Zeisgestoord se acercó a su novio, pero él estaba abstraído en una nebulosa de color cian. Ella no entendió el mensaje, y pensó que el oxígeno puro realmente era alimento. Lo miró a los ojos, pero ellos estaban en otro lado, entonces pensó en dos razones, y decidió ignorarlas. Zeisgestoord tenía algo en su cabeza y ni el mundo, ni las locuras inventadas por otros la harían detenerse. Su “esposado” era como Jack Sparrow, en personalidad y en tonalidad, pero ella no entendió nunca que el Perla Negra no era un barco, sino un ideal.
Zeisgestoord amaba a su Pepé Le Pew, ignorando que un Rolling Stone habitaba en su ser, y maldecía al Errol Flynn que salía de él cuando estaba en presencia de otras.
Igualmente ninguna de éstas personalidades existían, simplemente habían sido inventadas por ella, y un análisis posterior de la esencia de los ensueños olvidados en pesadillas, habría develado, en una mañana purpúrea en las últimas páginas de un diario que no daba noticias nueva, que él, en realidad tenía personalidades con nombre comunes y corrientes.
Ella decidió tomar el toro por los cuernos, sin darse cuenta que era vaca, e intentó seducir su organismo, olvidando su imaginación. Y en ese instante, todo comenzó a suceder…
A penas lo tocó, el ácido de sus ideas comenzó a calcitrar sus manos, vio como grandes ampollas de piel salían de sus palmas, y como la carne viva y quemada se desprendía de sus dedos. El dolor era tan intenso, que un calor a borbotones se apoderó de su rostro, entonces Zeisgestoord, conoció lo que eran lágrimas de verdad.
Su enamorado permanecía allí como ajeno a la situación, su mente había volado a un bosque, pero nadie lo sabía, ella poseía lentes de aumento, pero vio lo que debió mirar.
Zeisgestoord lo abrazó, y ahora sentía como la piel de sus brazos se trasformaban en póstumas llagas amarillas. Ardía más que el limón caliente en un ojo abierto, pensó, a veces se tornaba tan literal. En pocos minutos, sus brazos solo eran los huesos sin piel, ella confirmaba lo que las radiografías siempre le habían dicho en silencio. Dolía tanto, pero tanto, que sus baladros estrangulados de éxtasis y de agonía corrían por la habitación de aquel motel que su pareja había elegido para su estadía, - ¡maldito seas!,¿ no vez que me estoy quemando por ti? . - dijo en vos alta - ante la mirada perdida de un autista empedernido.
Zeisgestoord estaba dispuesta a completarlo todo, porque así era ella, quería todo por el todo, quería toda su atención, quería respirar dióxido y exhalar azufre, quería la cangrena que marcara su vida para siempre.
Entonces se subió sobre él, y su entrepierna se apretó en la volumen que dejaba libre las caderas su hombre: - ¡está tan frío! - pensó- y vio con placer como la parte interna de sus muslos se iban desintegrando, sintió cada célula quemarse y morir para siempre, sufrió, sofrío muchísimo, tanto que llorar ya no era necesario.
El ventilador del techo avivaba las heridas, y sus huesos con pedazos de carne desgarrada, daba una imagen terrorífica y nauseabunda, pero él ahora caminaba en el bosque oscuro y con luz.
Zeisgestoord perdió su pelo, sus uñas, y cuando solo estaba “en huesos”, comenzó a ver como en el periostio, la poca sangre y nervios se comenzaban a secar, el calor era tan fuerte que la parte dura del hueso se comenzaba a convertir en polvo, entonces Zeisgestoord, en un acto de resolución positiva, pensó que en realidad “un polvo” era lo que ella procuraba.
Su metodología la hacia hacer cálculos, 206- 71= 135, eso, era lo que le quedaba de vida. Las osteoblastos y osteoclastos ya no podían ni reacomodar, ni crecer, ni recuperar el daño eminente, el 90% del colágeno, ahora se había reducido a una simple harina de sales minerales, calcio y fósforo. Ya no dolía, ahora Zeisgestoord, yacía en la inconciencia del recién nacido, dejando sobre su enamorado un aroma mortuorio exquisito, y unas esposas aferradas a una sola muñeca. Él nunca se enteró de lo que pasó, porque estaba más allá de los asuntos terrenales, pasionales, humanos y afrodisíacos. Estaba mucho más allá del apetito del género.
Los ojos del ex enamorado de Zeisgestoord volvieron en sí, recordando ese bosque que había mirado, observando a su alrededor, solo vio polvo de hadas, y exclamó.
- Mi amor, yo sabía que podías venir por mi.
By S0L!