Todas las tardes

Es una historia...

Es en este cuarto que se acumula en la ventana, el sabor de la tarde, el alto pellizco del frio, la única ventana que tengo la abrieron los temporales en el techo, una tarde mas de trabalenguas con mi abuela, mientras se mueve en la habitación.

Cuenta cada paso, cada movimiento, si respira, lo repite tres o más veces, entonces todas las ideas acumuladas se me escapan por el techo, sigue hablando y la atención no me sirve ni aquí, ni a ella, ni a nada, la escucho, solo la escucho.

Vuelve a arreglar sus cajones, su olor a madera curada, tantos tesoros envueltos en infinidad de pañuelos, monedas viejas sin valor, recuerdos, cintas, estampas, tarjetas de invitación, fotos decoloradas y casi veladas, sus creencias y rosarios, misales y relicarios, guarda a dios en sus cajones.

Supongo que por eso los revuelve todo el tiempo, algún día saldrá… ha dando tantas vueltas el pobre, que por mareo siquiera, la tendrá que escuchar…