El Enterrador

Invitado

EL ENTERRADOR

(Cuentos Brújicos para mi Marciano, Oswaldo)

A veces son las sirenas sigilosas, con sus luces fulminantes, las que no me dejan dormir, todos piensan que las sirenas tienes horribles colas de pescado y escamas y aletas y cierta facilidad de mamíferos acuáticos, las sirenas, las únicas que suelen navegar este pedazo de mundo andan en rojo y azul, alguna vez vi una verde, un titilante verde moscardón, me falla la memoria pero hay cosas como en naranja, más bien esas eran luces, nada más, las sirenas llaman a las pesadillas, cuando vienen a deslumbrar la paz, dando buenas y adiós como si cada evento se inaugurara y se clausurara con ellas.

Llaman digo, sonidos irritantes, silbidos y golpes en el portón, que solo de seis a seis deja pasar a los vivos, sonidos invitantes, sonidos que nunca paran de ser culpables, de que se acelere respiración y ritmo cardiaco; y hacerme atravesar aquel camino hasta abrir en las madrugadas de fiestas patronales , de este pueblo de dolientes , el viejo hospital nunca tiene espacio para guardarlos, les doy entonces hospedaje en el cuarto frio que alguna vez sirvió para lo mismo, guardarlos, aquel cuarto junto al baño público, hasta que sea hora de darles su última revisión.

Aun en mi estado de semi inconsciencia, aletargado, amortiguado, reaccionando, contestando sumido en un cierto aire de caja en cámara lenta, abro y les doy posada, por mas cansancio y rabia, jamás les negaría la entrada, mientras no les vea la facha, es bueno que ya los traigan en cubiertas especiales, ahora todo viene en plástico y no en sábanas o cobijas escurriendo; o simplemente pelados, aun me da escalofríos de los pelados de antes.

Aquí el tiempo solo pasa por afuera , por el descascaro de las paredes y las arrugas de mi cara, ya me he diagnosticado lombrices u otro bicho parasitario, por eso de que he tenido pesadillas punzantes en guerra con pestañas de muñecas de porcelana, títeres rellenos de gente y con esos muñequitos insoportables de cabeza flotante y los payasos, no es novedad que los payasos sean terribles, aquí han venido algunos de civiles, es mejor así, uno no debería soñar con su muerte, es mucha barbarie llegar a saber, cómo te vas a morir si ya es suficiente con saber que no hay de otra, algún día te vas a morir.

Hoy pareciere que me hubiesen cortado en pedazos los brazos, dejando espacios, como si fuese una larga cadena de puntos suspensivos, debo estar entristecido porque me duele el medio pecho a la izquierda hasta el dedo gordo y es que está mi mano pero no esa pequeña protuberancia gonce que siempre suelo golpearme sin querer contra las esquinas o las palas.

Hoy solo tengo algunos tramos, aparecen el radio y el cúbito sin codo, anoche el codo me era insoportable se doblaba de infernal manera, siento que hay un intervalo de húmero y clavícula, lo sé, porque decidí mirarme por dentro, o algo así, en un atlas de cuerpo presente.

No, no ni crea nadie que mate nada, no, yo nunca mataría gente para ver que tienen adentro, no, si he cerrado y abierto los ojos millones de veces para animarme a no tenerles miedo a los muertos, los muertos viene solos o acompañados con sirenas , carrozas, esas largas carrozas, en hombros ajenos, las patas ya no les funcionan.

Ya estoy viejo y los años me han curtido, le sigo teniendo respeto a las tres de la mañana, a las sombras y a los lamentos de los mal muertos, a la hora más oscura de la noche, hay incautos desvergonzados que creen que las once es buena hora para no tener miedo y para hacer transacciones con extraños, sean seres u objetos, cosas de porquería que suelo quemar los martes y los jueves con ruda y gasolina, como Dios manda.

La tierra siempre es blanda y negra, hay tantos gordos insectos, abundancia de animalejos brillantes y ruidosos, un panal secreto de abejas, ya no compro azúcar desde que me mudé aquí y las cuido en silencio, a las abejas les gusta hablar solo entre ellas, las flores más bonitas, extravagantes e importadas siempre nos llegan a todos, a mí también me gustan, antes eran hierbas nada mas, hierbas vanidosas, pero ahora no, alivian por ratos a la muerte.

Aquí hay blanco, el blanco es importante, antes muy de antes, era cal viva apagada con agua, irónicamente viva, para mantener el riguroso espacio para la paz, ahora el municipio de vez en vez se acuerda de enviarme alguna caneca de pintura aguada, esa que huele a raro, pues creo que lo raro debe tener olor a pintura.

Lustros de tiritar de dientes y rodillas, literalmente cagado de miedo, pero hasta ahora siempre he vuelto a ver el duelo de la noche con la luz del sol, he vuelto de las garras de la llorona, de los duendes y hombres sombra y de locos y de ladrones, de los uña guillas, enlutadas y marimberos y esas desgraciadas cosas que nunca duermen, del pánico he vuelto siempre con el pelo aún puesto en la cabeza, pero de los bichos parasitarios, de esos animalejos que le andan a uno por la sangre, no sé.

Ya son varios días que sueño con lo mismo, uno de mis amigos importantes, de esos que si ven por dentro sin temor, me hablo de metástasis, ni le pregunto qué es eso, ya dije, yo no quiero saber de qué me voy a morir, ya he vivido muchas muertes, ya sé cómo se llega hasta aquí, también sé que los que entramos, ya no volveremos a salir.

Tema: Re: El Enterrador Dom Feb 03, 2013 10:55 pm

Profundo e intenso como los colores de las sirenas de las que hablas. Una vez alguien me dijo que el blanco es como ver todos los colores juntos. Que ese "blanco" redimensiona los colores.
Es un verdadero placer leerte (agradeciendo que compartas universalmente lo que personalmente dedicas a tu marciano personal); porque, al menos yo, salgo enriquecida y conmovida y no es poco.
Un fortísimo abrazo.

Tema: Re: El Enterrador Lun Feb 04, 2013 9:29 am

Como siempre te digo tus escritos los leo varias veces, tenés verdadero talento escritora, besos

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Gracias Sil y Lily, un honor su paso, ahi corregi unas cosillas, un abrazote a cada una