CARNAVALES ERAN LOS DE ANTES.

CARNAVALES ERAN LOS DE ANTES.

El espíritu, esa energía que nos diferencia de los demás seres vivos, no conoce la muerte. Vive eternamente… sólo que a veces por distintas circunstancias del trajín mundano, queda dormido en algún lugar de nuestro ser y pareciera que lo hubiésemos perdimos inevitablemente, sin embargo, él está a la espera que lo rescatemos para que la vida tome ese sabor dulce, que jamás debiera haberse perdido en la seriedad formal que muchas veces impone el alcanzar objetivos, que nada tienen que ver con lograr la felicidad. Ser exitoso a costa de perder la sonrisa y ese niño que todos tenemos y que alimentamos con fantasías.

Los disfraces nos permitían transformarnos por un momento en aquel personaje que siempre quisimos ser. Gaucho, indio, guapo del novecientos, princesa, hada, payaso y todo aquello que nuestra imaginación lograra convertirnos.

Jugar y jugar, aunque sea esos cuatro días locos que hablaba la canción. Cortar una calle no para protestar, sino para compartir la alegría con el vecino. Papel picado, pito y matraca, baile al compás de las comparsas y murgas que competían en cada barrio alborotando el aire con risas y cantos improvisados. Luces de colores y guirnaldas cruzaban de vereda a vereda y un irresistible aroma a choripan se metía de prepo en las tripas de todos.

No eran tiempos mejores ni más fáciles que los actuales, siempre hubo dificultades para el pueblo… la diferencia está en el espíritu… esa energía que debemos recuperar, que nos iguala con el otro… porque el otro… somos nosotros… el pueblo, gente común que merece olvidar los problemas cotidianos y volver a sentirse niño… por lo menos una vez al año.

Buen relato, Ricardo. Cierto es que el Carnaval dejaba o permitía, más bien, mostrar el "disfraz" y los "liberaba". Pero yo pienso que el verdadero Carnaval es el nuestro, el del día a día: en ése, muchas veces, nos mentimos o nos hacemos papeles de verdad. Por ejemplo, el Carnaval de Brasil, que debe ser como las bacanales romanas, entendidas como tal, es algo así como el desenfreno de todo aquello que no éramos antes. Es más, los verdaderos disfrazados, son los anteriores yoes, que ahora bailan y disfrutan del día, sin pensar en el mañana. Entendido así, la vida es como el Carnaval: un día. Luego, ya no existe ese yo, como no existe el que se pega la "bacanal" del Carnaval. Pero, bueno, JAJA, es lo que pienso; me pongo aquí muy filosófico. Lo creía conveniente con el texto.

La verdad, a todos nos hace falta "soltarnos la melena" de vez en cuando. No es bueno quedarse reprimido; sino, miren lo que les pasaba a los casos del señor Freud... Algunos, de verdadera locura XD. Es más, los más "normalitos" suelen ser los más locos. Por eso en la noticias salen todos los vecinos del loco, el que echo fuego a su mujer, el que destripó a todas esas personas...: "era una persona normal y corriente".
Por otro lado, hay que decir que los carnavales han vuelto a lo que eran en su origen; antes, como bien dices, eran "disfraces", como edulcorados. Pero ya lo recalcas, en Roma se iban al campo y se la montaban cojonuda. A algunos les ponían condenas durísimas por ir; de las mujeres se hablaba que realizaban "cultos extraños, dionisíacos", de los que yo no sé qué querían decir (guiño, guiño). Ahora, lo que pasa es que la gente en carnaval hace lo que todos los findes la fiesta (que es como el viejo carnaval romano), y le quita algo de su sentido y le reduce al mero disfraz, semejante a lo querrían la clerigaya en el medievo; pero en este caso, añadiendo el factor de desenfreno que le da "la fiesta".
Y es cierto, ha habido tiempos mejores y peores, también sus carnavales; el hombre no puede vivir en un armario. Se tiene que desahogar, respirar, airearse...
Lo de la apatía, creo yo, también existió. Así son las cosas... Jodidas, tanto en un lado del hemisferio como en el otro: como decía la Constitución de Cadiz, los españoles de ambos hemisferios... (Quizás ahí nos quedamos; no damos para más como cultura -también lo intentaron ustedes con la independencia y la cosa ahora también está jodida, por lo que veo/creo-)

Un fuerte saludete de Samuel desde la Iberia peninsular.

Casi en línea con la "autoayuda" el texto aconseja bien.
En un mundo que globaliza, globalicemos el carnaval como un estado de ánimo.

En Barranquilla (Colombia-Atlántico) se realizan los Carnavales (4 días de fiestas de jolgorio y derroche);Fiesta en las cuales un espíritu burlesco era quien predominaba los cuatro días (Batalla de Flores-Gran Parada-Gran Parada de Fantasía-Festival de Orquestas-Entierro de "Joselito").Me cuentan los viejos, que antes la gente se disfrazaba,asistían a los "Salones Burreros" (Lugares donde se ponía música Carnestolenda),hoy lastimosamente eso NO existe, como dice usted Amigo Ricardo, el espíritu se ha ido perdiendo, y porque, no se sabe, es una lástima del Carajo, y estoy muy de acuerdo con lo que manifestaron mis amigos Samuel y Antifaz...

Totalmente de acuerdo con Antifaz, breguemos por ello.

Cochito, Tu relato me hizo recordar caras, nombres y montón más de cosas de aquellos tiempos.
Jugar al agua y correr para mojarla a la chica más bonita...y todos juntos a Muni, a YPF o al Círculo Trovador, al Asturiano.
Pienso que me gustaría tener de recuerdo uno de aquellos pomos de goma ¿te acordas? también los bailes en el club Primavera, en Defensores de Florida.
Cualquiera diría que nos escapamos de la película Jurasic-Park o nos descolgaron de algún almanaque antiguo.

Luchemos por la idea de Antifaz, es muy buena, sé que será difícil pero si hay voluntad , hay un camino
Un abrazo con máscaras y un brindis con Pomona

Agua, flores, dizfrases, máscaras, baile, musica, frutas,arte, eso tiene el carnaval, espero que no se pierda ni se diluya entre tanto mercantilismo bebido fumado y vendido, un texto con conciencia colectiva.

saludos
k

Gracias a todos compañeros, veo que ese espíritu está más vivo que nunca, sólo habrá que despertarlo en cada uno de nosotros para que todos juntos volvamos a recuperar la sonrisa reflejada en cada vecino.

Como siempre un escrito lindo y nostalgioso. Me ha puesto de buen talante y he decidido esperarlo con el pomo en la mano...! Saludos,
José