Privativa potestad

Cuando el virtuoso comienza a utilizar su don rivalizando para erigirse en suma referencia se traiciona a sí mismo; la egolatría toma el mando de la voluntad, desnaturalizándola, mancillándola, impidiendo toda progresión hacia las alturas del elevado sentimiento inherentemente comprometido con la modestia. No hay, pues, amor, ya que la soberbia no da a lugar, y sin amor la virtud se convierte en especializada maña y el virtuoso en una mala imitación de lo que hubiera sido su sombra en la ideal versión. Ningún parabién compensa esta realidad interior, moderando ciertos demonios para despertar otros.



Adanhiel.

En tal sentido, mi querido Adanhiel, es mejor conservar un virtuosismo inconsciente, que nos mantenga a salvo de la falsa modestia y se adueñe de nuestra humildad, para dejarla fuera. Existen tambien aquellos que sin ser virtuosos, se lo creen, colocandose por encima del comun de los mortales, dandonos lecciones ininteligibles para nuestro humilde intelecto, y que les encanta escucharse a si mismos. Por mi parte, prefiero al humilde, al que se brinda como verdadero Maestro, dandonos la oportunidad de descubrir la sabiduria que llevamos dentro, al guia, que mediante interrogantes, silogismos, hipotesis, nos permite encontrar el camino del saber, que nunca se completa.Se cierra una puerta pero se abre otra. El egolatra, termina quedandose en solitario, cansando a los demas, amandose a si mismo, empobrecido ser, que contribuye al autoaislamiento, por no considerar a los demas a su altura. Por suerte, tengo un detector interior, que me permite darme cuenta cuando estoy en presencia de uno, y escucho, pero no contesto.Tal vez sea, porque realmente, me falta mucho para ponerme a su altura, pero no lo extraño tampoco. Un placer hablar contigo, segura de que no perteneces a ese grupo. Besossss. Malisa

Mi querida Malisa, sabía, como buena virtuosa que eres (no por capricho te digo Dulcinea) que comprenderías esas trampas que pone el ego en el transcurso y devenir del virtuosismo... Cuánta gente, rebosantes de virtud, y no me refiero necesariamente a genial talento, profesional o artístico, se ven relegadas a un último plano social, incluso hasta el denostado ostracismo; imposible me resulta expresar las lágrimas que mi espíritu derrama por esta tristísima realidad. Pero Dios sabe que la inmaculada virtud será la que un día sirva de faro a tantos corazones perdidos en la insensibilidad y en sus propias y envanecidas tempestades interiores que compungen nuestras almas, tan puras, tan níveas, tan diáfanas... ¿En mi vida no podré verlo? Eso parece, pero mi esencia eterna asistirá al milagro, así como la de tantos y tantos otros y otras y, entonces, será llegado el momento de LA TRASCENDENCIA en la que los que son, los que fueron y los que serán formarán un UNO, y ese UNO, que será un TODO, no tendrá necesidad alguna (ni nadie precisará la necesidad) de ser apelado como Dios. Sí, el Amor es la respuesta y la solución pero, ¡maldita sea! Cuán lejos estamos todavía de acogerlo con pronta actitud, alejados de su cercanía, del núcleo mediante el cual podemos vislumbrar, intuir, el Paraíso material y metafísico.

Pues no me he puesto tristón y todo, oye, cuando esa mi esperanza llama justo a lo contrario?

¡BESAZOS mi queridísima, desde mi pobrecita melancolía!

Que difícil parece el mantenerse virtuoso sin caer en el ego. El ego crece y crece pero al final es un gigante con pies de barro..

Tú lo has dicho, mi sabia Luhema, el ego es un gigante en realidad muy pequeñiiiiito que ha de caer vencido por su propio peso, ahogado en su accesoria vanidad que no está destinada a elevación alguna.

Besazos.