Al tablero

Se levantaba temprano, luego de entablar varias tertulias demoniacas en su cabeza, donde pierna, brazo, mano y todos los apéndices movibles eran estremecidos según la onda de su genio.

Se vestía de común y casi disparejo atuendo a la sintonía de lo formal, manifestando el odio por el resto de malditos encorbatados, los dueños de los dueños de los cónyuges y amantes, con el fin de mantener el orden preestablecido de los quita y toma según la excusa del amor de pierna suelta, quizás la bandera, jurando destronar a conciencia a todos los monarquillos en el pulpito.

Un antiácido de héroe y papel higiénico, una guardianía de los crucigramas, anti marcas registradas.

Así cortaba pelo tras pelo de su cabeza, un medio café, medio de azúcar, medio de agua, un cuarto de cuchara, sueños contritos y vinagre en la otra herida, alguna que siempre supura aunque importe muy poco las infecciones.

Golpes de pecho, pero de adentro, para que no crean que piensa que dios es el invento mas propagandeado y lucrativo que pudo haber conseguido el mundo, ese mundo que ahora andaba discordante entre bocinas y voceadores.

Total, podía describir día tras día, ensimismando un vórtice de valentonía piromaniática, tomando a pulso el primer transporte a su jaula de medio palo, medio alambre, medio sueldo, medio tiempo, cuarto aparte.

Una monotonía concentrada en rayones de pared, cosas que se van con la juventud o la niñez, aunque tenga cierto afán por seguir conservado la actitud, genialidad urbana para manejar las calles, los postes, las esquinas.

Irremediablemente llegara tarde, como a las cinco, conjugando medios verbos, medios versos, medios textos, cuartos desiertos.

Solo una pieza madurando el color, descubriendo su parte, su cuadro en el ajedrez que jugamos todos, pero hay tantos reyes y reinas, administradores de estrellas, disfrazados a caballos, a peones, a alfiles, a torres.

Que si uno de verdad vuelve a ponerse a jugar, tendrá que empezar por descubrirse, dar la cara, no la nalga como charada, así que de nuevo a levantarse temprano, luego de entablar varias tertulias demoniacas en la cabeza, donde pierna, brazo, mano y todos los apéndices movibles son estremecidos según la onda del genio, asi, si estoy de buen ánimo a lo mejor me da por salvar al mundo...

Una preciosa vida alegórica, no es cierto?.