RIOS DE AMOR

Los ríos del amor se bifurcan. Es inimaginable cómo el corazón puede compartir tantos sentimientos y diseminar afectos que crecen en diferentes formas de manifestarse: el amor materno, el del padre que se admira, el de los hermanos y otros familiares, el del novi@, el espos@, la pareja, los hijos, los nietos, los amig@s, y a veces, hasta otros amores que surgen en la vida de muchas personas sin pensarlo, desearlo, sospecharlo, a lo mejor, el amor final que viene a ser como un remanso donde se van a mecer y descansar todos los otros amores para beber por fin de su dulzura y sentarse a disfrutar la anhelada calma, (lo vemos en muchos ancianos). Es como mirar el cielo y llenarse con tanta belleza, bajar lentamente la mirada, posarse sobre un nido que pende de un gigantesco árbol y ver cómo fluye la vida en el piar de tiernos pichoncitos, observar a la madre apresurada en la persecución de sus movimientos para satisfacer el hambre despertada, o como esa corriente que recorre velozmente nuestra sangre al simple deleite de un selecto fondo musical convertido en golondrina para elevarnos sobre las nubes y perderse en las sombras del espacio infinito.

Pero, si pernoctamos en un prado solitario, con el pecho apretado, compungido por el hastío y la tristeza... cuando ya creemos que no hay paz ni consuelo, surge otro amor, el mas grande y hermoso, el que no nos engaña ni nos hiere: es el amor de Dios que ruge entre las rocas y se remonta sobre la blanca claridad inmaculada y de pronto, entramos en un espacio donde no hay día ni noche, ni sombras ni colores, sólo retumba su voz armoniosa, angelical, aleccionadora, que va cayendo en nuestra alma como un bálsamo espiritual. Y entonces, comprendemos que somos privilegiados, únicos, porque tenemos la fortuna de experimentar tantas clases de amores reflejados a través de una gama de sentimientos donde desfilan las alegrías, las tristezas, las lágrimas, los suspiros, las satisfacciones y nos enamoramos cada vez mas de la vida aunque ya hayamos desandado muchos pasos y sin desearlo, los encaminemos aceleradamente hacia el sentencioso ocaso.




Por eso, compañeros, nuestra existencia es como un RIO DE AMOR, el sonido del agua son los sentimientos, las rocas con que choca son los diferentes afectos que nacen de nuestro interior, la corriente con que baja es la fuerza que para nosotros representa cada tipo de amor y cuando se precipita y cae en hermosa cascada elevando un cántico a la naturaleza es la forma como nos desgarramos o alcanzamos la gloria de lo divino y sublime. No lo olvides amig@ somos ríos de amor y por eso, debemos regar constantemente el cofre de nuestras querencias.



TRINA LEÉ DE HIDALGO
trinalirik@hotmail.com



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Trina, amiga. Como decirte que hasta levantar una hoja de otoño se puede hacer con amor. Si henchido está el corazón con el, no podemos disimularlo, la mirada , los gestos, las palabras lo manifiestan. El amor no es selectivo, solo es amor.
No interesa la condición económica pero, BACANES DE ESTA VIDA, son aquellos que lo reparten.
El ocaso está en el alma de quienes no lo poseen.
Un afectuoso saludo.

AMIGO RECHE:



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TRINA