“En las épocas antiguas, la cabeza de familia decidía con quien se casaba cada una de sus hijas, salvo en las familias con sangre elfica, pues respetaban la empatía que debía existir entre ambos seres a unirse. Y Amivia tenía muy presente esto.”Por primera vez, en los campos de Aldebarán se respiraba con tranquilidad. Los dragones de fuego habían regresado y con ellos una tropa de élite, para salvaguardar los dominios.
Las habitaciones de la casa Thailard estaban decoradas para la ocasión, Amivia iba a presentar formalmente a su prometido.
Vestidos de gala, Amivia y Anriq, se dirigían a su primera reunión formal junto a Lorien, hermana mayor de la prometida y superior inmediato de Anriq después del Dominus.
Cuando llegaron a la puerta del ala Thailard del castillo, Amivia le tomo la mano y le pregunto con una sonrisa –“¿Preparado para esto?
-“Jamás”, contesto él y, ambos rieron suavemente, mientras tocaban la campanilla de entrada, que anunciaba a los recién llegados.
El ama de llaves, les invito entonces a entrar, como marcaba la tradición de las casas altas. El pretendiente debía llegar de visita junto a su aspirada y pedir permiso ambos para entrar juntos para presentar la solicitud.
La Casa Thailard era un compendio de culturas mezcladas, pues había sangre humana y elfica, dando pie a que las costumbres se entremezclaran, haciendo borroso el límite entre las mismas.
Lorien, como cabeza única, estaba ataviada con los colores de su Casa, esperando de pie el final del pasillo la entrada de Amivia y su pretendiente Anriq Dunee Efrec, segundo al mando de los dragones de fuego, luego del episodio de los enemigos en el bosque.
Anriq, se había acercado hasta Lorien para presentar sus respetos, cuando Lorien, manteniéndose distante como dictaba el protocolo humano, dijo: -“La Casa Thailard, os recibe Dunee Efrec, como pretendiente de Amivia Thailard, pero no os da el derecho a reclamar nada más que su mano.”
Anriq, estaba preparado, sabía que Lorien, su futura cuñada, no dejaría que nadie tomara el lugar que alguna vez perteneció a su padre y, contestó: -“Sólo su mano pretendo...”
Sin poder terminar su frase, fueron interrumpidos por la entrada sin aviso del Dominus Aldebarán y Urien Señor de los Elfos.
-“… pues la novia solo tendrá que llevar lo puesto”, las palabras de Hermes, sorprendieron incluso a Anriq, que no hizo más que mirarlo con la sorpresa pasmada en sus facciones.
-“Lamento, esta poco elegante interrupción, Capitán Thailard” el uso poco acostumbrado de tanta solemnidad, hizo entender que algo serio estaba pasando,
-“Me temo, que debemos partir de inmediato, han atacado varias aldeas en la frontera con las tierras oscuras y debo partir con mis dragones de fuego inmediatamente”, la voz de Hermes sonaba muy seria. Urien mientras tanto observaba desde su propio silencio.
-“A vuestras ordenes Dominus”, contestaron solemnemente tanto Lorien, como su hermana y Anriq.
-“Pero antes hay un problema que se nos ha presentado y, debe ser resuelto”, no había terminado la frase que tenía su mano apoyada sobre el hombro de Anriq.
-“Dominus Aldebarán, ¿Qué sucede?” Pregunto Amivia
-“Mi estimada escudero, sucede que el aquí presente Anriq Dunee Efrec, hoy Dragón de Fuego. Es mucho más que eso.”
Ninguno de los presentes salvo Hermes y Urien, entendía lo que estaba sucediendo.
Entonces fue Urien, quien con voz suave y melodiosa dijo: -“Este objeto que traigo aquí conmigo, os pertenece mi señor”. Con una leve reverencia, entrego a manos de Anriq lo que parecía una antigua reliquia tallada en madera, cuyo motivo principal eras dos hachas dobles cruzadas.
-“El emblema de los altos bosques”, musitó Anriq. Amivia, que no salía de su asombro, comprendió entonces, porqué Urien había aceptado de buena gana la unión entre ellos dos. Su amado era o al menos parecía ser heredero de las tierras del sur, un dominio que hoy se encontraba en manos de las furias, un hermoso país repleto de gigantescos árboles, derribados y convertidos en leña para alimentar las maquinaciones de las furias y sus seguidores.
-“¿Sabéis quiénes fueron tus padres?, pregunto entonces Hermes.
-“Nobles guerreros de esas tierras”, contestó Anriq.
-“¡Por todos los Dioses, eres hijo de Anatoly Dunee Efrec!”, dijo de pronto Lorien que estaba fuera de cuadro hasta ese instante.
-“Si, el señor de los altos bosques del sur”, dijo Urien
Anriq sorprendido ante semejante argumento, no pudo más que mirar a Urien, con la mente perdida. Y pronunciar en voz baja casi inaudible –“o lo que queda de ellos”
Amivia, que estaba a su lado simplemente lo tomo del brazo y apretó fuerte contra su cuerpo.
-“Nadie maneja las hachas como el viejo Anatoly, es una técnica que se pasa de padres a hijos por herencia de sangre” agregó Hermes
-“Entonces significa…” dijo Anriq en voz baja
-“Significa que debéis comandar mis dragones de fuego Anriq Dunee Efrec, Señor de los altos bosques del sur” pronuncio Hermes con solemnidad mientras desenvainaba su espada de Fuego, ante este acto Anriq sólo hizo lo que correspondía hacer, se puso de rodillas frente a su Dominus Aldebarán. –“Solo así, reconquistaras tus dominios”
–“Amivia, tú también por favor”, agrego Hermes. Luego presento a los demás la hoja de la espada de fuego y dijo en voz alta, -“Yo, Hermes Aldebarán, Dominus delos Campos de Aldebarán, nombro Capitán de los dragones de fuego a Anriq Dunee Efrec, Señor de los Altos bosques del sur”, y apoyando el canto sobre cada uno de los hombros como demandaba el rito de nombramiento, agrego, -“ Y en acuerdo con la cabeza de la Casa Thailard, concedo la mano de Amivia Thailard, para ser su consorte. Que la Sabiduría, Fortaleza y Espíritu los acompañe eternamente”
Dicho esto, no había vuelta atrás, Amivia sabía que tras la aceptación de Lorien debía haber una bendición del Dominus para concretar la relación formalmente, lo que nunca creyó posible fue que su amado, pertenecía a la nobleza más alta de Aldebarán.
-“Bien”, dijo Hermes mientras envainaba la espada, -“Sólo queda una cosa, si tu futuro esposo acepta y, es que seas hasta el anuncio mi escudero.” La pregunta estaba dirigida hacia Amivia, pero sabían bien quien debía responder.
-“Dominus, como futuro esposo debo velar por la salud de mi consorte, pero debo ser realista, ambos somos guerreros por naturaleza y, sé que negarle ese derecho sería comenzar con el pie equivocado”, Amivia al oír estas palabras, olvido todo tipo de protocolo y buenas maneras y se abalanzo sobre su cuello para besarlo, para luego soltarlo y casi con vergüenza decir a los presentes: -“Perdón, no debí hacer esto”
-“Guarda el ímpetu para la batalla querida”, le dijo Anriq, -“ya habrá otros momentos para esto”. Los dos se sonrieron mutuamente y abandonaron las habitaciones Thailard junto a los demás.
Esa misma tarde, los dragones volvían a remontar vuelo sobre los cielos de los campos. Esta vez, armados hasta los dientes, y con la certeza de derrotar al enemigo.
SIGUE