La Aurora (1)

2008 (Julio )

Lo jodido de los recuerdos es que algunos tienen ojos, que miran, observan, incluso te hacen percibir olores, tacto, sensaciones. Esas imágenes almacenadas te hacen sentir lo que pensabas en el momento acontecido. A veces tratas de olvidar, pero algo que puede abarcar todo el espacio de una mente también puede buscar los nichos más oscuros para esconderse, para acechar. Entonces el día menos pensado regresan a por vos Y todo lo que creías olvidado, desechado, descartado, regresa hasta donde estés.

No quería verla, mejor dicho tenía miedo de encontrármela. Sabía que sería cualquier cosa menos fácil. Que su rostro, su cuerpo, e incluso su mente estaban intactos. Pero que ya no era ella, que Aurora había desaparecido hacía dos años.

Cuando me encontré su hermano Sebastián, y me saludo con ese cariño que uno guarda por los viejos amigos, no pude decirle que no, me rogo que visitara a su hermana, que ella hablaba mucho de mí, que yo había sido parte importante de su vida, y que en su familia me tenían mucho cariño. Sebas como le decíamos de cariño tenía ya veinte años. Yo lo conocí en la panza de la madre, ahora era un muchacho más alto que yo, con lentes de montura estudiante de psicología.

Salí del trabajo un poco más temprano y me dirigí hasta su casa, el trayecto ya no me parecía tan largo, ya no era lo mismo. La panadería del turco había desaparecido. El gimnasio era ahora una iglesia bautista con una bocina afuera que sonaba demasiado a amenazas de arrepentimiento –El fin se acerca, renuncien a Satanás -.

Cuando cruce para llegar a su casa fue ahí que me percate, la iba a volver a ver luego del incidente. Había temido ese momento, durante tanto tiempo evadí las calles cercanas a su casa adrede.

Allí estaba yo, en el portal de la casona vieja, como tantas otras veces. Como en tantos recuerdos almacenados que me acechaban desde hacía veinte años. Aurora, la primera luz del día.

Respiré profundo, me sudaban las manos.

Toqué la puerta.



1988 (octubre primer día de vacaciones)

El timón de la bicicleta se fue para un lado en cuanto tropecé con la piedra, salí despedido por los aires, y al caer sentí como me trono el hueso del brazo.

La llanta frontal de la bici estaba totalmente doblada. Lo abarcaba dentro de mí el dolor y la vergüenza. El sufrimiento era demasiado, y estaba totalmente solo en el parque. ¿O no?

Una niña de casi me edad llego corriendo a donde yo estaba, se arrodillo y me limpio las lagrimas con un pañuelo que olía muy rico. –Soy Aurora- Dijo, yo trate de no llorar más aunque era algo imposible, el dolor era potente, latía.

Unos dedos me acariciaban el pelo, era ella. -¿Dónde vivís?- -E-Enfrente de la papelería- Aurora busco a su mamá en una de las bancas del parque, la señora embarazada estaba leyendo, extrañamente no se había percatado del espectáculo del niño del brazo quebrado que gemía y se revolvía sobre sí mismo.

Se levantó y llego a donde yo estaba: -¿Me dijo Aurora que vivís enfrente de la papelería, es en los apartamentos que están en un callejón que se llaman San Antonio? –No- respondí, son los que están enfrente en otro zaguán.- Antes que la señora dijera algo más, apresuradamente gemí: -Pregunte por Esther, es mi abuela.-

La señora hablo algo con Aurora que no entendí, mientras las personas nos rodeaban. La niña tenía el pelo castaño largo, unos ojos verdes oscuros muy bonitos y grandes, y de acuerdo al momento de expresión preocupada. –Soy Manuel.- Le dije entre quejidos. Su sonrisa ilumino un poco más la soleada tarde, parecía un angelito, a los pocos minutos llego la parque mi abuela acompañada de la mamá de Aurora.

Fue pasar con el maldito yeso casi todas las vacaciones. Sin embargo había encontrado una ocupación extraña que me mantuvo entretenido, viendo al parque con un larga vistas la espiaba patinar con otros niños desde la terraza de mi casa.

Manuel...me he sentido atrapada por la historia.
Un relato que atrae, que atrapa sin dudas y parece ser que su primer
capítulo, finaliza en el punto justo, creando expectativa al lector.

Cómo sigue... esa es la cuestión y estoy dispuesta a seguirte...así que por favor, no tardes, si?

Un abrazo Manu!

De acuerdo con Susy, un primer capítulo bien presentado y finalizado.
Salvo algun detalle menor de puntuación, es un logro algunas descripciones/personificaciones (como la de los recuerdos).
Mucha ternura se percibe al leerlo. Gracias por compartir.

Captas el interés. Te sigo.