MÁNTIDOS (fábula)

Genuflexa está en esmeralda sintonía entre los verdes silvestrales que la acompañan sin falta, la paciente belleza; indeciso se conmueve el aire amparador filtrándose resumido en discretos soplos breves. Alguien la observa. Invariable la figura retoñada en su insecta y articulada plegaria queda esperando ausente de la admiración que la ronda, y el respeto, desde la alejadiza cohibición, prioriza una discreta distancia ya reducida por curiosidad masculina: despertador del fervoroso, sonando percatado por el sereno apercibimiento, desperdiciado, sobrepujado por el vehemente impulso animal. Tal es, sin embargo, la honestidad original, la misma que orienta a indecisas patas, reacias a su función, de un macho que, impretendido, ha llegado al palmo escaso, y no más, de la virgen aceitunada, fascinadora sin par.

- Hermosura yo no he visto como a la que asisto con el respeto achacable al detenido embeleso, no hay parangón, ni yo comparo aunque las musas quisieran concederme, sin un solo condicionante, don locuaz que justicia te hiciera.

- El amor te ha conferido resolución para hablarme- Dijo la hierática oradora-, déjale tomar tus miedos reduciéndolos a lerdos trasgos a los que domeñar sin diferente coste del que te supondrá avanzar hasta mí abiertamente, tal y como tu corazón demanda.

Se disponía el sublimado sublimador a cumplir la oportunidad que el bellísimo centro de su atención le obsequiaba a modo de inesperada insinuación cuando, un segundo aspirante a la admiración de la dama, vino a confirmar la nota discordante de una pretendida disputa entre cortejadores, situación que al menos a uno traía a disgusto. El desafío se convirtió en una cuestión inmediata y decididamente inaplazable.

- Mis ojos quedan sin dar crédito porque no comprendo como un lindo acopio donairoso pueda prestar simple escucho a quien a duras penas dispone de una mediana elocuencia que le mal aconseje mostrarse- dijo el advenedizo.

Un primer y desleal impulso (el de la ira) tomó soliviantadora iniciativa anunciando una confrontación bastante más directa que la ofrecida por las semiveladas insinuaciones sarcásticas. Unos ojos expresaban rabia contenida, la frustración irreprimida de los que transfiguran una propuesta sempipresente de concordia compartida por otra despotricadora para con los compromisos separados del descomedido egotismo; otros, que habían permanecido enclavados en un asentamiento aparentemente dispuesto por la delicada entereza, bosquejaban una secreta sonrisa insólitamente predispuesta ante unos incipientes acontecimientos.

La reconsideración apareció como algo no inferior a una indesestimable alternativa.

- ¿Dudas sobre un tema en particular? Quizás pueda ayudarte, mi inseguro amigo- Inquirió el ya destacado candidato a la intemperancia.

- Ya no más en lo que respecta a esta circunstancia. Hay oscuros resplandores que ciegan unos sentimientos encandilando otros para que los sentidos trabajen a su favor, sé que esto no te dirá nada, no obstante he de trasladártelo, pues de alguna discreta forma pueda ser haya de valerte.

- Se esfuma la retórica y con ella el valor que te falta.

Lanzado era, cual certera pica, el postrero desafío de quien se sabía ganador de un conflicto que en sutil manera se decantaba en no tan "unidireccional dirección" como la a simple vista presumida. Una encrucijada de miradas oscilaban pululantes entre duras firmezas, prematuras fierezas e inseguridades; sin motivo para el empecinamiento, con asequible fundamento para la renuncia, como si el tiempo fuese harto maleable, al igual que una reproducción fílmica, el advenedizo quedó acomodado con la inestable camaradería de la presunción.

- No, no digas nada, mi dulce escultura- Se dirigió a la complaciente y estática testiga de propósitos y despropósitos-, nunca la Naturaleza miente; que sea ella la fiel amiga de nuestra unión, la médula sustanciosa del único amor asumible: el que procrea en la materia permitiendo, si acaso, la accesoriedad de los sentimientos. No te muevas, querida mía, favoréceme con el consentimiento de tu quietud hasta que nuestros cuerpos decidan comunicarse en su diáfano idioma, en el cual nos hemos de rendir mutuamente.

En la elocuente lejanía, causada por la natural y selectiva segregación, en un horizonte que no se mide en metros, queda el entendimiento que ciertas ofrendas canibalescas hacen prosperar junto al eco de un ahogado grito extractador de entregas y renuncias tan dispares como inexplicadamente confluyentes.




Adanhiel.

Una fábula que atrapa, dando vida a los mántidos: cortejo, enamoramiento, disputa con un segundo admirador y finalmente la muerte certera del amante.

Tal y como se repite en algunas especies, este texto escrito en una forma muy de "don Quijote" que a mi, personalmente, me agrada.

Desde mi punto de vista, un muy buen trabajo, Adanhiel.
Quienes saben más sobre narrativa, quizás encuentren detalles que corregir.

Gracias por compartirlo.

Gracias Susy, eres un encanto, me ilusiona el que la fábula te gustase, hace muuuucho que la escribí y la tenía por ahí criando polvo, va a resultar que tuve buena iniciativa al recuperarla.

Te vas a sorprender pero, en cuanto al estilo "Quijotesco", no eres la primera en destacarme la impresión. A pesar de tener buenas nociones de mecanografía hace tiempo me dio por escribir a una mano en máquina y ordenador, ¿complejo de manco quizás? ¡Y sin batallas Lepantinas! No, si al final me lo voy a acabar creyendo y todo... jaja.

Besos entrañables y, repito, gracias a ti por leerme.

Bueno como es una narración fantástica que tiene animales como protagonistas creí que encajaba como fábula, pero lo mismo estoy equivocado. En cuanto al estilo, ¡es lo que hay! Como bien dices, cuestión de gustos, recuerdo que la compuse espontáneamente, de un tirón y ese "tirón" no me dio a elegir...bah, tampoco me quejo ni reniego de ella, la verdad. Me alegra que, a pesar de los pesares, te gustase, eso me satisface hondamente.

Saludos cordiales.

Hola amigo, sea lo que sea o como sea... A mi me ha gustado mucho. Y como siempre digo, en esto de aprender, hoy sé algo más sobre los mántidos. Ya que me has mandado, esta vez no al diccionario, pero sí, a la enciclopedia. Jajaja.!!!

Un inmenso abrazo, querido amigo Adanhiel. Nunca dejaré de agradecerte esas reminiscencias de cervantézcas plumas.

Ey, Ricardillo, amigo del alma, después de que me haya "llovido" alguna de esas críticas... exigentes, pero formadoras, estoy necesitado de tu aliento y de un hombro en el cual llorar a moco tendido, ¡buaaaaaaah! jajajaaa

Invocaré al espíritu del GRAN Cervantes aunque solo sea en tu apreciadísimo honor diciéndote: "No desesperes, mi buen Sancho, domeñar tan titánicos gigantes es cuestión baladí para todo buen caballero que se precie de serlo; o eso o la sin par Dulcinea, princesa de mis entretelas, a vulgar zopenco o a zafio hideputa hubiera de depreciarme si yo, con tu escuderil apoyo no hubiera de romperme el brazo en tan insigne desempeño"... ¿Qué tal? ¿Lo suficientemente Cervantesco o debo de seguir afilando la pluma?

¡Gigantesco abrazo, hermano!

"Que no te cieguen los deseos...mucho menos, pelees con un oponente, pues al fin y al cabo perderás la cabeza.."!

Quizás pudiera ser la moraleja...al menos es lo que entendí, aunque justamente, te faltó agregarla.
Esta sería la moraleja desde mi punto de vista.
El tuyo puede ser diferente. verdad?

Una fábula siempre culmina con una moraleja.

Por eso es muy acertado el comentario de Poesiacarnívora.
Como relato, ya te dije, me gustó mucho.

Has acertado de pleno en la moraleja, pero ésta, el escritor, o fabulista, no puede exponerla de forma demasiado explícita, sino sugerirla de forma sugerente y sugestivamente abierta para que el lector se haga partícipe de manera activa, tal y como si él hubiera tenido que ver en la composición. O así me gusta sentirlo a mí.

¿Ves? Tú la has entresacado de lo leído tal y como yo la quise "dibujar" en culminadora reflexión, pero de haber deducido otra también me hubiera valido pues diferentes son las formas de ver y entender la vida, recréense en fábula o en cuento.

Besitos, Susy.

No te me sulfures, mujer, solo destaco mis impresiones, como tú las tuyas (hay enseñanzas y enseñanzas), y es que una fábula no la entendía yo como un capitulo de national geographic sino como otra cosa, la verdad; pero si tú dices que es prosa poética que ahí se quede, no pretendo discutir pues no hay discusión si uno no quiere. Además tú eres la entendida y comprobarás que, aun guardando mi derecho a la discrepancia, soy de lo más disciplinado.

No sé a lo que te refieres con eso de "lluvia", por más que me releo no lo encuentro por ninguna parte... ah, ya lo veo, iba por lo de las críticas; bueno, es un comentario jocoso y está realizado en el contexto en el que está, con humor y sin retorcida retranca pero, puestos a incidir, ¿por qué lo haces en lo de "lluvia" exigente y no en lo de formativa? Hasta tomándoselo sin sentido del humor sería algo así como un elemento compensatorio, entiendo.

Mi ego no se ha sentido vulnerado en ningún aspecto con tus honestos comentarios, solo espero que el tuyo tampoco.

Cordiales saludos.