendiente le dijo a Emma.
-Acá no hay ningún hombre de blanco, solo estamos los tres.
La sorpresa en la cara de Emma luego de mirar dentro de todo el vagón le confirmo al hombre sus sospechas, lo más seguro es que ella estuviera drogada.

Emma despertó a la mañana siguiente después de dormir con la ayuda de unas pastillas contra el insomnio. “Estoy loca”, esa fue la conclusión que obtuvo luego de mirar el video de su celular: 30 segundos de una desconocida durmiendo, sin nadie que la amenazara con un cuchillo ni haciéndole cosas extrañas a su pecho.

-Ok, hoy también será un día extraño...

Luego de recoger el coche y parquearlo en el garaje, vio a un hombre vestido todo de negro sentado sobre una moto, estacionado al frente de su casa.
Cuando sus ojos se cruzaron Emma supo que la estaba esperando a ella.
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