A una bala de distancia (fiesta de disfraces)

Ana se observó en el espejo sin comprender muy bien por qué iba vestida de princesa rosa. ¿Acaso alguien le había pedido su opinión? Su madre le había dicho que su disfraz le iba a gustar, que estaba guapísima e iba a ser la reina del pueblo. Ana esperaba que así fuese, y con una gran sonrisa, salió de su casa.

-¡Nunca había visto la plaza de Colón tan abarrotada de gente! –exclamó Antonio.
Antonio había estado en el festival de Tafira todos los años, y como no, este año no iba a ser menos. Vestido de marinero, y acompañado por sus amigos, bebía cerveza entre calada y calada de su cigarrillo, disfrutando del ambiente. En el centro de la plaza habían colocado un escenario para el espectáculo que iba a desarrollarse: un teatro de marionetas con “personas reales”. Los actores simulaban que eran marionetas y actuaban pausadamente, al ritmo de los hilos invisibles que los dirigían. Era una bonita tradición, original e interesante que atraía a gente de toda la isla. Por esa razón el pueblo se hallaba tan lleno.
-Antonio, acompáñanos a ver la función. –dijo uno de sus compañeros.
-No me apetece, todos los años es la misma y casi me la sé de memoria. Voy a dar un paseo.
-Vale.
Antonio se alejó de su grupo y se internó en unos callejones por los alrededores de la plaza. Al asegurarse que no había nadie, entró a una casa semiabandonada.
Al principio solo notó la presencia de una persona, pero al encenderse la luz, se dio cuenta de que eran cinco los hombres que le rodeaban.
-Llegas tarde. –dijo el más corpulento.
-Lo siento Javier, estaba disfrutando del panorama.
-Bueno, no pasa nada, tenemos al objetivo localizado.
Javier señaló a unas escaleras destartaladas, donde había un hombre esperándole.
-Ya sabes que hacer, rápido y silencioso, nosotros nos encargaremos del resto.
Antonio ascendió al piso superior y vio el francotirador colocado en una ventana, tapada casi al completo por tablas de madera. El hombre le entregó una foto y se marchó. Antonio se sentó frente al francotirador y ojeó la foto. En ella salía una mujer más o menos joven, morena, pelirroja y con ojos oscuros. Ahora que ya sabía a quién tenía que disparar, colocó el ojo en la mirilla del arma y buscó entre el gentío hasta encontrarla, en un lado de la plaza, cogida de la mano de su hija. Apretó el gatillo sin vacilar.

La gente se dispersó rápidamente al oír el disparo y el miedo se extendió por la plaza. Ana se hallaba sobre el cuerpo de su madre, inerte y pálido. Su vestido de campesina de la edad media estaba arrugado y manchado por la sangre que emanaba de la herida, provocada por la bala certera de Antonio.
Ana no entendía lo que le ocurría a su madre…
Pero si entendía las consecuencias.

Encuentro un gran misterio que no alcanzo a descifrar y es el por qué mataron a la mamá de Ana... no encuentro nada en el cuento que me deje la más leve sospecha. ¿O será que mis neuronas hoy están dormidas?

Un abrazo

Estoy igual que Ethel,le falta el por que al cuento, tiene marco, nudo o complicación, pero lefalta el desenlace.
Un abrazo.

Es que este cuento tiene espíritu de micro, no hace falta un desenlace, se puede intuir pero es de libre albedrío. ¿Por qué mataron a la madre de Ana? Antonio podría ser un mercenario simplemente contratrado para matarla por motivos que el desconoce... Ana también desconoce el porqué de la muerte de su madre, solo ella lo sabe pero no se desvela en la trama, porque la madre de Ana no lo quiere decir, asi que se queda en misterio... Que lo podéis resolver solo con vuestra imaginación. Es como un microrrelato . Espero que lo hayais entendido, un abrazo

Jaja claro lenys, eso es lo que quiero que hagan mis lectores!! Gracias por entender mi cuento, me dejas muy contento lenus . Un abrazo