APURATE QUE AMANECE +++DESTACADO ENERO DE 2013+++

No sabe por qué, pero Elmer Hastings tiene la imperiosa necesidad de volver a su casa, tampoco sabe cómo llegó a ese lugar y mucho menos, cómo explicar el gusto dulzón y a la vez metálico que tiene en la boca. Es la primera noche que sacia su hambre de esta manera, no como humano, sino, como el vampiro en que se convirtió.
Mira el reloj, ya se acerca la hora, en el cielo ya se puede ver la claridad que antecede al amanecer y aunque es invierno, siente calor en todo el cuerpo. Alza la cara olfateando el aire, gira el cuerpo y se para a favor del viento, vuelve a olfatear, está alerta con todos los sentidos en su punto máximo. Percibe el olor que proviene de uno de los árboles que está cruzando la calle. Detrás del tronco hay una mujer. Se acerca, y al verle la cara una tras otra las imágenes irrumpen en su mente, (Ella, entra al boliche acompañada por un joven, bailan, se ríen, está todo bien, de pronto algo la irrita, le pega un cachetazo y se va dejándolo solo. Sale del boliche, camina unas cuadras, algo la inquieta, entra a un bar y se sienta en una de las mesas que está junto a la ventana, pide una cerveza. El también entra al bar, sin decir una palabra se sienta junto a ella. Sólo se miran, se miran a los ojos. Se levantan al mismo tiempo y salen abrazados). La vuelve a mirar a la cara, la reconoce. El cuerpo está recostado sobre el tronco. En el cuello tiene dos orificios, de los cuales brotan hilos de sangre que se pierden en el escote. Le da pena por ella. Se da vuelta y camina hacia el sur de la ciudad.
Llega a la esquina, los nombres pintados sobre los rectángulos azules, dicen que está en Uriburu y Gral. Paz, unas treinta cuadras de su casa. Sigue caminando, después de un rato se da cuenta que a su paso los perros dejan de ladrar y se esconden. A medida que amanece siente más calor. Sólo faltan un par de cuadras para llegar, cruza la calle pensando en la chica del árbol, una frenada, un golpe y cae sobre el asfalto. El conductor baja y se acerca, al verlo, el joven queda paralizado, se miran y otra vez pierde la noción del tiempo. Él siguiente recuerdo que tiene, es el conductor del auto desangrado sobre el asiento delantero. Mira hacia todos lados, no ve a nadie, se levanta la solapa del saco, se acomoda y sigue caminando.
Se ven los primeros rayos de sol y el calor que siente es insoportable. Ya, poco a poco, se le empieza a ampollar el cuerpo. Llega a casa. Entra, deja las llaves junto al portarretratos que esta sobre la mesa de entrada. Se queda mirando el espejo. Nada, en el espejo no ve nada, ni siquiera su propio reflejo. Toma el portarretratos y en la foto está ella, la chica del árbol.
Por primera vez llora.


16/06/2010