El dulce

El dulce


Que podíamos hacer en una jaula, al menos eso parecía un departamento con vista panorámica, una jaula en las alturas, donde los niños podían caer pero no salir.

Creo que nos mudamos cuando tendría yo unos cinco años, había un ventanal enorme y redondo como un botón gigante, una claraboya para King Kong en la pared, se podría uno parar en el filo de ella y mirar hacia abajo, aun recuerdo esa sensación en la barriga, vértigo, y el miedo de que en verdad King Kong decida espiar en una noche de esas.

Había vuelto a poner nuestra trinchera, la sala y el comedor ya no tenía perros y eso dolía mucho, aunque no había pulgas vecinas o si, me acuerdo de la vieja esa del piso de abajo, vieja fea, había más acceso a la televisión, no sé si fue una ventaja pero conocí a muchos superhéroes, mi abuela siempre me enseñó a cocinar, suele reírse hasta hoy, dice que yo salgo con las ollas hasta la calle, que soy una especie de "Pedro volar", ese, el de la canción, "Pedro volar, salió a pajarear, por no cocinar".

Hay tantos recuerdos colgados de un quinto piso, en hormigón y vidrio, ahí hice mi primer pastel, explote la cocina y por un tiempo llegue a temerles a los fósforos perdiendo la cabeza, inunde los cuartos, pinte las paredes, todo por el afán de decoración, las cascadas y los dulces.

Era viernes recuerdo, no había cosas que comer por ningún lado, en la televisión pasaban como hacer dulce de leche, así que habiendo perdido el miedo a los fósforos, mi hermana y yo emprendimos la cruzada, un litro de leche, dos tazas de azúcar, una pizca de bicarbonato y al fuego.

El hecho es que mi mamá había escondido el azúcar, era una ilegalidad el azúcar, desde que empecé ha hacer dulces caseros derritiéndola en la sartén.

Pero este era un dulce especial, así que a la alacena la pusimos de cabeza y no la encontramos, busqué en el aparador, en todos los rincones y encontré algo, si era una “azúcar especial”, eran como bolitas y tan blancas, se veía hermoso, era el azúcar más bonito que había visto en la vida.

Pues listo, empezamos a cocinar, pusimos los ingredientes, pero el aroma fue terrible, era un aroma a servicio higiénico, el sabor era tan malo, pero yo seguía agregando el "azúcar especial" y probando y reprobando.

El hedor era insoportable, mi abuela volvía de las compras y dijo que todas las escaleras olían a orines, pero cuando entro el olor se hizo insoportable.

La razón fue muy simple, el día anterior, ella había comprado úrea para sus plantas, esa azúcar especial se volatilizo en amoniaco, provocando que todos los vecinos, especialmente la vieja pulga, se vean obligados a abandonar el edificio.

Bueno, hay cosas que a uno no se le quita, a mi me sigue gustando el dulce de leche, los atentados contra los vecinos metiches y soy inmune al tinte de cabello con amoníaco, debido a la televisón y sus superhéroes, aun mantengo mi color natural.



pdta.

Versiones:

"Sra. Menito, viera como huele la casa"

att

la vieja pulga