La característica principal de la película fotográfica es su sensibilidad a la luz, también llamada "velocidad de la película", que viene indicada de tres maneras: ASA (Americans Standars Association), DIN (Deusche Industrie Norm) e ISO (International Standars Association).
Cuando compramos una película en la tienda nos suelen dar un carrete de ISO 100 de sensibilidad, que corresponde a ASA 100 y 21 DIN, que es una película de sensibilidad media. Menos de 50 ó 100 ISO la película sería lenta, y más de ISO 100 sería rápida, muy rápida o super rápida.
La expresión "sensibilidad a la luz" se refiere a la cantidad de luz que necesita recibir el negativo para impresionarse. Según esto, las películas rápidas o más sensibles necesitan menos cantidad de luz o tiempo de exposición que las lentas o menos sensibles, que tardan más tiempo en exponerse.
Por lo tanto, en idénticas condiciones de luz, cuanto mayor sea la sensibilidad de la película, mayor será también la velocidad de obturación que podremos emplear.
Esta aparente ventaja presenta una contrapartida. Cuando una película reacciona a la luz, el reactivo de plata se transforma en puntos o granos de colores que son los que forman la imagen; pues bien, cuanto más rápida es la película, más grandes serán estos granos, lo cual va en detrimento de la copia final, sobre todo si la ampliamos.
Por el contrario, en las películas lentas se forman unos granos muy pequeños, lo que propicia una mayor definición del detalle y calidad final, aunque necesitaremos una fuerte iluminación o exposición larga.
Las sensibilidades que podemos encontrar en el mercado van de ISO 25 a más de 1000.
Muchas de las cámaras actuales leen el código DX directamente del carrete fotográfico y no es necesario realizar ningún ajuste. De lo contrario, la sensibilidad de la película se ajusta en el dial que suele encontrarse en la rosca de velocidades de obturación o de rebobinado.