el guerrero consciente Escritor activo


  Cantidad de envíos : 57 Fecha de nacimiento : 17/07/1972 Edad : 51 Localización : Valencia, España. Fecha de inscripción : 17/10/2012
 | Tema: La Tia Eva Sáb Nov 24, 2012 2:02 pm | |
| Estaba empezando a estar harto de esas llamadas. Siempre se ha dicho que las personas muy mayores pasan a comportarse como niños, en una especie de retroceso al pasado, vuelven en algunos casos a comportarse de una forma egoísta y caprichosa, pero aquello estaba ya pasando de castaño a oscuro. -Ernesto, tienes que venir ahora. -¿Qué pasa ahora papa?. -Tu madre ha vuelto a ver a la tía Eva. -Eso es imposible, la tía Eva está en la residencia y no sale nunca de allí, no puede. ¡Si ni siquiera recuerda quien es!. -Tienes que hablar con tu madre. Hoy no trabajaba, y en realidad no me supone tanto trastorno, ya que vivo a veinte minutos en coche de la casa de mis padres, pero tengo que reconducir la situación, mis padres se están empezando a comportar como niños con terrores nocturnos. -La tía Eva estaba anoche en nuestra habitación. Estábamos en la cama, tu padre dormía, y yo estaba desvelada mirando al techo, como siempre últimamente. Desde que pasan estas cosas me da terror cerrar los ojos y abandonarme al sueño. Entonces una luz roja comenzó a brillar justo enfrente de la cama junto al armario, tu padre siguió durmiendo porque la luz no molestaba, era un brillo como el de las antiguas bombillas de los cuartos de revelado fotográfico, pero la intensidad de esta luz iba en aumento, y de repente, en el centro del brillo, apareció la figura de la tía Eva, y me sonreía, pero de una forma horrible, más que una sonrisa me enseñaba los dientes, como si fuera un lobo o algo así. Entonces grité, tu padre despertó y la aparición se fue, de repente, simplemente dejo de estar allí. -Mama eso es imposible, la tía está en la residencia San Marcial, en la calle de las Nueces, nunca sale de allí, casi no puede andar, y además la pobre no sabe ni donde está, a mi me recuerda a duras penas, y en ocasiones, ni siquiera se recuerda a si misma. ¿Te imaginas esa sensación mamá? ¿sabes lo que debe ser despertarte por las mañanas y no saber quien eres, no recordar como te llamas, levantar la cabeza ver a tu compañera de habitación, y no saber quien es esa señora ni que hace allí?. Tiene que ser una sensación que le debe de arrancar las pocas ganas de vivir que le quedan a la pobre tía Eva, y además, suponiendo que sea verdad y tu hermana pudiese escaparse de la residencia por las noches con el único fin de martirizarte, ¿por qué iba a hacerlo?, toda la vida estuvisteis muy unidas, es una persona dulce y buena, ella os ayudó muchísimo a la hora de criarnos a mi hermana y a mí, y ahora me dices que se dedica a hacerte la vida imposible, perdona pero es una estupidez. Tras tener esta desagradable discusión con mis padres, acompañado de mi fiel amigo el café con leche, le doy vueltas a todo este asunto en la barra de la cafetería situada justo debajo del piso de mis padres, en la Plaza de Honduras de Valencia, un agradable barrio pegado al campus universitario, y cuyos locales de ocio siempre están animados por los “erasmus” (1), que junto con los estudiantes españoles pero naturales de Teruel, o pueblos situados a cierta distancia de Valencia, ocupan la diversa oferta de viviendas de alquiler del barrio, en el cual hoy en día las personas mayores que llevan treinta años viviendo en él, como mis padres, son absoluta minoría. Hoy mi madre me ha dicho que la tía apareció en el centro de una luz roja enseñándole los dientes. Hace cuatro noches aseguró que cuando se levantó para ir al baño sobre las tres de la mañana, cuando cerró el grifo del baño, este se volvió a abrir. Ella asegura que nuevamente lo cerró, y quedándose fijamente mirándolo, pudo ver como el pomo del grifo monomando giraba el solo y salía el agua. Entonces notó una presencia, y al trasluz, a través de la mampara de la ducha, distinguió sin género de dudas, la silueta de su hermana. Otra vez, oyó el ruido de unos vasos caer al suelo, también en mitad de la noche, siempre de madrugada, asegura que mi padre siguió roncando (esto si me lo creo), pero que ella se sobresaltó y se levantó todo lo rápido que sus piernas y cadera de 81 años le permiten. Y según mi madre, allí, en el centro del pasillo, frente a la puerta de la cocina, desde la cual se precipitaron los vasos, se encontraba la tía Eva, con sus ojos despidiendo un brillo sanguinolento, inmóvil clavando dichos ojos en mi madre, que aterrada huyó gritando hacia su habitación. Esta última pesadilla salió cara, ya que mi madre dió de bruces en el suelo y tuvo que pasar dos semanas en cama con todo el cuerpo dolorido. Decido dejar de pensar en ello, mañana será otro día, y tengo otras muchas cosas de las que preocuparme, y además cosas reales. Rrrrrriiiiiinnn, ya, ya , joder el móvil, a las 02,15 de la mañana. -Ernesto, ven corriendo, la mamá, esta……muy mal. Tras recibir esta llamada de mi padre, me vestí atropelladamente y tras recorrer a toda velocidad parte de la ciudad, estoy entrando en casa de mis padres. Mi padre esta sentado en el comedor, llorando, como hipnotizado. -Papá, ¿qué ocurre?. -Mira en el baño. Giro mi cabeza, y veo unas piernas de mujer anciana que asoman de la puerta del baño extendiéndose en el pasillo, es mi madre que esta caída en el cuarto de baño. Me asomo al mismo, y casi no puedo describir lo que veo. Allí está ella, toda la cara arañada, como si hubiese peleado con un gato, pero creo que se lo a hecho ella misma, pues sus uñas están sanguinolentas. Le trato de buscar el pulso, pero es evidente que ha muerto, y aunque veo mal ya que mis ojos están anegados de lágrimas, distingo en su mano derecha una fotografía, sujeta por unos dedos rígidos. En la vieja foto en blanco y negro posan en su juventud mi madre y su hermana mayor, la tía Eva, pero no me lo puedo creer, delante de mi el rostro de mi madre se está disolviendo en la foto, como si en ese instante se estuviese velando la imagen. Me alejo del cadáver y corro por el pasillo, paso rozando a mi padre, que sigue sollozando. Está en estado de shock, sentado con la mirada fija en ….la nada. No me detengo a consolarle, no tengo tiempo, tengo que llegar al teléfono. -Si, Residencia San Marcial dígame. -Necesito hablar con Eva González. -Pero bueno, ¿sabe usted que son las tres de la mañana?. -Si lo sé , soy su sobrino Ernesto, es importantísimo, su hermana Luisa, mi madre, acaba de morir, y es necesario que hable ahora mismo con la tía Eva. Se que esto es muy raro, pero de verdad confíe en mí, es necesario. Al otro lado de la línea noté una vacilación, y tras unos segundos escucho la voz de la enfermera. -Vale de acuerdo, despierto a su tía y paso la llamada a su habitación. Será apenas un minuto, esta en este mismo pasillo. Transcurren unos segundos, que se me antojan horas. Y de repente la escucho. -Si dígame, ¿qué pasa ?, ¿quién es?. Es ella, la voz de una anciana de 86 años, que conozco muy bien, la tía Eva. Como no podía ser de otra manera, está en la residencia. No sé que decir y cuelgo el auricular. En ese momento escucho un fuerte ruido en el piso de arriba, en la casa se supone vacía, de la persona con la que hablé hace un momento. Esto es demasiado, mi corazón esta desbocado mientras recorro los dos tramos de escaleras en apenas unos saltos. Creo que las llevo, si, en el llavero llevo unas llaves de emergencia de la casa de la tía. -Hola Ernesto, que bien, has venido a verme, no me importa que subas tan tarde, hoy no podía dormir, quédate un rato. Las manos me tiemblan, no consigo hablar, mi mente no coordina nada, estoy muerto de miedo, y eso que delante tengo a una persona que es mi segunda madre. Frente a mí, sentada en el salón de la casa, con su bata puesta y unas zapatillas amarillas de andar por casa. Tiene buen aspecto, igual de mayor, pero se la ve mejor que en la residencia, sentada frente a mí, como si tal cosa, está mi tía Eva.
(1) Los "erasmus" son los estudiantes adscritos al programa del mismo nombre de la Unión Europea, dedicado al intercambio de alumnos entre centros de enseñanza superior de las diferentes naciones del continente.
Fin de la Tia Eva. Ernesto.
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