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ImageShack.us PROPÓSITOS
Comienzan cuando se cercan esos especiales días navideños para culminar una vez pasan la fiestas de Año Nuevo. Año tras año, los propósitos se suceden como una rueda que gira y gira sin parar. En los años juveniles no se tiene consciencia de ese fenómeno, las esperanzas todavía no conseguidas, los sueños no alcanzados, nos parecen novedades dispuestas a sorprendernos cada nuevo año y sonreímos a la vida con entusiasmo y valor dispuestos a recibir esas alegrías que nos tiene reservado el destino. Proposiciones valientes, proposiciones hermosas. Este año lo conseguiré, llegará la sorpresa y aprovecharé la oportunidad. Y todos estos proyectos se repiten con la sonrisa en los labios y la alegría crédula de su consecución.
Sin embargo, al paso de los años, se van perdiendo esas ilusiones como si fueran miguitas de pan desperdigadas por el camino trazado por ese sino personal e intransferible que nos corresponde a cada uno de nosotros. La duda comienza a surgir como una mala hierba en el jardín de nuestras esperanzas y, poco a poco, nos cercioramos de la verdad. La vida, el camino impuesto, es un reto a vencer, no es una diversión, sino una lucha continua.
Poco a poco, a medida que dejamos atrás la adolescencia para pasar a una juventud emprendedora, entusiasta y, de ésta a una madurez más perspicaz, los propósitos de cada año comienzan a asustar un poco. Ya no afirmamos con tanta contundencia su logro, los objetivos van acompañados de un “tal vez”, “quién sabe”, “quizás”, “con un poco de suerte” o “si pudiera…” Y así, hasta que, con el paso del tiempo, nos hacemos conscientes de la realidad. Pero no queremos aceptarlo ni debemos aceptarlo, hay que seguir, cada año debemos conseguir algo nuevo, algo importante que cambie nuestras vidas, algo que nos de más felicidad y nos hacemos una nueva lista de propósitos que, en realidad, es lo que nos ayuda a continuar con cierta alegría por ese camino pedregoso todavía desconocido. Todavía engañoso.
Habrá quien, al leer esto, dirá: “…pero en la vida siempre hay esperanza, siempre hay nuevos propósitos…” ¿Nuevos? Me pregunto yo. ¿O son siempre los mismos? Los mismos perros con diferentes collares, un cambio aquí, una situación diferente allá, un cambio de casa, un amigo distinto en quien confiar, la pérdida de otro…, un nuevo trabajo, un año más viejo. Sin embargo, ¿qué haríamos sin propósitos? Nada. No podríamos seguir adelante. Sería como sentarse en el camino y dejar que los demás caminantes adelantaran el paso. Al final nos quedaríamos solos sin poder avanzar y sabemos muy bien que ese no es nuestro destino en este mundo.
Siempre que recapacito sobre este concepto, pienso en el bagaje que se nos entrega en nuestro nacimiento. Los que me hayan leído ya conocerán esta idea muchas veces expuesta en mis escritos porque, estoy completamente segura de que, al comenzar nuestra andadura, se nos entregan las herramientas que debemos usar (ellas son la distinción de nuestra singularidad) para que, cada cual, pueda cumplir esa misteriosa misión por la cual se nos ha puesto en este planeta.
Pero eso se conoce cuando ya la vida te ha vapuleado a su gusto, cuando tienes los pies sangrantes, llenos de ampollas del duro camino, las manos arañadas por agarrarte a esas zarzas espinosas para no dejarte arrastrar hacia un abismo que parece encantador, lleno de diversiones, amores correspondidos, riqueza, salud, y aunque sabemos es un engaño, atrae con fuerza porque nosotros mismos deseamos creerlo. ¡Ay! Pero la cruda realidad es otra muy distinta. Cuando los tropiezos te obligan a besar el suelo y no encuentras mano para ayudarte en el esfuerzo de incorporarte, cuando te pisotean y pasan por encima de ti sin pararse a pensar si te han hecho daño, cuando la sonrisa ya ha desaparecido de tu rostro a causa de las patadas recibidas de otros caminantes a quienes no les importa adelantarte a cualquier precio aunque luego, les sobrepasases en el camino, ellos derrumbados por su avaricia y tú, herido, pero capaz de continuar el camino…, es en esos momentos cuando se vislumbra la verdad y se retrasa la carrera para analizar los sucesos. Entonces paras la marcha y observas.
Poco a poco, te percatas de que los propósito de cada año a lo largo de esa vida, son siempre los mismos, las mismas luchas, las mismas peleas, las mismas envidias. Y aquí es cuando, si eres valiente y sincero, llega la coherencia y acoges tu destino con amor, es entonces cuando ves como has usado las herramientas concedidas. Lo has hecho sin apenas saberlo, pero lo has hecho, ahí están los resultados. Mira tus manos encallecidas, mira tus pies destrozados, tus ojos con esa alegría serena que no espera utopías y tu corazón lleno de comprensión y de amor aunque defraudado por el prójimo.
Estás solo. Solo en el camino, un camino que nadie puede recorrer por ti. Es entonces cuando comienzas a conocerte a ti mismo y a los demás, es entonces cuando te apenan los errores ajenos, es entonces cuando comprendes la lucha, cuando el propósito se vuelve perdón y ruego para no caer en los mismos defectos a los que todos somos proclives. Es entonces cuando conoces como ese amor que llena tu corazón, es el que te concede el valor para seguir el camino mientras entregas tu mano a los perdidos, a los avariciosos, a los envidiosos, a los equivocados.
Es posible que esta actitud hacia otros pueda retrasar tu camino por ese sendero largo, pero al llegar a la meta, llevarás contigo de la mano a aquellos que, tal vez, si los hubieras abandonado, no habrían llegado nunca.
Sí. Termina un nuevo año. Para mí uno más de mi larga vida, pronto se me dará el número 77 para la rifa del destino, comienza a ser uno de los números más altos, ya no quedan muchos en la bolsa, por lo tanto, debo aprovechar todo aquello que se me presente para llegar con las manos llenas de propósitos cumplidos. Es posible que cubiertas de callos y arrugas pero con las más hermosas flores que haya podido recoger por el camino.
Este será mi propósito para el nuevo año. Recoger flores que iré guardando para amontonarlas en mis manos en el momento de mi llegada a la meta. Que el misterioso universo me acoja y me de el suficiente coraje y sabiduría para traspasar ese límite con una sonrisa. MAGDA.
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Mar Dic 21, 2010 4:54 pm
