Batalla de mi infancia

Batalla de mi Infancia

La sombra del plátano de la casita de Florida, dibujaba extrañas formas en las baldosas de granito.

Las chicharras roncas de tanto gritar anunciaban mas calor y quizás algún chaparrón.
La quietud de la media tarde solo era molestada por algún que otro automóvil que pasaba.

Mi padre, en su sillón leía el diario mientras el aroma de un bizcochuelo casero indicaba las actividades de mi madre.

Es enero y aún faltan muchos días para comenzar la escuela.

Una imagen de la Virgen del Valle protege el porch de nuestra humilde casa.

Un cajón de manzanas sirve de guarida nocturna de mi pequeño ejército.

Lo vuelco sobre el pasto del jardín y bajo del limonero se despliegan los batallones.

Allí se entremezclan en un gran aquelarre, granaderos a caballo, indios, cowboys, cañoncitos y tanques.

Algún camión de lata, regalo especial de los “Reyes Magos” y un puñado hombres ranas.

El grueso de la tropa esta compuesta por varios pelotones de soldados verdes y uno de soldados blancos, con uniforme camuflado para nieve.

Inmediatamente comienzo los preparativos de la batalla.

Los blancos, que son pocos, tendrán el apoyo de caballería de Granaderos, Indios y Cowboys.

Los verdes contarán con el grupo de hombres rana en la laguna imaginaria.

Frenéticamente comienzo a cavar trincheras en ambos lados del campo de batalla. No es una tarea sencilla, la tierra esta reseca y calcinada por la sequia.

Redoblo los esfuerzos y con la ayuda de una vieja cuchara logro mi cometido.
Piedras y un poco de hierbas completarán el camouflage donde el “Jefe” de los verdes
dirigirá el combate.

Cuatro tanques grises son el centro del dispositivo blanco y será el principal objetivo de la artillería enemiga compuesta por una batería de 3 cañones.

Algunos jeeps y 4 camiones son distribuidos lo más equitativamente posible entre los contendientes.

Colocar los más de 100 soldados en posición me lleva mas de una hora pero al final la misión esta cumplida, todos ya ocupan sus puestos de combate.

Del fondo del cajón de manzanas saco una pequeña lata desteñida donde se alojan las preciadas municiones.

Un centenar de bolitas de vidrio multicolores harán las veces de perdigones disparadas una a una por mis manos hechas catapulta.

Todo esta preparado, me paro y me coloco en el centro de la escena, no he olvidado nada, ningún detalle a sido pasado por alto, es hora de comenzar la batalla

El primer disparo lo ejecuta el bando blanco, en repudio a la cruel invasión de los verdes a su territorio.

A escasos centímetros del bunker verde un jeep es alcanzado por la metralla y termina patas para arriba. Los verdes sufren 7 bajas, los cuatro que estaban sobre el jeep y 3 mas que han sido aplastados por el mismo.

Los verdes apuntan a los tanques, ellos son su principal peligro, pero erran el disparo y el primer tanque avanza enloquecido.

Uno a uno van saliendo los disparos. Uno a uno hay muertos y heridos.

La batalla aun no se define.

Por retaguardia se han infiltrado los hombres ranas y están a punto de capturar al
jefe blanco vivo.

Pero algo los detuvo… han cesado los disparos… mi madre esta en el porch… con un bizcochuelo en la mano.

Recuerdos de infancia, que nos llenan de ternura, de vivencias hermosas que han dejado huella existencial y que se convierten en anécdotas en las reuniones familiares, así como los platos suculentos que preparaban nuestras madres y que se convertían en motivo para interrumpir cualquier juego o actividad, por muy interesante que fuese. Garcias por ofrecer tus letras y deleitarnos con sus contenidos.

TRINA LEÉ DE HIDALGO

Lograste llevarme a las horas de mi infancia en el fondo de la casa convertido en campo de batalla,sobre todo entre indios y cowboys.
Muy buen relato,un final bien logrado,donde la memoria olfativa me trajo a mamá y sus tartas.
Un abrazo

Lindo relato Jorge. Trae muchos recuerdos gratos. Saludos,
Jose

Muchas gracias por sus comentarios amigos

Un relato sin dudas disfrutable. Deja el aroma a bizcochuelo (ese; que, junto a otros especiales, convierte a una cocina de una "casa" en la de un "hogar") y el sabor grato del cálido recuerdo que oxigena el alma.

NO DEJE HCE TANTO ESAS BATALLAS O LAS CARRERAS DE CARACOLES,PERO ERA BUENO.
OJALA LAS BATALLAS QUE AHORA TENGO QUE ENFRENTAR SE TERMINARAN CON EL AROMA A TORTA CASERA...

MUY BUEN CUENTO

Los soldaditos, siempre con grandes batallas, y como dice Mateo, ojala todas terminaran con dulces y leche.
saludos
k