Especialmente

Especialmente hablando me enfada eso de : “es que tú eres especial”. Así soltado parece hasta bueno, y si no lo miras con mala baba hasta honroso suena el asunto. Pero cuando te lo dicen para concluir una frase, cortarte, y así no poder rectificar, ahí coges ganas de decir algo. Algo sonoro.

Sí, soy especial. Lo raro es que no lo fuera. No ser Samuel sería estúpido. Puedo entender muchas cosas, pero no ser especialmente uno mismo, me molesta mucho. Y más cuando se siente orgulloso de serlo, de no ser uno mismo, de que se sea otro. A más de uno que se viste de forma de subnormal, a lo Lady Gaga, ya que por vestirse como tal es de ser “guay”, le podría molestar; o el de parecer un tío, o tía, duro, sin sentimiento y demás, me podría insultar, cosa que ya me ha pasado. Porque sí, soy diferente, lo que dicen ser los demás, pero es que en mí suena insultante.


Como he dicho, no me disgusta ser Especialmente YO. Sí, y mis errores, que los tengo. Pero me molesta que la gente se me venga de chula, creyéndose mejor que los demás, concretamente mejor que yo. Me disgusta que eso que decía Unamuno suceda: que inventen otros, que nosotros comentaremos. Así es la cosa. Mucho chulo que se dedica a criticar, pero que son dichosos en adjetivos épico-literarios, que no se corresponden con ellos.

Y no me quejo. Puedo decir muchas cosas que me amargan, pero no me gusta decir algo que ofenda a alguien sin razón. Hay gente que sí, sólo por sentirse realizada. Para desahogarse, y así no meterse en su vida, casi siempre de mierda. Siempre es el resto el que tiene en casa la mierda, y no el Diógenes de turno, que amontona su excremento en algún comentario jocoso de otra persona.

Sí, esas cosas me molestan, pero yo me callo, porque a mí la estupidez supina como que ya me importa un comino. Porque la moral es cosa de estupidez. Un filósofo, para que no me diga alguien que uso algún argumento falaz, dijo que el ignorante era el malo; yo lo creo en parte, a que quien no conoce cierta moral, o la concibe de otra manera, es estúpido, ignorante en fin. ¿Y por qué? Porque principalmente no sabe ponerse en caso de los demás, empatízar. Ni tampoco sabe, claro, lo que es la moralidad, que es un intento de que todos vivamos en paz, sin conflictos; sí esas tonterías que lo que intentan en fin es que no nos pongamos a insultar y demás.

Uno aprende con el tiempo que quien es muy orgulloso es también quien menos orgullo hay que sacar; en cambio los menos orgullos son los que hay que estar orgulloso, porque luchan por ser más orgullosos. Por ello, los estúpidos se sienten más listos, los más cabrones se creen muy buenos, y los más justos se retratan como unos demonios con quienes habría que dar mil azotes. Por eso me considero persona, y no tal y cual; me considero Samuel, con mis cosas. Pero no me lleno de adjetivos a lo pronto, llenos de epicidad y demás adorno.


Soy especialmente toca cojones, sí, pero lo soy de verdad cuando estoy hasta ahí de que me los toquen. Porque nunca soy de verdad tal, hasta que me los tocan a mí, porque yo nunca hago lo que no deseo para mí. Aunque no soy perfecto, y a veces me sale satanás del cuerpo por las palabras que digo.

Porque soy especialmente yo, y lo que me ha hecho, y lo que voy haciéndome. Además de que tenga moral, soy imperfecto, pero cumplo con ella lo más perfectamente que pueda mi ser, que a veces se pasa al lado oscuro y es un hideputa, pero sólo lo soy cuando me han llegado a eso, a tocar los cojones viriles y empiezo a ser mi satanás, y no ser Samuel benigno y el de siempre. Porque soy contradictorio, pero lo admito, como los son los demás, especialmente suyos, y no de los demás. Pero yo seré, y seguiré, siendo especialmente Samuel.