Cuento insano

Invitado

Cuento Insano

—¡Hola… soy el Pelado!, ¿tenés un cigarrillo, que día es hoy, este lugar queda en el prado no?, ¡yo me voy el sábado!
Hechas las tres preguntas y la afirmación de rigor, el pelado se da media vuelta y se va. Nosotros seguimos mirando la tele; lo mejor, es que uno puede quedarse con la vista clavada en un punto fijo, mezcla de perplejo con encandilado y la mente en blanco. Pero lejos de eso, algunos viajan con su mente, y sienten, cuestionan y analizan, imaginan… en fin: esas raras personas que piensan delante de un televisor. Caminando por esos pasadizos, atajos que conectan distintos tiempos y espacios; puentes que unen el ayer con el mañana y otros posibles presentes, caminan mucho… a veces vuelven. ¡Aquí esta su disco buenos días! transmitiendo en vivo, CX 20 radio Montecarlo desde Montevideo, capital de la República Oriental del Uruguay. Interrumpe mi línea de raciocinio la radio a todo volumen, superando aún al de la tele, encendida por un compañero, el Conocido, así apodado porque todos le encuentran cara de conocido y creen tenerlo visto de algún lado; y este, sosteniéndose el mentón con su mano derecha, codo en rodilla, no pensaba; solo sentía sus latidos, la música y su voz interior. Y así pasaba las horas: como minutos. Aparece caminando, a paso corto, arrastrado, sin rumbo ni equilibrio, deambulando más bien:
—¿Tenés un cigarrillo?, ¿qué día es hoy?, ¿este lugar queda en el prado no?, ¡yo me voy el sábado!
—Pero hoy es martes recién, Pelado
—No importa, no importa; yo me voy el sábado
—Ha bueno… sí es así si
En eso se agacha increíblemente veloz y dando un largo paso al costado, parece atrapar algo del suelo con su mano; abre el puño y frente a todos muestra una enorme cucaracha:
—Tirá eso
—Matála
—¿A que no te animás a comerla? -dice desafiante el Porteño. El Pelado observa al insecto, juega con sus largas antenas, lo estudia como en clase de anatomía y ¡zas!, se lo manda de un bocado. Mastica como sí fuese una galletita crocante. Pronto pone cara de asco y ¡ptuf!, escupe todo al suelo.
—Viste que no te animaste a comerlo
—Si pero… le chupe todo el juguito -replicó y se fue conforme.
Pura proteína, diría la dietista del psiquiátrico.
A mis espaldas, el Cubano y el Canario juegan al futbolito como locos; y en la radio suena ahora una canción. El Porteño esta desesperado por irse de alta y el Conocido, que ya tiene al alta, no se quiere ir. Ambos corren por los pasillos, desquiciados, tras el siquiatra. Arrastrando los pies llega, cansino, y cuándo no:
—¿Tenés un cigarrillo?, ¿qué día es hoy?, ¿este lugar queda en el prado, no?, ¡yo me voy el sábado!
—Pero hoy es jueves
—No importa, no importa; yo me voy el sábado
Y diciendo esto, toma el improvisado cenicero hecho con una botella de plástico cortada, con agua dentro: puchos y ceniza y mas colillas en liquido anicotinado y se lo bebe de un tirón. Ese cenicero llevaba lo menos, dos días juntando puchos; ni bien tragó, se lo ve salir corriendo al baño y, yo le escuché vomitar... varias veces. Las cucarachas son más saludables que el tabaco; diría el siquiatra que abrumado ya, le da el alta al Porteño, y convence al Conocido para que abandone la clínica alegando algo… que este narrador, no pudo oír. Y yo sigo haciendo como que miro la tele.
—¿Tenés un cigarrillo?, ¿qué día es hoy?, ¿este lugar queda en el prado, no?, ¡yo me voy el sábado!
—Pero… ¡hoy es sábado!
—No importa, no importa; el otro sábado

Yo empezaria la historia desde la segunda linea del cuento, estan de más las preguntas del inicio, y como que hacen medio repetitiva el cuento, que no es malo, un abrazo.

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